La UE, ante la encrucijada: cómo afrontar una ampliación sin estar preparada para ella

Países candidatos a ser miembros de la UE
Países candidatos a ser miembros de la UE
Carlos Gámez
Países candidatos a ser miembros de la UE

Estar preparados. Esa es la máxima de la Unión Europea cuando se habla de la ampliación del bloque. Y es que ahora no lo está si quiere admitir nuevos miembros; esa es la realidad, asumida en Bruselas, y que empieza a ser explicada con insistencia desde las instituciones. ¿Cómo puede afrontar la UE una ampliación para la que no está (todavía) preparada? Por lo pronto, asumiendo que la arquitectura actual del proyecto comunitario no admite más socios: sería como convertir en un elefante a un animal que ya de por sí es lento, porque esa es su naturaleza. No se puede ser rápido teniendo que poner de acuerdo a 27 Estados miembros; no imaginemos si hay que concretar asuntos con 35 o 36. 

Esta es una guía de cómo la UE tiene que abordar su ampliación, sobre todo después de que la Comisión haya dado el visto bueno para que los 27, si así lo deciden, puedan iniciar negociaciones de adhesión con Ucrania y Moldavia:

Sergio Príncipe, doctor y profesor de la Universidad Complutense, explica a 20minutos que "no puedes dar nada por hecho en geopolítica internacional, y no podemos dar por hecho que la UE no se va a ver afectada por lo que pase en el exterior", sobre todo viendo los últimos acontecimientos. "Hay muchas cosas que hay que hablar, con respecto a la unanimidad, por ejemplo", sostiene, y recuerda que el Tratado de Maastrich (1993) "ya nació imperfecto, y se asumió. Con el de Lisboa no pasa eso. Se quiere abrazar al oso sin ni siquiera haberse acercado al oso".

¿Estás de acuerdo con la ampliación de la Unión Europea?

Para Príncipe existen "demasiados obstáculos por el momento y es demasiado optimista pensar en una ampliación en 15 años", con casos peculiares como Bosnia o la propia Ucrania. "Después de tantos años de expectativa los Balcanes se están agotando, y por ejemplo ahí Serbia sabe jugar a la carta rusa, que incomoda a todo el mundo menos a Hungría", esgrime. Y lanza un aviso: "No es lo mismo generar expectativas con Ucrania, que es un país en conflicto, que hacerlo con los demás países, con los que llevas trabajando quince años". El profesor entiende "la prisa de Bruselas pero cuanto más torpe sea peor será" y de momento "nadie quiere descartar una ampliación por fases". El gran problema de Bruselas, termina, "es que sabe lo que quiere pero no saber cómo hacerlo".

Los países candidatos

Ahora mismo la lista de países candidatos se ha elevado a un total de ocho: Turquía, Serbia, Montenegro, Bosnia y Herzegovina, Albania, Macedonia del Norte, Moldavia y Ucrania, con Georgia y Kosovo esperando en un segundo escalón como candidatos potenciales. Ahora mismo hay procesos de ampliación de todos los colores, dependiendo del país candidato. De todos los candidatos balcánicos a la entrada en la UE hay cuatro con conversaciones abiertas: Serbia, Macedonia del Norte, Albania y Montenegro, siendo este último el país más avanzado en el proceso: del total de 35 capítulos en la actualidad se han iniciado negociaciones sobre treinta y tres, de los cuales tres ya se han cerrado de manera provisional. Con Belgrado la situación es especialmente tensa, por su cercanía con los postulados de Moscú. Mientras, Skopje y Tirana -cuyos procesos son paralelos- han tenido que superar años de vetos y obstáculos.

"El problema es más bien que los Estados miembros tienden a decidir si permiten a los países avanzar (o les niegan esa posibilidad) en la vía de la UE basándose en consideraciones que tienen más que ver con su (propia) política nacional que con el progreso sobre el terreno en estos países, según las normas y condiciones acordadas", explica a 20minutos Corina Stratulat, jefa del programa de Política e Instituciones Europeas y analista senior del European Policy Centre (EPC), que también ve un problema en que el actual procedimiento de adhesión "no tiene soluciones para las cuestiones espinosas, como las disputas bilaterales, las situaciones de estatalidad no resueltas, la reconciliación, los Estados multiétnicos disfuncionales".

Ucrania y Moldavia, por su parte, mantienen la esperanza de que sus negociaciones de adhesión se abran antes de que acabe el año, y cuentan para ello con el beneplácito del Parlamento Europeo, aunque este no tenga poder de decisión en el proceso. La mayoría del resto de candidatos recibieron el estatus en las décadas de los 2000 y de los 2010, salvo Turquía, que está en el camino desde 1999; su adhesión, en cambio, resulta casi imposible, por tamaño -clave en el reparto de fondos- y por la deriva del Gobierno de Erdogan, cada vez más alejado de la UE. De hecho, las conversaciones llevan años congeladas.

Los Balcanes no son Ucrania

Una de las claves para hablar de la ampliación es dejar de ver la lista de aspirantes como un bloque monolítico. Es más, puede que incluso se vean tres diferentes: los Balcanes van por un lado -aunque no todos los países tienen las mismas necesidades, Turquía por otro, y ya por último encontramos a Ucrania y a Moldavia. Por eso hablar de una gran ampliación, con los ocho candidatos entrando a la vez en la UE es poco menos que una quimera. Ocho países, ocho caminos muy distintos. Sin ir más lejos, los Balcanes Occidentales llevan décadas en lista de espera mientras que Kiev y Chisinau apenas llegan a los dos años. Todo cuenta.

Véanse los ejemplos de Macedonia del Norte y de Albania, paradigmas de los tremendos obstáculos que se pueden encontrar en la ruta hacia la Unión. Macedonia del Norte es país candidato desde hace 17 años, y su proceso se estancó hasta tal punto que acaba de darse luz verde al inicio de las negociaciones. "La UE tiene que cumplir con las promesas pasadas", avisó en su momento su primer ministro, Dimitar Kovačevski, justo después de la cumbre (fallida) entre la Unión y los Balcanes occidentales en junio de 2021.

Hasta ahora, Skopje ha tenido que superar numerosos obstáculos. El primer veto, por cuestiones de tipo histórico, fue el de Grecia, que derivó en un cambio de nombre por parte del país candidato. Superado también el bloqueo de Francia, contraria hasta ahora a la ampliación de la UE, Macedonia del Norte salvó por último el 'no' de Bulgaria, de nuevo bajo la premisa histórica y cultural, según Sofía. Eso sí, el respaldo del Parlamento búlgaro (al plan apadrinado por Francia) exige a Macedonia más cambios relevantes en su Constitución. 

A Albania se le concedió el estatuto de candidato en 2014 pero los avances han sido muy lentos (y escasos) desde entonces. Su proceso ha ido de la mano del de Macedonia del Norte, por lo que también se acaban de abrir las negociaciones con Tirana. Con todo, Montenegro es el país más avanzado en el proceso: del total de 35 capítulos en la actualidad se han iniciado negociaciones sobre treinta y tres, de los cuales tres ya se han cerrado de manera provisional. Serbia, por su parte, lo tiene mucho más complicado. El acercamiento constante de su presidente, Aleksandr Vucic, a Vladimir Putin sigue levantando muchos recelos en Bruselas.

El reparto de fondos

Para ampliarse hacia fuera, la UE necesita reformarse primero por dentro, y en las instituciones ya lo asumen. Un ejemplo práctico del porqué de ese giro está en el reparto de fondos, que se da por PIB, por tamaño del Estado miembro y además una Unión más grande obligaría a recalibrar todo el presupuesto del bloque, un tema que ya está encima de la mesa y que empieza a provocar ciertas fricciones entre los 27 y entre el Consejo y el resto de instituciones, como se empezó a ver en la última cumbre del Consejo Europeo. 

Para muestra un botón: la entrada de Ucrania le convertiría en el quinto país más relevante de la UE, y su situación delicada provocaría que el resto de Estados miembros pasaran a ser contribuidores netos a la Unión -es decir, aportarían más dinero del que recibirían-, con los desequilibrios que eso puede provocar. "Hay que hilar muy fino porque la cuestión del presupuesto es una de las más complejas de la UE; no todos los Estados miembros piensan igual ni son igual de generosos, por así decir", resumen las fuentes consultadas por este medio.

Los datos, además, son muy gráficos en este sentido. Y es que la UE ha transferido más de 900.000 millones de euros en concepto de fondos regionales a los Estados miembros en las últimas tres décadas. Del total, España es el país que más dinero ha recibido, el 16%, seguida de Polonia (12%), Italia (10%), Alemania (9%) y Portugal (8%). En esa clasificación, Polonia quedaría superada por Ucrania en caso de que esta entrase, pero es que si lo hiciera Turquía el país otomano accedería en la UE como el socio más grande, por delante incluso de Alemania.

¿Una reforma de los Tratados?

Entonces, ¿se hace urgente una reforma de los Tratados para encarar una ampliación? Sí y no. "El Tratado actual todavía se puede ensanchar más en caso de una ampliación", avisan las fuentes. Pero todo depende de cómo se diera esa ampliación. Además de la cuestión de los fondos, la UE necesitaría trabajar en otros frentes como el fin de la regla de la unanimidad. Cada vez son más las voces que apuntan que si ya es complicado poner de acuerdo a 27 Estados miembros la cuestión se tornaría todavía más difícil con 32 o con 35 llegado el caso. Por eso podría imperar el voto por mayoría cualificada en cuestiones clave como las sanciones o la política exterior.

El actual Tratado, el de Lisboa, entró en vigor en el año 2004, justo cuando también se produjo la última gran ampliación de la UE. Desde entonces la Unión ha tenido que afrontar varias crisis consecutivas: la recesión del 2008, la crisis migratoria del 2015, la pandemia de Covid y la invasión rusa de Ucrania, con todas las consecuencias que todo eso ha tenido para el bloque. Los más favorables a una reforma de los Tratados aseguran que es una cuestión "de adaptarse a los tiempos", algo por lo que aboga desde hace mucho ya el Parlamento Europeo. ¿Dónde está el problema? En que para un nuevo Tratado hace falta unanimidad, y esta está lejana ahora mismo.

La UE bascularía hacia el Este

Con una UE más grande la foto cambiaría por completo; el mapa sería muy distinto al que hoy conocemos puesto que la Unión Europea bascularía hacia el Este y además habría que adaptar, por supuesto, el Parlamento Europeo (que de acuerdo a los Tratados puede contar un máximo de 750 asientos). Si entrasen todos los países de los Balcanes occidentales el peso político de esa zona se convertiría en la fuerza mayoritaria en los asientos del Consejo, con una visión de la UE diferente a la que puedan tener Francia, Alemania, España, Italia o Países Bajos, cuatro de los cuales son países fundadores de la Unión.

Ese peso del Este se está viendo reflejado precisamente en torno a la invasión rusa de Ucrania, con peso específico de países como Polonia o los Bálticos, que entre otras cosas son más partidarios de seguir bajo el paraguas de la OTAN en lugar de apostar por una integración más intensa del bloque comunitario en lo que a Defensa se refiere. Los Estados miembros de esa región fueron también los últimos en entrar, y su adaptación a la UE ha sido rápida pero en algunos casos incompleta; ese es un riesgo palpable también en el caso de los Balcanes y, sobre todo, de Ucrania y Moldavia.

Lo que no hay que hacer: la experiencia del 2004

La ampliación de la Unión es una cuestión de expectativas y también de no repetir errores pasados. La ampliación del 2004 resultó acelerada, casi incompleta, con 10 Estados miembros incorporándose de golpe y acabando dividida por el peso excesivo de todos los que estaba previsto que entrasen. De hecho, Rumanía y Bulgaria quedaron rezagados y tuvieron que esperar al 2007 para acceder a la Unión. A día de hoy son los países más pobres del bloque y su integración sigue con pasos por dar: aún no forman parte del espacio Schengen. Otra gran ampliación, con todo, no puede seguir el camino de aquella. La UE tiene que estar preparada... tiene que adaptarse a su nuevo yo.

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