Isaac Sánchez se dibuja a sí mismo en 'El de la batamanta': de triunfar como Loulogio a abordar temas como la sexualidad masculina

El dibujante Isaac Sánchez en el madrileño barrio de Prosperidad, el pasado 9 de noviembre.
El dibujante Isaac Sánchez en el madrileño barrio de Prosperidad, el pasado 9 de noviembre.
NGF
El dibujante Isaac Sánchez en el madrileño barrio de Prosperidad, el pasado 9 de noviembre.

Es en la chocolatería San Ginés de Madrid —pero no la del centro, sino su "doppelgänger franquiciado" del barrio de Prosperidad—donde Isaac Sánchez (Badalona, 42 años), antes conocido como Loulogio, propone hacer la entrevista. "La Prospe", como le gusta llamarlo, es el actual entorno del dibujante y un lugar central en su nuevo cómic, El de la Batamanta. 

Mientras va paseando, señala todos los lugares que aparecen en la trama: "Ahí está la réplica del Oso y el Madroño, al que suelen poner una camiseta de las olimpiadas de Barcelona 92, una broma demasiado elevada que no entiendo". 

A pesar de haber sido uno de los pioneros de YouTube en España y de haber hecho reír a millones con sus vídeos de doblajes, Isaac dejó atrás a Loulogio en 2017 para dedicarse a su mucho menos lucrativa pasión: hacer cómics. En su sexto y último trabajo, el autor cuenta el constante enfrentamiento con su pasado alter ego, a la vez que narra su ajetreada, aunque a ratos insulsa existencia como viñetista en Madrid, en una obra cargada de humor y metalenguaje.

Viñetas del cómic ‘El de la Batamanta’, de Isaac Sánchez.
Viñetas del cómic ‘El de la Batamanta’, de Isaac Sánchez.
Dolmen

Al igual que Sánchez presenta a "La Prospe" como una copia descafeinada de Madrid, con sus réplicas y dobles, introduce a Loulogio como una versión obsoleta de su propio ser: "El cómic es una especie de desahogo. No tanto un 'así soy yo', sino 'así puede ser la vida de alguien que no conoces'. Me parece interesante reflexionar sobre cómo solo vemos la superficie de alguien que tiene una exposición pública", argumenta. Hay una escena en la que el dibujante queda con una chica y esta le pregunta cuál es "su mierda". A raíz de esta situación, decide dedicar un capítulo entero a su pasado como humorista y youtuber.

—¿Es Loulogio el eterno antagonista de Isaac Sánchez?

—Sí. Cuando uno va cumpliendo años y va dando pasos hacia delante, se enemista con ciertas cosas por las que ha pasado, que le representan de forma en la que ya no quiere. Y en el cómic le doy cabida a ese conflicto: ¿Qué hago con Loulogio? ¿Lo rechazo totalmente? ¿Le doy cabida, porque al final es parte de mí y tiene cosas buenas? Pero a la vez me hace sentir que es un escollo, porque genera un precedente mediante el cual sé que en el mundo del cómic muchos entran con el hocico arrugao'.

El viñetista posa al lado de la réplica del Oso y el Madroño de Prosperidad.
El viñetista posa al lado de la réplica del Oso y el Madroño de Prosperidad.
NGF

—¿Por qué entonces ponerle ese título al cómic? La Batamanta es una clara alusión a Loulogio y no a Isaac.

—Empiezo el cómic con una anécdota que me pasó en una firma de libros. Un chico se acercó a que le firmara un ejemplar y, cuando ya se estaba alejando, su acompañante le preguntó que quién era ese. Y él respondió:"¡El de la Batamanta!". Ese diálogo me hizo mucha gracia, y me dije: 'Pues voy a reírme yo el primero'. Algo que podría ser peyorativo, lo convertí en el título del cómic, como haciéndome de menos, pero siendo bastante cínico como para que tuviera una carga narrativa.

Apunta el dibujante que, si uno se fija en la portada, verá que la fuente del título es rimbombante, como si el libro fuera a contar una gran aventura épica, pero la cara del personaje, que está contrastado en blanco y negro, muestra hastío. Según Sánchez, El de la Batamanta salió "sin querer". De hecho, el cómic es la historia de la creación del propio cómic, y de la resignación del autor a abandonar otro proyecto que no fue: "La historia se apoderó de mí. Empecé a soñar con cómo podría hacer estas, páginas y no pude evitar que surgiera". 

Portada del cómic.
Portada del cómic.
Dolmen

Aunque salpica de humor casi todas las desavenencias de su vida de dibujante, atravesada por trabajos en programas de internet y promociones, Sánchez se abre en canal y se desnuda —literal y metafóricamente— en varias ocasiones. Habla de citas esporádicas, de problemas de salud, como la diabetes, pero también de problemas en el sexo. Incluso abarca las sesiones con su urólogo, que tinta de comicidad: el médico es fan de Harry Potter y le habla constantemente del universo de J. K. Rowling, en una consulta rodeada de cactus.

Al preguntarle si no le dio miedo plasmarse de forma tan explícita, afirma con seguridad: "¡Me apetecía mucho! Hablar de los problemas sexuales es tabú en los hombres, porque existe una masculinidad tóxica que niega todo eso. Se habla de sexo continuamente para alardear, pero es muy raro que alguien mencione lo que va mal. Me pareció fundamental mostrar que no pasa nada, que también tenemos problemas en ese aspecto y no somos menos masculinos por ello. Estoy muy orgulloso de cómo lo he representado". 

La historia empieza y acaba con una mudanza, y transcurre desde la promoción de su anterior trabajo, Baños Pleamar, hasta la creación de este otro, dándole una cierta circularidad a la narración. El mundo del cómic español tiene un peso importante en la trama, y Sánchez refleja los placeres de ese universo —e incluye un cameo hilarante del ilustrador Paco Roca—, pero también sus numerosos prejuicios.

Isaac Sánchez en el “doppelgänger franquiciado” de la chocolatería San Ginés.
Isaac Sánchez en el “doppelgänger franquiciado” de la chocolatería San Ginés.
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Con este cómic, Sánchez se despide, por un lado, de la autobiografía, un género que detesta —y que, no obstante, le persigue—, y por otro, de Madrid. "En la historia se nota que me peleo con el lugar en el que estoy. La Prospe me ha confirmado, con su trasiego, ruido, frenesí, agobio, que, en el fondo, no soy el tipo de persona que quiere vivir aquí, aunque ahora que tengo un pie fuera le tengo algo de cariño", aclara.

Porque Sánchez se marcha. ¿Adónde? "A Granada, de donde era mi padre", anuncia. Hacia el final del cómic, en un momento de epifanía, el protagonista se da cuenta de que ha estado existiendo únicamente a través de los cómics. El autor lo confirma: "He hecho muchas cosas que no me habría atrevido a hacer si no hubiera pensado: 'Así tengo algo que contar en el cómic'. Por ejemplo, ir al club Swinger que está en mi calle y del que todos los taxistas me hablaban. Al final, con todo el trasiego de mi vida, solo vivía dentro de viñetas. Solo era feliz en el momento en que todo se apagaba y estaba con mis páginas". Y añade: "Y ahora también quiero vivir fuera de ellas". 

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