La inflación acelera una senda al alza que no parará hasta comienzos de 2024

Varias mujeres compran en una carnicería en un mercado, a 15 de marzo de 2023, en Madrid (España).
Varias mujeres compran en una carnicería en un mercado, a 15 de marzo de 2023, en Madrid (España).
Eduardo Parra / Europa Press
Varias mujeres compran en una carnicería en un mercado, a 15 de marzo de 2023, en Madrid (España).

Los precios del consumo han vuelto a coger vuelo en los últimos meses. Desde que la inflación tocara mínimos el pasado junio, el IPC ha vuelto a repuntar hasta situarse en el 3,5% en septiembre y todo apunta a que en los próximos meses el encarecimiento del coste de la vida seguirá acelerando hasta comienzos de 2024. El Banco de España prevé que la inflación alcance de nuevo el 5% en el primer trimestre de 2024 y analistas como Funcas —el centro de estudios de las antiguas cajas de ahorro— auguran niveles similares.

Buena parte de este "rebrote" de la inflación, sobre todo el que se va a producir en los últimos meses de 2023, se debe al 'efecto base' estadístico. Y es que aunque los precios de consumo se quedaran congelados hasta enero —algo prácticamente imposible—, la inflación se mantendría todavía por encima del 3% durante todo ese periodo. 

Hasta el punto de que si se toman como base las previsiones de inflación de Funcas, se puede decir que tres cuartas partes del aumento de la inflación esperado para octubre se deberá a ese efecto estadístico. Mientras que en los meses de noviembre, diciembre y enero el efecto base explicaría el 60% del incremento previsto en el IPC interanual.

Ese 'efecto base' no deja de ser una consecuencia de cómo se mide habitualmente la inflación. Al final, el dato de IPC que se conoce cada mes no deja de ser un porcentaje que refleja cuánto han subido los precios en comparación con el mismo mes del año anterior. Por lo que la cifra depende tanto de los precios en el mes actual como de los que se registraron el año pasado. ¿Y qué ocurrió en la parte final de 2022? Pues que los precios del consumo bajaron: en enero de 2023 eran un 0,5% inferiores a los de agosto de 2022. Este alivio provocará, por sí mismo, que los datos de inflación en los próximos meses vayan a ser más desfavorables.

A ello hay que añadirle que, a diferencia de lo que ocurrió en el tramo final de 2022, este año sí se espera que se produzcan alzas de precios entre agosto y enero. El año pasado los precios de la energía se desplomaron en los mercados internacionales, una vez superado el temor al desabastecimiento y gracias también a las medidas de apoyo del Gobierno. Sin embargo, el tramo final de 2023 se está caracterizando por un repunte de precios en el componente energético que viene sobre todo por el lado del petróleo. 

Cualquiera que coja el coche habitualmente se habrá dado cuenta: la gasolina cuesta ahora un 10% más que antes de las vacaciones de verano y el diésel, un 18%. Los recortes en la producción de petróleo impulsados por la OPEP+ están tirando al alza de los precios del crudo en todo el mundo, lo que perjudica especialmente a países importadores como es el caso de España.

La incertidumbre por las medidas de apoyo

Después de un invierno en el que la inflación repuntará, el consenso está en que a partir de la primavera de 2024 irá volviendo poco a poco al redil. Sin embargo, el panorama para el año próximo está rodeado de incógnitas. La primera y más inmediata en lo que atañe a la inflación será qué ocurre con las medidas de apoyo. 

La incertidumbre que rodea a la formación de Gobierno en España hace que sea difícil prever qué ocurrirá con los paquetes de apoyo que el actual Ejecutivo en funciones ha ido aprobando estos meses y que vencerán con la llegada del año nuevo si nada lo impide. La vicepresidenta primera en funciones y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, deslizó el lunes pasado que no descarta prorrogar algunas de las medidas actualmente en vigor si la coalición en el Gobierno logra reeditar su mandato. 

La curva de inflación de 2024 dependerá de si hay prórroga o no de las medidas de apoyo y, en caso afirmativo, de cuáles. Los analistas han elaborado sus previsiones bajo la premisa de que no se renovará el paquete de ayuda energética —que incluye toda la rebaja fiscal de la factura de la luz y el gas o la 'excepción ibérica'—. 

No prorrogar las medidas provocaría un repunte automático en los precios de la energía, que llegarían a crecer hasta un 25% interanual en primavera, según estima el Banco de España. Sin embargo, en la segunda mitad del año permitiría devolver a la inflación a su objetivo y estabilizar las subidas por precios de una vez por todas. 

En este punto, la reacción de hogares y empresas a una eventual retirada de las medidas se antoja clave. Si las subidas de precios de la energía se trasladan de nuevo al resto de los productos, como ocurrió con el shock energético inicial, la inflación —especialmente la subyacente— tardará más en bajar. 

Por otro lado, unos precios de la energía más elevados ahogarían aún más a las familias españolas, que ya soportan desde hace meses la losa del euríbor, que ha disparado las hipotecas a cuatro millones de hogares. Si los hogares recortan más su consumo, las empresas se acabarán viendo obligadas a recortar precios. Esto provocaría un descenso más rápido de la inflación, pero también tendría consecuencias sobre el crecimiento de la economía, que se vería penalizado. A favor de los hogares juega que la bajada de la inflación que se ha producido en 2023 les permitirá recuperar algo del poder adquisitivo perdido en 2021 y 2022.

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