Galicia tiene innumerables plazas de todos los tipos, estilos y épocas. Repartidas por sus pueblos y ciudades, algunas son más conocidas que otras. La más emblemática es la plaza del Obradoiro, situada en la capital gallega y en la que destacan edificios como el palacio de Rajoy o la propia catedral. Sin embargo, hay otras plazas que llaman la atención de todos aquellos que las visitan, aunque sean menos populares.
Las plazas se han convertido en puntos de encuentro dentro de un municipio y reflejan la identidad de dicho lugar. Aunque guardan grandes historias en sus adoquines y edificios, una de las cosas que atrae es su decoración. Algunas de las que guardan más encanto en Galicia son la plaza de España de Ribadeo, la plaza de la Catedral de Mondoñedo o la plaza Mayor de Ribadavia.
Estas plazas, impregnadas de historia y cultura, son destinos obligados para los miles de turistas que cada año visitan la comunidad. Con sus fuentes, esculturas y arquitectura, estos lugares se han convertido en una parada en la ruta de aquellos que quieren explotar la historia y las calles de Galicia.
La plaza más bonita de Galicia en plena capital
Es complicado decantarse por una sola plaza de Galicia. Cada una tiene su encanto propio. Aun así, podría decirse que entre las más bonitas de Galicia se encuentra en la capital. La plaza de la Inmaculada también es conocida entre los turistas y vecinos de Santiago. Su popularidad se debe a sus edificios y sus zonas ajardinadas.
Esta plaza, también conocida bajo el nombre de San Martiño, está presidida por el monasterio de San Martiño Pinario y su iglesia. También se puede ver la fachada norte de la Catedral de Santiago, conocida como fachada de Azabachería en honor a los talleres dedicados a la talla del azabache. En la actualidad, todavía quedan en sus soportales algunos negocios de artesanos que trabajan con esa semipreciosa piedra negra.
Con trazas barrocas y neoclásicas tras su reforma integral en el siglo XVIII, el Códice Calixtino la describe como 'la puerta del paraíso' por su belleza y por el programa iconográfico basado en a historia de Adán y Eva que se representa en la fachada norte. Además, esta plaza se convirtió en la meta final de los peregrinos tras culminar el Camino Francés, ya que desde ahí tenían acceso directo a la Catedral.
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