Bad Bunny no quiere seguir haciendo música

  • El artista puertorriqueño muestra síntomas de agotamiento en 'nadie sabe lo que va a pasar mañana' tras tres años rompiendo todos los récords.
  • El videoclip de Mónaco, el único de todo el disco, está coprotagonizado por Al Pacino.
Bad Bunny, en su concierto en Coachella 2023.
Bad Bunny, en su concierto en Coachella 2023.
Frazer Harrison / Getty
Bad Bunny, en su concierto en Coachella 2023.

Bad Bunny está cansado, agotado y hastiado; Bad Bunny no encuentra ninguna motivación para seguir haciendo música. Aun así, Bad Bunny ha vuelto a sacar un gran disco – aunque sea algo completamente diferente a lo esperado.

El martes, 10 de octubre, la discográfica Rimas Entertainment le pegaba un revolcón a toda la industria musical al anunciar que Benito Antonio Martínez Ocasio, más conocido por su aka Bad Bunny, estrenaría un nuevo álbum el viernes de esa mismísima semana. 

La noticia, sin embargo, no venía tanto por el lanzamiento en sí, sino por el tipo de lanzamiento que, según se dejaba entrever en el tráiler publicado por la discográfica y el propio artista en sus redes sociales, se vendría ese día: la vuelta al trap de Benito.

En el mencionado tráiler, se podía ver al artista recorriendo en un coche de alta gama las calles de Nueva York para luego entrar en lo que parecía ser un restaurante asiático. Allí, se enfocaría el rostro de Bad Bunny y se vería al de Puerto Rico con la cabeza rapada, señal inequívoca que sus fans cazaron como pájaro al vuelo.

Bad Bunny es un artista multidisciplinar, genial en muchos sentidos, que ha conseguido crear un fenómeno fan y musical pocas veces visto en la historia de la industria del sonido (de hecho, sus cifras y charts están más cerca de los de gente como Michael Jackson o Kanye West que de la mayoría de los artistas latinos de su época).

Desde 2016, este puertorriqueño es imbatible. Desde los lanzamientos de Soy Peor o Tu no metes cabra, precursoras del autodenominado trap latino, Bad Bunny se sumergió en una espiral de crecimiento apabullante, muy pocas veces vista en la historia de la música, que alcanzó su peak entre 2020 y 2022, años en los que estrenó cuatro álbumes: YHLQMDLG, Las Que No Iban a Salir (mixtape con descartes), El Último Tour Del Mundo y Un Verano Sin Ti. 

Por poner al lector en contexto, Bad Bunny se convirtió en 2022 en el artista más escuchado de Spotify, le dio un sorpasso a Taylor Swift en ventas digitales y consiguió, gracias a sus reproducciones acumuladas, que las ventas de música en español se acercaran peligrosamente a las de la música en inglés.

Este mega éxito, pues en todo lo bueno hay siempre una cara negativa, levantó ampollas entre sus fans originales, sus acérrimos. Tras la publicación en 2021 de Yonaguni, single con más de mil millones de reproducciones en Spotify (y otro par de miles de millones en Youtube), el de Puerto Rico empezó a acumular ingentes cantidades de nuevos fans. Esta canción se alejaba de lo anteriormente hecho por Benito, pues ya no era trap latino, duro y chulesco, sino una especie de reguetón lento bañado en muchísimo pop que atrajo la atención de todo el mundo.

Con esta ola de nuevos fans, a los que sus más fieles empezaron a llamar 'yonagunitos', Bad Bunny dio un giro a su música y empezó a apostar por otros sonidos que quizá pueden parecer más comerciales, pero que también forman parte de la evolución lógica de un artista: en Un Verano Sin Ti, su disco más vendido hasta la fecha, coqueteo con el reguetón (cosa que ya había hecho anteriormente), el pop, la salsa y las baladas; una fórmula que funcionó y mucho, pero que no gustó nada a los amantes del autor de canciones como Me acostumbré.

Este nuevo hate, sumado al llegado por escándalos como el visto hace un par de meses, cuando le tiró el móvil al mar a una fanática que le insistía para hacerse un selfie, provocó que Benito no terminara de sentirse muy bien con su música, su posición como tótem de la industria latina y su excesiva fama. Además, empezó a plantearle una pregunta: cuando ya has conseguido todo lo que se puede conseguir, desde los récords más apabullantes hasta las cifras monetarias más obscenas, ¿qué te puede motivar a seguir haciendo música?

Con esta pregunta sobre la mesa, Bad Bunny ha estrenado nadie sabe lo que va a pasar mañana, un canto melancólico, pero también juguetón, que incita a la polémica desde la misma promo (el aparecer rapado, como mencionaba más arriba, es un guiño a la vuelta al trap que sus acérrimos le piden, pues en aquel momento ir siempre al cero era parte de su imagen de marca).

El álbum empieza con la redondísima canción de seis minutos Nadie Sabe, la mejor del disco, en la que Benito habla de todo esto que se explica arriba. No se corta al mencionar el incidente con el teléfono móvil y el mar, ni tampoco al decir que “ha mentido” a sus fans: al decir en la promo del disco que iba a ser un álbum para sus más fieles, no se refería a que iba a volver a hacer trap, sino a que en este disco iba a hacer "lo que le diese la real gana", por lo que solo ellos lo valorarían. Es sincero al contar, como también hace, que espera que con esto se le cancele de una vez y deje de hacer billones de reproducciones.

Bad Bunny saca a relucir su talento a la hora de componer (todas las letras son suyas) y muestra que es una persona que no solo está harta de lo que le rodea, sino aburrida. En Mr October, canción que sí coquetea con ritmos propios del trap latino, dice que le gustaría volver a no tener dinero para empezar de cero; para volver a sentir esa garra por la música al tener que pelear por lo que hace.

En todo el disco se muestra triste, hastiado y respondón. En otro verso, asegura “hace rato que me quité del trap, se lo deje a Eladio [Carrión, cantante también de Puerto Rico)”, dejando clarísimo a sus fans que el Bad Bunny de Booker T, ese que tanto esperan, ya no existe, ya se ha ido, ya no quiere volver.

En cuanto a las colaboraciones (que, por cierto, no muestra en el tracklist de Spotify; tienes que descubrirlas escuchando las canciones), aparecen Feid, Young Miko o Arcángel. También el mencionado Eladio Carrión, con quien hace Thunder y Lightning y se permite no solo coquetear otra vez con el trap, sino también meterse con J Balvin, otro gran tótem de la industria con quien llegó a sacar un álbum conjunto: Bad Bunny está en modo respondón y le da igual absolutamente todo.

El disco, aunque es quizá una muestra del agotamiento del mismo conejo malo, rebosa talento por doquier. Es cierto que es algo difícil de escuchar y puede resultar aburrido en algunos puntos, sin embargo, no deja de merecer la pena oír quejarse a un artista que lo ha conseguido todo, no sabe qué hacer con su vida y está en modo pasota (tan pasota, de hecho, que el álbum no tiene ningún intento de hit o focus track). 

Aun así, demuestra también quién es y lo lejos que puede llegar, pues horas después de estrenar el disco, cuando sus oyentes quedaban sorprendidos al descubrir que no iba acompañado de ningún videoclip, estrenaba uno, el de la canción Monaco, protagonizado por el mismísimo Al Pacino.

Bad Bunny ha vacilado a sus fans, tanto a los acérrimos como a los nuevos, haciendo un producto diferente e innovador, pero también complicado de entender; ha dejado claro que está harto de todo, que como expresa en su verso “me pasé el GTA, ya no sé qué hacer”, no tiene ni idea de dónde encontrar la motivación para seguir haciendo música; y que a él nadie va a decirle nunca qué debe hacer y qué no: “a mí no me exijas, Bad Bunny no es alcalde”.

El de Puerto Rico, o esto es al menos lo que se entiende escuchando sus más de ochenta minutos de trabajo, no quiere seguir haciendo música. Al menos, no de esta forma. El jinete que aparece a caballo en la portada del disco es él: quiere ser libre, quiere huir, quiere desaparecer.

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