Borja Terán Periodista
OPINIÓN

El sublime plano secuencia de la vecina que grabó la palmera caer

La verdad se inmortaliza como nunca, pues hemos interiorizado que está literalmente en nuestra mano retratar aquello singular de lo cotidiano para que sea visto por los demás y, de paso, sentirnos testigos protagonistas de la sociedad que habitamos.
"Mira, mira, mira", comienza el vídeo de una mujer enseñando cómo el viento azota a una pobre palmera que se queda casi "tumbada". Desde la ventana de su casa, la señora no duda en grabar desde su ventana el movimiento oscilante del árbol.
"Mira, mira, mira", comienza el vídeo de una mujer enseñando cómo el viento azota a una pobre palmera que se queda casi "tumbada". Desde la ventana de su casa, la señora no duda en grabar desde su ventana el movimiento oscilante del árbol.
"Mira, mira, mira", comienza el vídeo de una mujer enseñando cómo el viento azota a una pobre palmera que se queda casi "tumbada". Desde la ventana de su casa, la señora no duda en grabar desde su ventana el movimiento oscilante del árbol.
Secuencia del vídeo en el que se observa cómo cae la palmera.
@SoyRafaCastro - TWITTER

Una palmera balanceándose. Un hombre con un paraguas al viento. Y una ventana indiscreta. Pero, esta vez, sin Alfred Hitchcock. El vídeo ha corrido por las redes sociales fruto de la espontaneidad de su narradora, pero también gracias a su capacidad de captar la épica de un temporal azotando los bloques de pisos de la calle Espartero de Sevilla.

María Luisa Maya graba cómo se zarandea la palmera que preside su barrio. Sin percatarse demasiado de su hazaña, está logrando un plano secuencia que es puro costumbrismo, sobre todo cuando irrumpe un señor peleándose con su paraguas desmontado por el viento. Ella recalca la pelea paragüera. Pero, en ese instante, de nuevo, la palmera se desestabiliza. Y resuena una escisión. El tronco no ha aguantado más. La palmera cae. Justo encima del trozo de calle por donde acaba de cruzar el hombre del paraguas. Ya no está, se ha salvado por un suspiro de suerte.

Y María Luisa empieza a gritar, como si estuviera entregando el premio gordo de una tómbola: "¡¡Se ha caído la parmera, señores!!". Celebra el desenlace. No porque el peatón en combate con su paraguas siga vivo, más bien porque ha captado la imagen: tiene el momento. Lo puede compartir con los suyos. WhatsApp y las redes sociales harán el resto. La imagen corre de móvil a móvil y, de ahí, de televisión a televisión. No basta con ver el vídeo sólo una vez, hay que repetir el visionado para encontrar nuevos detalles del adiós a una palmera.

Todos llevamos en el bolsillo una cámara lista para captar la realidad. Todos nos hemos convertido en reporteros. La verdad se inmortaliza como nunca, pues hemos interiorizado que está literalmente en nuestra mano retratar aquello singular de lo cotidiano para que sea visto por los demás y, de paso, sentirnos testigos protagonistas de la sociedad que habitamos.

Van evolucionando las formas en las que nos encontramos las imágenes. Pero hay una vicisitud que nunca cambiará: el carisma de quien mira y cómo lo comparte. Porque hasta una caída de un árbol se ve más o menos extraordinaria dependiendo de la persona que observa. La apasionada curiosidad de María Luisa ha relatado una historia completa de un día gris, en un cortometraje de poco más de un minuto. Porque las grandes historias también están en cada una de las ventanas de nuestras casas. Unos cierran la persiana, otros la abren. 

Mostrar comentarios

Códigos Descuento