El fantasma de la droga vuelve a San Blas, con narcopisos y toxicómanos en plena calle

Varias personas consumiendo droga en el parque El Paraíso, en San Blas
Varias personas consumiendo droga en el parque El Paraíso, en San Blas
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Varias personas consumiendo droga en el parque El Paraíso, en San Blas

El barrio madrileño de San Blas estuvo muy castigado por la epidemia de la heroína de los años 80 y 90. Con el paso del tiempo, este problema fue decreciendo en la zona. Sin embargo, los vecinos denuncian que ha vuelto, pero con novedades. Antes solían concentrarse en el parque El Paraíso, cerca de la estación de Metro de Simancas. Ahora, se han expandido a nuevas zonas. La calle Amposta es una de las más afectadas, aunque no la única. Las vías aledañas, y peatonales, también se están convirtiendo en puntos conquistados por estas personas. 

El trapicheo de droga ha ido aumentando a lo largo de los últimos años, según explican los vecinos y confirman fuentes policiales. "El problema es que desde que empezó 2023, ha crecido de manera mucho más rápida", apuntan algunos residentes. Algo que confirma Agustina Serra, presidenta de la Plataforma Vecinal de San Blas. "Es verdad que hemos notado cómo ha crecido", explica. "La mayoría es gente del barrio. No hay mucha gente que venga de otras zonas",añade. 

"No solo están en el parque El Paraíso— que ya muchos intentan no cruzar, sobre todo cuando se hace de noche—, sino que ahora utilizan los espacios interbloque para pincharse", apunta una vecina que prefiere no desvelar su nombre. Esto se debe, según comenta Agustina Serrano, a que "la Policía muchas veces entra en el parque (El Paraíso) y los toxicómanos se van a calles cercanas huyendo". Sin embargo, las personas que viven en estas vías sienten que ha supuesto un incremento de la inseguridad y la suciedad.

Los agentes de la Comisaría de San Blas se están volcando en este asunto. "El grupo judicial y la brigada (especializada en tráfico de drogas) trabajan para erradicar el problema", apuntan fuentes policiales. Sin embargo, es una tarea complicada. "Cuando se desarticula un punto de venta, siempre cabe la posibilidad de que aparezcan en otro sitio", indican. Además, aunque los agentes detengan a los vendedores de droga, hay ocasiones en los que no se decreta su entrada en prisión.

"Dejan las jeringuillas tiradas, restos de sangre, lanzan botellas de cristal contra los edificios e, incluso, mean en cualquier sitio", indican los vecinos. "Se ha convertido en un problema serio de salud pública", añaden. Creen que la causa de este incremento del trapicheo de drogas radica en la proliferación de narcopisos. "Tenemos localizados dos que hace unos meses no estaban", comentan. Están situados en el número 19 de la calle Encajeras y otro en la calle Sillería.

Han notado también un incremento de robos en comercios de la zona. "Roban en tiendas de ropa, en las fruterías del barrio e, incluso, en los tendederos de las casas", explican. "El otro día, dejé la ropa por la noche y cuando me levanté, casi todas las prendas habían desaparecido", comenta una vecina que prefiere no desvelar su nombre.  Pero no es lo único que ha sufrido en los últimos meses. "No sé cuántas veces he tenido que poner parabrisas nuevos en el coche porque me los habían robado", añade.

De Paraíso a las calles peatonales

La presencia de toxicómanos en el parque El Paraíso no es nueva. "Solían estar en la zona que más pegada a la estación de Metro". Pero desde la pandemia, y más especialmente desde finales del año pasado, estos "han ido invadiendo" otros puntos. En cualquier momento del día están en la calle Amposta y en las vías aledañas, sobre todo en las peatonales donde no pueden acceder los coches de la policía. La calle Encajeras, el Pasaje de la Rueca, de las Modistas, Sillería... Son algunas de las zonas en las que más se concentran actualmente estas personas para consumir o para vender droga.

Además de está "invasión" que los vecinos denuncian estar viviendo, aseguran que el perfil de los toxicómanos es de cada vez menor edad. Esto provoca que, muchas veces, no se atrevan a enfrentarse a ellos para decirles que deben dejar el barrio. "Imagínate que le dices algo a uno de ellos y te empuja... o te saca una navaja", comenta una vecina. "Tienen mucha más fuerza que yo", añade. Este sentimiento se extiende sobre todo a las personas mayores, que, al ser más vulnerables, temen algún día sufrir alguna agresión grave. "Cuando mi madre viene a verme a casa, intento que no salga sola de casa. Nunca le ha pasado nada, pero quién sabe si algún día se le podría cruzar el cable a uno de estos toxicómanos y hacerle algo", critican.

Los jóvenes no son el único perfil que está proliferando. También hay más mujeres que ahora consumen drogas, según explica la presidenta de la Plataforma Vecinal de San Blas.

Para tratar de mitigar esta proliferación de la droga en el barrio, los vecinos han acudido en numerosas ocasiones a los agentes de la policía que ven por la calle y enviado reclamaciones al Ayuntamiento. Sin embargo, se quejan de que, bajo su punto de vista, nunca han tomado medidas. "La policía siempre nos dice que no pueden hacer nada, que necesitan una orden judicial para poder entrar en los narcopisos y que es mejor que estén concentrados y localizados en una zona y no que empiecen a dispersarse", critican los residentes. "Además, dicen que si les quitasen la droga, los robos aumentarían porque necesitarían más dinero para poder comprarla", añaden.

No obstante, Agustina Serrano considera que el problema de la droga, además de los agentes, hay que combatirlo desde una perspectiva social. Por ello, está manteniendo reuniones con diferentes administraciones para intentar que pongan en marcha este tipo de medidas. "Lo que nosotros queremos es que se amplíe el Plan de Adicciones que se aprobó en 2017, cuando gobernaba Manuela Carmena", explica. "El apoyo social es fundamental para reducir este problema", añade.

"Estamos desbordados y no parece que la situación vaya a llegar pronto", manifiestan. "Si se hubiera atajado la situación hace meses, no estaríamos en este punto", se quejan. Y es que denuncian que se sienten "completamente indefensos cuando podríamos estar viviendo en un barrio supertranquilo", añaden.

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