Arde de rabia el campo europeo, malestar que pagan los camioneros. Vivo en Francia y aquí los culpables son los agricultores españoles, a quienes se acusa de hacer trampas, usar pesticidas prohibidos, vender falsos productos ecológicos que son una mierda y no saben a nada. En Alemania vive mi hijo y allí dicen lo mismo de los productos franceses. Mi hija vive en España, donde señalan como culpables a los productos marroquíes. En los tres países lo bueno es lo de ellos y lo malo lo de los demás. Coinciden en señalar a los grandes supermercados como culpables de elegir lo de fuera, siempre más barato, para venderlo caro y hacer el gran negocio. Todos mienten.
La culpa la tiene Europa y su Política Agraria Común. También una extrema derecha que ha contaminado al resto de los partidos, ávidos de robarse el indignado voto rural. ¿Los hemos abandonado? Un tercio del presupuesto de la UE se destina a los agricultores y la mayor parte se la lleva Francia, seguida de Alemania. Pero como las ayudas se pagan según el número de hectáreas, el 80% del presupuesto se lo queda el 20% de los agricultores, los más grandes y ricos. En 15 años el número de explotaciones ha disminuido casi un 40%, dejando sin trabajo a 5,3 millones de pequeños agricultores, incapaces de adaptarse a un modelo cada vez más industrial, global y controlado por los grandes fondos de inversión. Hoy es mucho más caro transportar y distribuir un producto que producirlo. El cambio climático –llámalo sequía– y la guerra de Ucrania lo han complicado todo aún más.
La solución es consumir local, de temporada, ir directamente al productor, cocinar en casa, pero me temo que el mundo va en otra dirección. Es mucho más fácil incendiar el campo con mentiras.
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