Seis tiburones sardos habitaron durante casi dos décadas el lago del club de golf, Carbrook Golf Club, cerca de Brisbane, en Australia. El cómo llegaron allí y sobrevivieron en un hábitat que no era el suyo, es una curiosa historia sobre lo que la naturaleza es capaz de hacer.
Todo comienza en 1996, con una inundación de los ríos Logan y Albert, que atrapó a seis tiburones jóvenes, que, al retroceder las aguas de nuevo, quedaron encerrados en el lago rodeado de colinas cubiertas de hierba, durante 17 años.
¿Cómo sobrevivieron?
Los seis jóvenes tiburones crecieron allí, alimentándose de la gran reserva de peces que habitaban anteriormente el lago, y con alguna que otra pieza de carne que les proporcionaba el personal del club de golf.
The Carbrook Golf Club in Australia gained notoriety for its unique feature - a population of bull sharks (Carcharhinus leucas) that reside in one of its water hazards.
— Sharks Daily 🦈 (@SharksEveryDayy) September 28, 2023
The sharks are believed to have entered the golf course's water hazard during a flood in the 1990s. pic.twitter.com/dJwIQ50KaF
Diecisiete años después, no queda rastro de ellos. Se sabe que uno de ellos fue capturado ilegalmente y que los demás, fueron desapareciendo con inundaciones posteriores, que, quién sabe si, les devolverían al lugar del que procedían. Aunque lo verdaderamente sorprendente de todo esto, al menos para la ciencia, es cómo este grupo de tiburones pudo sobrevivir en un ambiente acuático de baja salinidad. Un nuevo estudio realizado por la Universidad Rurh de Bochum tiene la respuesta.
¿Qué conclusiones sacó el estudio?
De entrada, se sabe que esta especie de tiburones suelen encontrarse en aguas costeras cálidas de todo el mundo, y que alcanzan los 3-4 metros de largo y los 130 kg de peso. Además, son una de las pocas especies que toleran una amplia gama de salinidades, por lo que pueden nadar en aguas dulces y salobres -aquellas que tienen más sales disueltas que el agua dulce, pero menos que el agua de mar- como ríos y lagunas.
Sin embargo, al contrario que la mayoría de los de su especie, los tiburones sardos tienen riñones y glándulas rectales que les ayudan a reciclar y retener la sal en sus cuerpos, por lo que pueden sobrevivir, al menos durante su época de juventud, en este tipo de hábitats de agua dulce y salobre.
Y ahí está precisamente la clave del estudio: los tiburones pueden sobrevivir en este hábitat, pero, como les pasó a los seis de Carbrook, no crecen y evitan reproducirse en aguas de baja salinidad.
A raíz de esta investigación, los científicos descubrieron que su ritmo de crecimiento era más lento y que no se apareaban, lo que confirmó lo que los científicos sospechaban: que los tiburones evitan reproducirse en aguas de baja salinidad.
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