Miguel Ángel Aguilar Cronista parlamentario
OPINIÓN

Honra sin barcos

Alberto Núñez Feijóo durante el pleno de investidura.
Alberto Núñez Feijóo durante el pleno de investidura.
Eduardo Parra / Europa Press
Alberto Núñez Feijóo durante el pleno de investidura.
¿PREGUNTAR OFENDE? por Miguel Ángel Aguilar

Se atribuye a Casto Méndez Núñez, almirante en la Guerra Hispano-Sudamericana, aquello de "más vale honra sin barcos, que barcos sin honra". Hay otras variantes de esta disyuntiva como, por ejemplo, la de "más vale morir con honra que vivir con vilipendio", "más vale morir de pie que morir de rodillas" o, en línea con Arturo Soria y Espinosa, "más vale ser asesinado que asesino".

De estos asuntos de la honra nada se dijo en todas las intervenciones del debate de investidura del candidato Alberto Núñez Feijóo en las anteriores sesiones del Pleno del Congreso los días 26 y 27. Todo lo más hubo algunas referencias a la dignidad que algunos invocaron como constitutiva de su conducta, dejando a sus antagonistas carentes de ella.

Al candidato Feijóo quiso humillarle su antagonista, el presidente Sánchez, rehusando subir a la tribuna de oradores para darle la réplica. Esa tarea fue asignada a un subalterno desconocido sin maneras, Óscar Puente, ajeno por completo a las mínimas exigencias de la torería, quien desde la primera frase dejó constancia de su tosquedad y de su afán desmedido por embarrar el ruedo, cumpliendo con escrúpulo el encargo recibido sin ofrecer el menor respeto para el candidato ni para el público que llenaba los tendidos en ocasión tan señalada. Se sucedían en el uso de la palabra los portavoces de los grupos parlamentarios de mayor a menor en número de diputados, las réplicas y las contrarréplicas del candidato que cerraban cada uno de los turnos.

A Vox, tercer grupo en importancia por número de escaños, Feijóo le trató con lejana condescendencia sin faltarle al respeto ni darle confianza. Ironizó con la primera portavoz del grupo de Sumar, sin que le fuera a la zaga la dosis de lo mismo que administró al segundo interviniente de esa misma formación.

El secretario general del Partido Comunista de España salió escaldado, pero donde el candidato lució sus facultades fue en la lidia de Esquerra Republicana y Junts, por un lado, aclarando que el PP les había superado en votos en Cataluña y mostrando extrañeza por el contubernio que semejan quienes confluyen con ideologías antitéticas y un solo dios verdadero la independencia que están prontos a declarar. A los vascos les dedicó atención diferenciada, esforzándose en separar a los asesinos y afines asimilables en torno a Bildu de los que prefirieron evitar la senda del cainismo sangriento.

Era muy de ver cómo el tendido socialista se dejaba decir una y otra vez las exigencias que sus aliados nacionalistas e independentistas reiteraban en aras de la investidura anhelada. Componían una retahíla insaciable de amnistías y referenda concluida siempre con la promesa de volver a hacerlo: ho tornarem a fer. Feijóo subía incansable a la tribuna para responder y replicar. Acertaba con las maneras y los modos, sin dejarse ganar por la cólera, ceder a las provocaciones ni dejarse vencer por concesiones a la demagogia para encender a la tropa.

Al candidato Alberto Núñez Feijóo, en la votación nominal por llamamiento, le faltaron cuatro escaños para la mayoría absoluta que se requería, pero la tarde del miércoles salió del Congreso mucho más líder del PP que cuando había entrado. Enfrente, los del grupo socialista tuvieron poco que celebrar.

Algunos, para explicar los cambios de Pedro Sánchez sobre cuestiones como la amnistía y la autodeterminación, recordaron la curva del perro y traían a colación la prodigiosa curva que describe la línea recta de Lenin. Continuará.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento