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La soledad no deseada: una compañera con la que nadie quiere compartir mesa y brilla más en Navidad

Las personas con discapacidad y sus familias tienen más riesgo de sufrir soledad no deseada.
Las personas con discapacidad y sus familias tienen más riesgo de sufrir soledad no deseada.
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Las personas con discapacidad y sus familias tienen más riesgo de sufrir soledad no deseada.

'Navidad, Navidad, dulce Navidad'... ¿Quién no ha escuchado esta canción? Y es que desde niños nos enseñan que la Navidad es mágica y que es una época para compartir con tus seres queridos. Pero, ¿si no tienes o no te sientes aceptada por ellos?

La discapacidad a día de hoy es una barrera en muchas ocasiones para relacionarse, no tanto por los impedimentos que conllevan, sino por las barreras que nos encontramos: arquitectónicas, cognitivas y, sobre todo, actitudinales. Además, está el estigma interno de la discapacidad, es decir esas creencias erróneas con las que hemos crecido y que al final nos creemos. Estas creencias son, sin duda, las mayores barreras para la participación social de las personas con discapacidad.

Esta falta de participación e igualdad de oportunidades se traduce en una mayor soledad y aislamiento en muchas personas con diversos tipos de discapacidad o en personas mayores que ven sus capacidades más limitadas y sus amistades menos numerosas por el paso de los años.

¿Qué es la soledad no deseada? La soledad no deseada es un sentimiento que nos invade al sentirnos sin apoyos, ni contacto social aun cuando lo deseamos. Existe una profunda insatisfacción y produce una enorme tristeza. Las personas con discapacidad y nuestras familias, por lo que se conoce como estigma asociado, tenemos más probabilidades de sufrirla.

Recuerdo un episodio en mi adolescencia donde la soledad no deseada invadió mi vida por completo. Con 12 años, me operaron de forma simultánea de cadera, rodillas, cadera y aductores. Por aquel entonces, mis amigas comenzaban a estrenar minifaldas y tacones y yo tenía como complementos unas escayolas que me cubrieron desde la punta del pie hasta las caderas separadas por una barra. Esa, probablemente, fue la época que más sola me sentí y más diferente del resto. 

Junto a la soledad, me invadió una compañera suya muy tóxica: la comparación. Era cierto, yo estaba sola. Mis amigas, como era lógico, salían y entraban, y yo me quedaba en casa, con mi familia, que no pertenecen a mi grupo de iguales. 

A todo esto, se le sumaba lo que yo denomino de discapacidad transitoria colectiva: la adolescencia. Claro, con doce años y sin ser psicóloga no tienes las herramientas para combatir la soledad no deseada. ¿Qué podría haber hecho entonces?

La soledad no deseada es un sentimiento que nos invade al sentirnos sin apoyos, ni contacto social aun cuando lo deseamos

Ojalá en aquella época hubiera tenido esta lista de estrategias:

1. Tener presente que ese caso era una situación transitoria para mejorar. Aunque nunca me podré poner tacones, y hasta que no superé el virus de la comparación, la tristeza aparecía más frecuentemente de lo que me hubiera gustado. 

2. Evitar la comparación. Te compares con quien te compares, tu mente te va a hacer trampas al solitario y siempre vas a perder.

3. Buscar redes de apoyo. Pertenecer a asociaciones, a grupos culturales e incluso a comunidades religiosas.

4. Realizar voluntariado. Como se demostró en este artículo de 'Capaces' por motivo del día del voluntariado, la discapacidad no es un impedimento para ser voluntarios. Uno de los factores que más felices nos hace a las personas es ayudar a los demás.

5. Relativizar la situación. Algo muy difícil, pues nuestra mayor torturadora es nuestra mente, que tiende a decirnos: '¡Qué solo estoy!, ¡no tengo a nadie!, ¡nadie me quiere! ¡los demás tienen planes y yo estoy aquí en casa!'... Haz una lista de lo que hay en tu vida por lo que te sientes agradecido y tenla presente.

6. Ocúpate para no preocuparte. Pasa del '¿Por qué yo estoy tan solo?' a  '¿Cómo puedo disfrutar de mi soledad?'.

7. Sé proactivo. Apúntate a actividades -presenciales u online-, llama a amigos, conocidos o vecinos, interesante por ellos... 

8. Si los sentimientos de tristeza y soledad son tan fuertes que no te permiten disfrutar de nada y te quitan las ganas de realizar cualquier actividad, acude a un profesional psicólogo y/o psiquiatra. Recurrir a la ayuda de un profesional no significa ni que seas débil ni que estés loco, solo que necesitas ayuda para dominar a tu mente torturadora.

Por último, no seas víctima de los mitos de la blanca Navidad donde la felicidad impuesta se multiplica, pero la soledad también, aunque de esto no haya tanta 'publi'. Muchas personas con o sin discapacidad se enfrentan a pérdidas de seres queridos, de empleos, etc. y en esta época del año el dolor de una perdida se intensifica. 

Recuerda: las navidades son tradiciones y cada uno la vive como puede, no te obligues a estar feliz. Cambia tu actitud y tus pensamientos para que la soledad deje espacio a la alegría. Sé que es complicado, pero se puede. 

Antes de terminar, os dejo dos enlaces que creo os puede servir a combatir esa soledad no deseada.

Podcast Los Convivientes, donde encontrarás testimonios que te servirán.

Escuela Convives: 1ª Escuela Online de Afrontamiento Activo, donde sabemos que no siempre podemos cambiar los hechos, pero si nuestra actitud ante ellos. La felicidad es una actitud que también se aprende.

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