OPINIÓN

Vencer a Trump en las urnas

El candidato presidencial republicano, el ex presidente Donald Trump, se dirige a los miembros de la prensa durante una parada de campaña en Londonderry, N.H.
El candidato presidencial republicano, el expresidente Donald Trump, se dirige a los miembros de la prensa durante una parada de campaña en Londonderry, N.H.
Matt Rourke / LA PRESSE
El candidato presidencial republicano, el ex presidente Donald Trump, se dirige a los miembros de la prensa durante una parada de campaña en Londonderry, N.H.

Si todo es como parece, las elecciones primarias del Partido Republicano de Estados Unidos no darán otro resultado que no sea la victoria de Donald Trump y, como consecuencia, su nueva candidatura a la Casa Blanca. Solo Nikki Haley ha mostrado los arrestos necesarios para plantar cara a su exjefe (Haley fue embajadora de Estados Unidos ante Naciones Unidas durante la presidencia de Trump), pero necesita reunir apoyos, que ahora no parecen factibles, para ganar la nominación.

En circunstancias normales, las muchas causas judiciales a las que se enfrenta Trump harían que el acusado renunciara a presentarse a las elecciones. Pero Trump no se rige por las normas habituales en democracia. De hecho, su gran objetivo es destruir la democracia americana.

Lo intentó sin éxito en sus cuatro años en el poder, y quizá lo hubiera conseguido de haber ganado la reelección. Y si ahora es nominado por los republicanos y compite en las elecciones de noviembre, estaría en condiciones de aplicar al sólido sistema de libertades americano una destructiva tuneladora.

Pero es posible que la mejor noticia para Estados Unidos y, por extensión, para Occidente, sea que Trump se presente a las elecciones y las pierda, otra vez. Lo más probable es que, enfangado en sus mentiras y en su capacidad para creerse sus propias falsedades, insistiera en que le han robado la victoria. Pero esas acusaciones han dejado de tener efecto, salvo para sus hooligans. La mejor forma de eliminar el factor Trump es que vuelva a perder las elecciones.

No parece que Joe Biden sea un candidato entusiasmante, pero tampoco lo era en 2020 y consiguió el mayor número de votos jamás alcanzado por un candidato a presidente. El motivo resulta evidente: millones de americanos acudieron a votar para echar a Trump de la Casa Blanca. Si hubiese sido necesario, habrían votado a una cabra.

Cuatro años después, si nada cambia, Biden volverá a competir. Es posible que no lo hiciera si Trump no fuese el candidato republicano, pero las cosas son como son. Y Trump tiene tal capacidad para polarizar al electorado, que sus seguidores se volcarán en las urnas, pero quienes quieren evitar su vuelta también lo harán. De hecho, esta puede ser la campaña electoral más sencilla para los demócratas: vota para que Trump no vuelva.

Dando la vuelta al argumento, es posible que Nikki Haley fuera una rival más difícil de batir para los demócratas; sencillamente porque Haley no es Trump, y muchos americanos están dispuestos a votar a cualquiera menos a Trump. Y si Trump no gana (tampoco esta vez), el Partido Republicano tendrá que hacer algo que ya debió hacer cuatro años atrás, y no ha hecho: liberarse del trumpismo. Están tardando.

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