OPINIÓN

La cuesta interminable

Una persona echa gasolina del surtidor de una gasolinera.
Una persona echa gasolina del surtidor de una gasolinera.
Eduardo Parra / EUROPA PRESS
Una persona echa gasolina del surtidor de una gasolinera.

Suben los tipos y el euríbor se dispara, se desmadran hipotecas y alquileres, te arruinas en la gasolinera ya seas de gasolina o diésel, te quedas sin presupuesto para echar al carro un litro aceite y un kilo de azúcar y la factura de la electricidad te deja a dos velas. Durante el último año y pico, los precios galopan cuesta arriba sin apenas freno, escalando ochomiles, mientras los políticos y gurús de turno siguen aplicando recetas que no curan mal alguno, es más, lo empeoran. Y la bola crece y crece vaciando los bolsillos, hasta un punto indeterminado a partir del cual amenaza con caer cuesta abajo, arrasando con todo y todos.

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