Poco más de dos años ha durado el alto el fuego en la República de Artsaj, la región separatista de Nagorno Karabaj. Un alto el fuego que se había roto en multitud de ocasiones y que había mantenido esta región en disputa entre Armenia y Azerbaiyán en un pulso continuo. El pasado 19 de septiembre el Ejército azerí comenzó una ofensiva relámpago para completar lo que había empezado en 2020. Menos de 24 horas después las autoridades de Azerbaiyán aceptaban la rendición de Artsaj. Las calles de Bakú se llenaron de ciudadanos que celebraban la conquista de un territorio en conflicto desde hace más de tres décadas. Mientras tanto, la situación en el Nagorno Karabaj era muy distinta. Más de 28.000 personas abandonaban el territorio, de mayoría armenia, hacia el país vecino.

Grandes colas de automóviles abarrotan todavía la carretera que une el enclave separatista en Azerbaiyán con Armenia. Se calcula que en torno a 120.000 personas viven en Nagorno Karabaj y todavía se desconoce cuantas decidirán abandonar el territorio por el temor a represalias. El Centro de Información de la autoproclamada república ha asegurado que los ciudadanos que deseen abandonar la región podrán hacerlo. Mientras, el presidente azerbaiyano, Ilham Alíev, ha prometido que respetará los derechos de los karabajíes; aunque el primer ministro de Armenia, Nikol Pashinián, ha advertido del peligro de una "limpieza étnica".

Las autoridades armenias han declararon que darán alojamiento a todos los desplazados, muchos de los cuales ya han recibido albergue en Kornidzor, en la frontera con Azerbaiyán y a unos 150 kilómetros de Nagorno Karabaj. Este martes, durante el traslado de los refugiados, se ha producido una explosión en un depósito de combustible que ha acabado con la vida de 125 personas y provocado centenares de heridos. Las circunstancias de este hecho son todavía desconocidas, aunque por el momento ninguno de los bandos lo ha achacado a un ataque deliberado.

Al menos 125 muertos y varios centenares de heridos al explotar un depósito de combustible en Nagorno Karabaj

Reducir la dependencia de Rusia

La victoria relámpago de Azerbaiyán llega en medio de un desajuste geopolítico en la zona. Armenia ha acusado a Rusia de pasividad por no actuar contra los azeríes. Rusia no es solo el gran aliado del Gobierno armenio (con quien tiene un acuerdo de defensa y bases en su territorio), sino que también es el encargado de controlar los corredores entre Armenia y Nagorno Karabaj. 

"Los azeríes han visto que Rusia no tenía capacidad ahora para defender a Armenia y ha aprovechado para lanzar la segunda parte de la ofensiva de hace unos años. Ya habían conquistado el 70% y ahora han querido terminar de hacerse con el territorio", dice a 20minutos Alberto Priego, profesor de Relaciones Internacionales de Comillas ICADE.

El rol de Rusia en el Cáucaso Sur con las antiguas republicas soviéticas se ha visto mermado por el esfuerzo bélico que está desarrollando en Ucrania. Armenia ha criticado duramente al Kremlin porque los 2.000 pacificadores desplegados en Nagorno Karabaj no han hecho nada para impedir los boicots de Azerbaiyán en los corredores e impedir la ofensiva. Rusia, por su parte, se ha escudado en el argumento de que el Tratado de la Amistad, Cooperación y Asistencia Mutua firmado en 1997 le compromete a defender a su socio en caso de agresión exterior, pero no a intervenir en Nagorno Karabaj, un territorio reconocido internacionalmente como parte de Azerbaiyán.

La tensión entre Ereván y Moscú viene de lejos. La aparente inacción del Kremlin ha sido criticada en reiteradas ocasiones por el primer ministro armenio, Nikol Pashinián. El líder armenio ha llegado a decir que su país debe modificar su política exterior y de seguridad con el fin de reducir su dependencia de Rusia y "cooperar con todos los socios que estén dispuestos a dar pasos mutuamente beneficiosos".

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"Armenia sobrevive militarmente porque Rusia e Irán le ayudaban, pero en vista de que ahora Rusia no podía han querido tener cerca a Estados Unidos y han realizado ejercicios militares con ellos, y eso ha sido identificado por Rusia como una traición", reconoce Priego. Además, el mandatario armenio ha dado luz verde a la ratificación del tratado fundacional de la Corte Penal Internacional (CPI), que emitió hace unos meses una orden de arresto contra el presidente ruso, Vladímir Putin.

Pese a ello, Rusia insiste en que Estados Unidos y Europa no pueden competir con ellos en esa región y que son necesarios para dar apoyar a Armenia económica, energética y militarmente. 

¿El final del conflicto?

La capitulación de las autoridades Artsaj y el previsible acuerdo que firmarán los dirigentes de Azerbaiyán y Armenia el próximo 5 de octubre en la Cumbre Europea que se celebrará en Granada no significa que se haya solucionado el conflicto. "Lo que probablemente va a ocurrir es que todo el territorio va a acabar bajo control de Azerbaiyán. Lo que está por ver es qué va a pasar con el estatus de ese territorio", manifiesta Priego, que apuesta por "una autonomía dentro de Azerbaiyán".

Las fuerzas karabajíes están ya en proceso de desarme  y han entregado hasta el momento más de 3.200 armas pequeñas, sistemas portátiles de defensa antiaérea, armas antitanque y ocho vehículos blindados, según el Ministerio ruso de Defensa, que supervisa el proceso. Además han señalado también se han entregado 435.000 municiones.

Con todo, las manifestaciones en Armenia por un posible acuerdo con Azerbaiyán piden desde hace días la destitución de Pashinián, al que acusan de traicionar la causa. Está todavía por ver que aceptan las partes en el acuerdo y como reacciona la población karabají y armenia. La tensión interna podría aumentar pese al desarme y se corre el riesgo de que facciones descontentas puedan tomar el control de las acciones bélicas contra el Ejército azerí.