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Kelly Arrontes, pintora con discapacidad: "Podría ganarme la vida como artista si la ley me dejara compatibilizarlo con la pensión"

Kelly delante de una de sus obras.
Kelly delante de una de sus obras.
Cedida por Kelly Arrontes
Kelly delante de una de sus obras.

“Nací siendo artista. Tengo una gran suerte y agradezco muchísimo a mi familia porque nunca me dijeron no puedes hacer esto porque ves mal. Tengo compañeros en la Once a los que les decían a todo que no. A mí no, yo hacía de todo con las gafas de culo de vaso”, dice sonriendo. 

Quien habla es Kelly Arrontes, artista plástica: pintora.

“Mi madre era artista y vio lo que me gustaba pintar. Tenía una miopía muy fuerte y dificultades con las formas pero no con el color. Jugábamos a la gallinita ciega y eso me ayudaba a través del tacto a captar la forma de las cosas con las manos. Después de jugar mi madre me decía: ahora vamos a pintar lo que has tocado. Gracias a ella puedo pintar”.

Kelly ya nació con un grave problema de visión, pero más o menos se defendía. Con 17 años tuvo un accidente de tráfico y quedó ciega, con muy poquito de resto visual. Desde entonces tiene también dificultad de movimiento y hoy tiene una discapacidad reconocida del 81%. “La agudeza visual que me queda me deja defenderme dentro de mi trabajo”, explica, “pero el campo visual que tengo es muy reducido. Es como si te acercaras un tubo muy finito al ojo y miraras a través de él”.

Por su dificultad visual Kelly se ha especializado en hacer murales y cuadros grandes. “Me aparto y tengo el campo visual que quiero. Veo una cosa y me imagino cómo es salvo que sea una cosa que conozco. Si no, hasta que la toco, no lo sé. Lo veo en plano, como si fuera en dos dimensiones. Mi madre me dijo: no dejes que la vista te engañe. Así llegué a dibujar su cara solo tocándola. Para mí era una juego que me divertía y aprendí muchas cosas”.

Artista y discapacidad, mala combinación

Kelly dice que si ya es difícil ganarse la vida como artista, si tienes una discapacidad todavía más. “Yo podría ganarme la vida como artista si la ley española me dejara”, dice. Lo habitual como artista es tener trabajos no continuados en el tiempo. Ella puede trabajar dos meses seguidos y el siguiente no tener ni un proyecto y, por tanto, no tener ingresos.

La pensión de Kelly le permite tener ingresos como artista hasta alcanzar el tope del salario mínimo interprofesional al año. Su pensión es por orfandad. “Esta pensión te permite trabajar como artista hasta el salario mínimo interprofesional, pero te impide casarte o vivir con alguien de la familia porque se supone que tu marido o el familiar se encarga económicamente de ti”.

Una de las obras de Kelly, que por su discapacidad visual se ha especializado en murales y cuadros grandes.
Una de las obras de Kelly, que por su discapacidad visual se ha especializado en murales y cuadros grandes.
Cedida por Kelly Arrontes

La pensión de Kelly es por orfandad y no por discapacidad, a la que tendría derecho, porque la pensión por discapacidad es todavía peor que la de orfandad. La de discapacidad no le permitiría siquiera tener ingresos extra como artista. Esta pensión ni reconoce el tope del salario mínimo interprofesional, directamente no reconoce ningún ingreso como artista.

Si cumples con las normas, Kelly lo tiene claro: “Es vivir en la pobreza. He vivido con quinientos euros durante muchos años muerta de asco”. Ha llegado a no trabajar como pintora por miedo a que le quiten la pensión.

Kelly pintaba retratos realistas: Felipe VI o Penélope Cruz. “Pintaba de memoria”, explica. “Entonces pasé a tratar de pintar lo que veo y ahí empezó mi ‘éxito’ porque nadie ve como veo yo”. Actualmente lo que más le encargan son decoraciones de casas o empresas.

La discapacidad de Kelly no le permite tener una jornada laboral convencional. “He procurado hacerme un nombre para ganar lo máximo posible trabajando menos porque no puedo trabajar al ritmo de los demás. Yo tenía unas oposiciones sacadas cuando el accidente pero elegí no seguir por ahí porque no sabía si iba a aguantar el ritmo y lo más fácil es que no lo aguantara. Hoy compenso los días que estoy mejor con los que estoy peor porque lo que no puedes es faltar al compromiso de entrega del trabajo”.

“Me pude hacer un nombre a raíz de ganar varios concursos, el más importante fue el de Parc Científic de Barcelona”, cuenta. Las demandas de Kelly son claras: que como artista no tenga ningún tope económico, que pueda ganar el dinero que quiera. “Al menos déjame intentarlo, no me pongas un techo de entrada”. Caso de que Kelly o cualquier artista en su situación gane más con su trabajo que lo que ingresa con la pensión, “quítamela, pero cuando deje de trabajar devuélvemela automáticamente. Así funciona en otros países como Francia o Italia. Además, con lo que yo cotizara pagaría otras pensiones, me encantaría poder cotizar”. La devolución de la pensión de forma automática sería crucial porque de nada sirve que se la quiten por sus ingresos durante unos o varios meses, si luego pasan años hasta que se la vuelven a conceder. Si la pensión no llega automáticamente, durante los meses que esté reclamándola se enfrenta no solo a la espera sino también a papeleos y gestiones varias. “¿Y durante ese tiempo de qué vives, del aire?”, se pregunta.

A Kelly le hacen revisiones cada tres o cuatro meses. “No sé cuánto me va a durar este resto visual que tengo, por eso siempre pienso que el trabajo que esté haciendo en cada momento puede que sea el último y pongo el resto”. 

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