Hace apenas dos años, un vistoso edificio de Miami situado junto al mar colapsó y, en cuestión de segundos, se derrumbó. La torre de lujosos apartamentos estaba en aparente buen estado, pero un punto clave de su estructura interna quebró, y ocurrió la catástrofe. Fue tan rápido el desplome que no hubo tiempo a reacciones y murieron 97 personas.
Felipe González, preocupado por el pacto con Puigdemont, lleva unas semanas preguntando a las personas con las que se reúne si recuerdan la imagen de ese edificio. Se pregunta si hay decisiones que se están tomando en España que pueden actuar "como termitas en madera" y quebrar el edificio de convivencia en el que hemos vivido las últimas décadas.
Esta investidura –en la que todos sus protagonistas han superado los límites que se habían marcado ellos mismos– está tocando esos cimientos. Una vez que pase la votación de mañana, el nuevo Gobierno puede continuar con los daños, pero –en un inesperado giro de guion– también podría evaluarlos, neutralizarlos y evitar que el mayor temor de Felipe González se convierta en una triste realidad. Por soñar...
Comentarios