Por qué cada persona tiene un olor diferente: así funciona nuestra "huella olfativa"

Así funciona la huella olfativa
Así funciona la huella olfativa
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Así funciona la huella olfativa

Si hacemos un ejercicio de memoria, todos podemos recordar el olor de algún lugar, momento o persona concreta. De hecho, es posible que aunque no recordemos otros detalles menores, podamos recordar su olor, y a partir de él, sensaciones o incluso pensamientos de ese momento. Por extraño que esto pueda parecer, tiene todo el sentido del mundo: se suele decir que recordamos un 2% de lo que oímos y un 5% de lo que vemos, pero hasta un 35% de lo que olemos

Es la capacidad del olfato, quizá el último de nuestros sentidos en el que reparamos, pero que está indudablemente conectado con las partes menos racionales, pero más evocadoras de nuestro cerebro, como el hipotálamo o el sistema límbico, partes fundamentales para entender el procesamiento de la memoria y las emociones del ser humano. 

Con ese poder que el olfato tiene sobre nuestra percepción física o emocional tiene mucho que ver la 'huella olfativa'; una huella que, al igual que la dactilar o la digital, es diferente en cada persona: eso explicaría que los seres humanos podamos registrar y recordar ese olor característico de cada persona, o incluso identificar a una persona sin verla a través del olor. 

Cada persona tiene su propia huella olfativa

Los seres humanos tenemos un olor determinado. Es evidente que hay ciertos olores que pueden resultarnos comunes: todos sabemos cuando alguien ha bebido, ha fumado, se ha aseado o ha estado haciendo deporte. Al margen de esos olores, está más que probada la existencia de una "firma química", un olor característico inherente a cada persona. 

Esa huella olfativa se configura a partir de "infinitas combinaciones de bacterias y microorganismos que albergamos en nuestro cuerpo", tal y como explicó Laura López-Mascaraque, del CSIC, a 20minutos en 2021. La huella olfativa puede ir variando a lo largo del tiempo por diferentes factores, como la edad, los hábitos o el ambiente en el que se conviva, pero la huella olfativa permanece. De esta forma, por ejemplo, pueden los perros policía rastrear personas: son capaces de rastrear estas huellas.

Un "cóctel químico" de sustancias corporales

"Todas las personas tenemos un olor, aunque nos esforcemos en disimularlo con desodorantes y perfumes", explica la científica del CSIC en Europa Press. La respuesta de esa huella olfativa se halla, toda vez que el cuerpo humano no dispone de glándulas específicas para la formación de aromas, de las glándulas sebáceas (que generan la secreción aceitosa que recubre nuestra piel; además de las ecrinas (que secretan el sudor) y las glándulas apocrinas (vinculadas con el cabello yu su crecimiento).

Un "complejo cóctel químico" que conforma nuestro olor característico que, más allá de ser una mera anécdota, tiene implicaciones en nuestra evolución como especie.

Pudo ser importante en la evolución humana

El olor corporal de nuestros seres queridos es algo que queda grabado en nuestra mente desde que nacemos: los bebés son capaces de identificar y asociar el olor de su madre, al igual que la madre el olor de su bebé. Por parecido que pueda ser con otros olores, el cerebro establece esas asociaciones de forma inequívoca. Esta capacidad se extiende al resto de la familia y, con matices, a personas ajenas al vínculo familiar pero especialmente cercanas. 

Los investigadores se preguntan, teniendo en cuenta esto, si la huella olfativa podría haber jugado un papel en la evolución de la raza humana, generando en los orígenes del ser humano un "olor de clan" para que los primeros humanos pudieran reconocer a "los suyos" a través del olor, algo que podría haber sido clave para la supervivencia y el éxito evolutivo.

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