Juan del Val: "Que yo siga hablando solo lo puede impedir que me echen a la calle"

Entrevista a Juan del Val, en la sede de la editorial Espasa.
Entrevista a Juan del Val, en la sede de la editorial Espasa.
JORGE PARÍS
Entrevista a Juan del Val, en la sede de la editorial Espasa.

Bocabesada (Espasa, 2023), es el cuarto libro publicado por el escritor y colaborador televisivo Juan del Val (El hormiguero, La Roca). Definir esta obra es difícil, pues es una novela de personajes; una suerte de retrato realista –a veces fotográfico– de la realidad que envuelve a la televisión, con sus protagonistas, sus virtudes y miedos, miserias y pasiones. Autobiográfica en ocasiones, otras es solo una ficción pegada a la realidad, siempre con un pulso especial.

La sinopsis cuenta la historia de un colaborador de televisión que está escribiendo un libro sobre un escritor, la de una productora de series de televisión, de amores en la tercera edad, de ministros de dudosa moralidad, directivos de televisión cobardes... 

En Bocabesada hay nada menos que tres escritores, usted, el protagonista y el personaje del que escribe el protagonista… ¿Cuál de los tres escritores es el mejor?Yo, hombre, no te quepa la menor duda.

¿Le resulta más fácil escribir sobre cosas que que ha vivido o vive?No es que me resulte más fácil, es que creo que es lo único que sé hacer, de momento. No sé si alguna evolución como escritor me podría llevar a algún otro sitio, pero ahora tengo que escribir de lo que conozco, de sensaciones, de experiencias y de cosas que o he vivido o he rozado.

¿Cómo explicaría Bocabesada? Porque no es una novela típica…Es la pregunta que más me cuesta contestar: ¿de qué va tu novela? Hablo de Bocabesada, pero es que es mi manera en todas las anteriores. Es una foto de lo que de lo que sucede en un espacio y en un tiempo y no es sencillo resumirlo porque esto no tiene que ver con quién es el asesino al final. Entonces esto va de otra cosa, es una novela de personajes, yo la defino así, que me parece la forma la menos imprecisa posible de definir la novela, una novela de personajes, de todo tipo y de toda condición y que me da la sensación de que es muy fácil identificarse con algunos de ellos, si no con todos en algún momento.

¿De dónde salen esos personajes?Bueno, salen de mí. Yo no sé si de mi cabeza, yo no sé si de mi estómago, yo no sé si de mi p..., no lo sé. Salen porque están, salen porque existen, salen de mi imaginación, aun siendo enormemente reales.

¿Y las situaciones?Algunas de las situaciones son casi una transcripción de la realidad. Por ejemplo, algunas de las reuniones que hay con los directivos de cadenas y demás, son hasta empleando las mismas palabras. Eso sale de la pura realidad. Y luego lo que más o menos les pasa a cada uno de ellos, lo baso en cosas que yo he vivido, que yo he sentido, con una manipulación posterior, porque esa es una de las cosas que más somos los autores: manipuladores que construyen una historia.

¿Alguna vez le pasa que alguien de su entorno se sienta reconocido en un personaje?O de repente te dicen "yo creo que este es no sé quién", y no tiene absolutamente nada que ver. Otras veces puede estar más orientado. Hay algunos personajes que existen, el director de cine existe y hay muchos que están ahí. Martín Varela [el protagonista] tiene muchas cosas de mí. Otras muchas no.

El prota es colaborador de televisión, las comparaciones con usted son inevitables, ¿juega con eso?Claro, es absolutamente premeditado. Imagínate la cantidad de puntos en común la última novela situada en una urbanización de lujo que se va a llevar una serie de televisión. El otro colabora en un programa de televisión de mucho éxito por la noche... No hay que ser un lince para entender que estoy hablando de un personaje con muchas características que tienen que ver conmigo.

Se describe a Martín como un colaborador televisivo atractivo e inteligente. ¿En cuál de esas acepciones es más biográfica la novela? ¿En lo de atractivo, en lo de inteligente?Hombre, lo de atractivo es una cosa que tiene mucho que ver con los demás. Si los demás te ven así, debes serlo. Si no te ven así, pues no debes serlo. Luego, evidentemente, hay gustos para todo.

El escritor y colaborador televisivo Juan del Val.
El escritor y colaborador televisivo Juan del Val.
JORGE PARÍS

A su vez, Martín escribe una novela que también tiene que ver mucho con su vida ¿cómo fabrica esas capas de autobiografía?La manera en la que hago las cosas nunca la sé explicar, porque nunca la sé. Evidentemente está en la cabeza y va surgiendo, pero no escribo con con guía, no tengo la trama, no tengo esquema, yo voy tirando y es cierto que yo también me voy sorprendiendo a mí mismo a medida que escribo. Creo que es otra de las características que tienen mis novelas, que en algún momento en el que yo me he sorprendido es el momento en el que también el lector se sorprende.
A mí me encantaría a veces saber cómo escribo, de verdad, cómo lo hago. Hay veces que me encuentro a periodistas o a lectores que han leído la novela y me la analizan y digo hostia, qué bien, no lo había pensado así...

El personaje escribe desnudo, ¿eso también es biográfico?Me parece una enorme estupidez, pero lo he hecho, como otras tantas cosas, pero esta me avergüenza, quizá porque me parece que es un poco gilipollas hacer eso. Es verdad que hay veces que me gusta ponerme al límite y ruborizarme yo mismo a la hora de escribir, también de vivir. Lamento muchísimo esto, pero es biográfico (risas).

Martín se muda a una gran casa a Nueva York, a un sitio maravilloso. ¿Son deseos proyectados suyos?Eso es interesante. Si me preguntas si sería un sueño irme a Nueva York a escribir una novela, te tendría que contestar que sí, pero me parece tan completamente irrealizable... El personaje puede porque no tiene tres hijos, no tiene dos perras. Él ha dejado su trabajo, no tiene una mujer... no tiene las infinitas ataduras que tengo yo, con las que estoy encantado. Pero sí que es cierto que esa sensación de querer huir, de decir me piro, es algo bastante universal. Creo que todo el mundo ha tenido en algún momento esa esa sensación de querer desaparecer, de huir, de marcharte. Puede ser una fantasía que traslado y se la regalo a Martín.

¿Por qué eliges Martín o Ana o cualquier otro nombre para los personajes?Tampoco lo sé. A veces, cuando elijo los nombres los cambio. Rocío se llamaba Rocío, pero Ana no se llamaba Ana, se llamaba Lucía. Y Rocío y Lucía, me parecía que se podían confundir y le puse Ana. Lo hago muchas veces. Estoy con con cualquiera de mis hijos o con Nuria [Roca, su esposa] y le digo “dime un nombre de chica, el que se te venga por la cabeza” y me dicen Clara y meto Clara. No hay más trasfondo salvo en Adolfo Dominguez Yuste que tiene las iniciales de Agustín Díaz Yanes (director de cine, guionista y novelista español, adapta para HBO la anterior novela de Juan del Val), eso sí está premeditado.

Usted pasó muchos años en la sombra, como representante y en poco tiempo empezó a salir en la tele y ser conocido, ¿cómo vivió esa esa transición?Llevo muy poco tiempo siendo famoso, digamos, desde el año 20, que es el año de la pandemia. No ha pasado tanto tiempo. Yo la fama la conocía muy de cerca, imagínate con Nuria, con muchos amigos famosos, aprendes que los picos de fama son muy relativos, subes o bajas y no se sabe muy bien por qué y sucede. O sea que más o menos la tenía muy presente al principio de todo.

¿Y cómo es la primera vez que le piden una foto?Tu primer pensamiento es "se ha equivocado de persona, me está confundiendo con otro". Pero luego lo acabas asumiendo. Yo lo que procuro es disfrutarlo, porque cuando no lo disfrutas puede ser agobiante. Hay momentos en los que dices bueno, pues es que sales en la tele, si no te conociera nadie tendrías un problema grande. También hay veces que es pesado. En Madrid se puede vivir más, no hay problema. Te piden una foto y no pasa nada, pero en provincias es jodido. Vas enfrente al Corte Inglés y te paran 12 veces, aunque la gente es amabilísima y nunca he tenido ningún problema en la calle, pero que te paren 12 veces... Forma ya parte de mi vida hasta que deje de formar parte de mi vida, que será en el momento que deje de salir en televisión. Esto funciona así.

Hay gente que se engancha a esa fama…Sí, yo he conocido algunos… Me parece, a lo mejor tiene que ver con mi carácter, que a todo hay que intentar buscarle la parte buena. Tener fama tiene cosas muy malas, pero las tiene buenas. Yo sospecho que no la voy a echar de menos, el día que deje salir en televisión, no creo que haga demasiadas cosas para para seguir siendo famoso cuando no tenga necesidad. Lo que tengo claro, porque lo he vivido con tantas personas que esto no falla jamás: cuando dejas de salir en la televisión un cuarto de hora, ya está. Se acabó.

El personaje de Ana dice en un momento de la novela que “casi siempre todo es menos complicado de lo que parece”. ¿Nos agobiamos de más? No es que yo vaya a dar lecciones de nada, porque no me gusta, pero la gente se da muchísima importancia y nunca somos tan importantes. También es algo que también cuento en la novela respecto a las pretensiones de los creadores o de los escritores. Has hecho una novela, con mucha honestidad, que va a entretener a la gente y ya está. Hace unos cuatro o cinco siglos seguramente ya alguien escribió lo que yo he escrito ahora. Nada es tan importante, ni tan trascendente.

¿Hay alguna excepción?La muerte, eso sí que es importante. Y la enfermedad. Es un topicazo, pero es que no puede ser más real.

A veces le damos más importancia a un famoso que a un médico, por ejemplo…Un tío que opera un feto es la hostia, ese tío sí que es importante. Que yo salga en televisión los jueves, le guste muchísimo a muchas personas o le desagrade a otras, o que yo escriba una novela, tiene la trascendencia de que alguien sea durante un rato feliz leyendo una novela. Hasta ahí es bonito, pero ya está. No somos gente importante. Un neurocirujano, un tipo que que te hace un trasplante de corazón… ellos sí. Yo escribo una novela porque tengo ese don o esa suerte o tengo esa capacidad de curro, pero nada más.

¿Qué te aporta escribir?Me voy a poner un poco cursi, pero es completamente la verdad: escribo porque es lo que soy y lo que realmente me llena. Todo lo demás son otras cosas. Otras cosas con las que me lo paso de puta madre, que son muy satisfactorias, pero en mi manera de ser, en mi manera de mirar el mundo, yo estoy todo el rato pensando en escribir. Escribo porque no tengo más remedio que escribir.

No es para hacerse rico...Me va muy bien, es verdad. Escribir es un oficio poco rentable muchas veces y otras veces, cuando tienes la suerte de que sí vendes realmente, pues es pues muy bien. Abro la novela con una frase de Rilke que me parece muy precisa: “si no tienes la necesidad de escribir, no escribas”. Es muy duro y es algo muy insatisfactorio en algún momento. Sentarte ahí es terrible y hay otras cosas muchísimo más sencillas, como hablar un rato en televisión y te compensan más económicamente.

Camilo, otro personaje, vive a la sombra de su padre famoso. ¿Cómo se vive la paternidad siendo un padre famoso?A mí siempre me han interesado mucho las relaciones padre e hijo, porque he sido primero hijo y además un hijo con ciertas dificultades, un poco atormentado en algunos momentos así que en casi todas las novelas siempre hay algo que tiene que ver con eso, con esa ilusión que tu padre siempre pone en ti y que luego tú pones en tus hijos y que casi nunca se cumple, porque además debe ser así. Respecto a cómo es ser un padre famoso, esa respuesta solo te la pueden contestar mis hijos. Yo lo que procuro es educar como yo creo que es la vida, en la disciplina y en la risa. Esas son para mí dos cosas fundamentales.

Yo creo que lo llevan moderadamente bien. Nosotros todo lo que tiene que ver con nuestro trabajo lo compartimos con ellos de una manera normal, como cualquier trabajo, pero no estamos todo el día hablando de eso. Ellos nos ven en la tele cuando nos ven y cuando no, no, que son muchísimas veces y ya está. Mi hijo mediano ayer terminó la novela, el otro la está terminando y me dice que le ha gustado mucho… aunque me dijeron "deja de matar gente".

En la novela hay muchas escenas de sexo, ¿le da pudor que lean esas escenas?Tienen 21 el mayor, 17 tiene el mediano y la pequeña tiene 13, pero no lo ha leído, porque no le interesará, lógicamente (risas). Esta es probablemente la novela que menos sexo tiene o tiene un sexo como más convencional que otras. No soy pudoroso escribiendo, pero es que además creo que escribiendo no se puede ser ni pudoroso ni educado. Son dos cosas que no se puede ser, porque entonces no estás escribiendo. Sí estoy pensando lo que va a pensar mi madre cuando lea la novela, voy a escribir otra cosa. Eso no es honesto. Si escribes tienes una responsabilidad de jugártela y si no te la juegas, pues mejor no escribas.

Hay una parte de la novela también en la que habla de las operaciones estéticas y dice algo así como que "confundir la realidad y la ficción hace ricos a los cirujanos". ¿Esa tiranía por la belleza también la ha vivido?Yo soy un enamorado de la estética y la belleza me fascina, pero para mí eso ni es belleza, ni es estética. Esa transformación, esa obsesión por no tener arrugas... que yo mantengo que te conviertes en más viejo cuando no tienes arrugas. Una persona con 75 años sin arrugas parece mucho más vieja que si las tuviera. A mí me parece que la belleza tiene mucho que ver con la con la naturalidad, dentro de cuidarte, por supuesto. Esta obsesión por las cirugías estéticas las he visto como todo el mundo, si pones la tele, alucinas. Es algo que me llama mucho la atención, sí que debe ser como una droga porque van a más, a más y al final han perdido la noción de la realidad completamente.

Habla también del Alzheimer, ¿es porque le preocupa o porque lo conoce?Lo conozco, mi abuela tenía Alzheimer y me parece una enfermedad de las más terribles que pueden existir. Es terrible para el que la padece y para los que están alrededor. También es verdad que tiene algunas situaciones cómicas. Ella miraba a mi abuelo y decía que cómo ese señor tan mayor iba a ser su marido. porque ella se debía ver con veintitantos años y a veces que me confundía a mí. Yo era el marido y mi abuelo era un señor que se había colado en la casa. Era todo muy loco.

También habla en el personaje de Adela, que es transexual, "que solo podía ser actriz o puta". ¿Busca en los margenes para poder meter temas que visibilizar?No, yo hablo de lo que sucede a la gente que me rodea y de las cosas que me interesan. pero no es una reivindicación de nada, ni es una denuncia de nada, simplemente es retratar, yo ni juzgo, ni cuento, ni dejo de contar. A mí me interesaba mucho ese personaje, e incluso contar esa parte en la que cuento la operación como es realmente. Me fui a hablar con un cirujano y la describo con esos términos como “tapizado”, que me parecían una cosa extrañísima, pero así son, tal cual. Me parece algo enormemente literario una mujer que nace niño. Esa manera de intentar acoplarte en el mundo me parece la hostia de difícil y muy literario y lo quería contar.

El libro se lo ha dedicado a Nuria y a sus hijos por aceptar ese tiempo en que no ha estado con ellos, ¿es difícil robar ese tiempo?No me siento culpable porque estoy estoy haciendo algo que que tengo que hacer. Les he dedicado muchísimo tiempo a lo largo de mi vida y siempre que me necesiten estoy. Pero hay momentos en los que no puedo estar. Si me llamas, voy, pero ahora estoy escribiendo. También es verdad que habrá veces que ellos estarán deseando, como todos los hijos, que yo no esté, claro (risas).

Hay tiempo suficiente para estar juntos, compartimos muchas cosas, muchas comidas, muchas cenas y hay momentos donde no estoy y es verdad que algunas veces me apetecía acostar a Olivia y no estaba. Yo creo que ellos me notan presente permanentemente, pero sí quería hacer ese guiño.

¿Le ha pasado mucho escribiendo esta novela?A veces que no he estado, sobre todo en verano, porque he aprovechado las vacaciones. En El Hormiguero las tenemos bastante largas, entonces me encierro tres meses y el verano pasado, por ejemplo, había vacaciones familiares y de 15 días pues estuve ocho, bueno, o cinco.

En su biografía y se destaca en varios lugares, dice trabajó en obras...Esa frase se le ocurrió a Miriam, que es mi editora y la hemos mantenido en las biografías de los libros. Trabajé en obras casi tres años.

¿Y qué tal fue esa experiencia? Una mierda (risas).

¿Qué hacía?Era era un oficio que no sé si seguirá existiendo o si será completamente distinto. Yo era laborante, cogía muestras tanto de hormigón como de tierra para hacerles un control de calidad en un laboratorio. Llegaba una hormigonera a la obra te tiraban el hormigón a la carretilla y luego tú con eso lo metías en la probeta y lo dejabas ahí 24 horas para que fraguara en las mismas condiciones que la obra. Luego te ibas a otra obra y hacías lo mismo o recogías las probetas del día anterior y así te pasabas todo el puto día. Te estoy hablando del año 88, ahora hay otra tecnología, pero entonces te sentabas en el suelo y hacías un hoyo de 30 por 30 centímetros con una maceta y con un cortafríos, cogías tierra, la echabas en la probeta, tomabas unos valores y te ibas a 100 metros para hacer otra. Era así de bonito mi trabajo.

¿Podemos buscar a Pablo Motos en Bocabesada o no?No, Pablo no sale, pero sí hago un guiño a El Hormiguero, de cuando cuando estoy hablando de los directivos, de cualquier sector, que son cobardes y hago una una referencia a que sería imposible que unos directivos compraran un programa de entrevistas donde salen dos muñecos de debajo de una mesa. Estoy convencido de que al plantearlo le echarían de la habitación sin ningún problema. También hablo de que probablemente el mayor éxito literario que existe y que nadie apostaba por él, tuvo una tirada de 5.000 ejemplares y fue La sombra del viento. Y como esos ejemplos, un montón, sabes? Sobre todo en la ficción en España, hace falta cierta valentía.

¿Superaron ese momento tenso en directo, cuando le reprochó plantearse fichar por otra cadena?El cabrón me sacó eso y yo no sabía que lo haría, porque trabajo allí y podría haber tenido acceso a la entrevista, pero no lo quise tener y que me sacara ese momento tan íntimo nuestro... Luego me pareció súper bonito porque había verdad en aquello que sucedió y moló que me lo sacara, pero en el momento que me hizo la pregunta hay un momento en mi cabeza en el que digo ¿qué cojones está haciendo? (Risas).

La amistad no siempre es un camino de rosas…Somos muy amigos y nos queremos mucho y fue un momento de dificultad. Se tienen a lo largo de las relaciones personales y profesionales y más cuando se juntan las dos, pero todo está en su sitio y de puta madre.

No te gustó mucho como algunos medios titularon lo que dijo del final de 'Cuentos Chinos' y de Jorge Javier...Es un ejemplo más. Y esto me da mucha rabia porque yo entiendo la necesidad de titular, pero hay un momento en el que ya la falta de rigor es tan absoluta… puedes poner un titular más o menos llamativo o puedes titular algo de una manera un poco perversa. 
​No soy amigo de Jorge, pero tengo muy buena relación con él. La tengo muy buena desde hace bastante tiempo porque hubo un momento en el que él me se portó muy bien conmigo. Cuando yo saqué mi primera novela tuvo un gesto fantástico. Yo eso siempre lo lo reivindico y es imposible que hable mal de Jorge Javier y no lo haría públicamente.
​A veces hay titulares que no tienen nada que ver con la realidad. Todos estamos en el mundo y es normal exagerar, es normal intentar llamar la atención, eso forma parte del juego, pero ya el que no tenga nada que ver con el sentido de lo que tú has dicho, eso no puede ser.

¿Eso le coarta a la hora de hablar?No, a mí no Pero mira, tú tienes ahí grabado que yo he llamado cabrón a Pablo Motos. Si titulas: Juan del Val: "Pablo Motos es un cabrón". ¿Estás mintiendo? No, pero sí. Y a mí eso me preocupa, pero no impide que yo siga hablando. Que yo siga hablando solo lo puede impedir que me echen y el día que me echen, dejaré de hablar.

¿En la tele, lo medido o lo moderado no tiene cabida?Al revés. Es que ese es el problema. El problema es que todo está demasiado moderado y encuentras un montón de personajes que están cagados, que no dicen nada de lo que piensan o de lo que sienten o de lo que hacen, porque van a decir no sé qué. Al final hay mucha gente hablando sin decir nada, siempre tienes miedo a que te metan en un grupo. Si tú te identificas de una manera, ya eres un facha. Si identificas de otra, ya eres un rojo. Es un coñazo. Yo he procurado y procuro, y creo que lo logro, que me dé igual.

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