Imanol Arias dice adiós a 'Cuéntame': "Se cumple un ciclo que tengo que respetar. No soy nostálgico"

Entrevista a Imanol Arias
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Entrevista a Imanol Arias
JORGE PARÍS

Imanol Arias se trata con sus personajes como con unos primos hermanos, hasta el punto de que a veces uno no diferencia quién es quién, ni dónde está el padre de ficción, dónde el actor, dónde el huraño vendedor. En este cruce de identidades permanente que vive un actor, Arias comienza hoy una particular despedida que debería ser dolorosa, pero que él quiere recorrer sin nostalgia. Cuéntame, la serie más longeva de la televisión española y la sexta emitida en el mundo, empieza su adiós hoy, 18 de octubre, con su última temporada: 413 capítulos, 23 temporadas y 22 años de emisión. Es el fin de una parte de la historia televisiva por la que su protagonista fundamental siente y pide respeto. Si algún devoto, no obstante, quiere seguir viéndolo en acción, Arias representa en el teatro Infanta Isabel de Madrid a Willy Loman, figura nuclear de Muerte de un viajante, hasta el 3 de diciembre.  Charlamos con Imanol-Willy-Antonio de sus papeles, que es tanto como decir, de sus diferentes pieles.

Hoy, día 18, empieza el final de Cuéntame. ¿Qué le produce, pena, alivio, nada...?Ha sido una experiencia muy importante, llena de cosas buenas y de momentos de trabajo estupendos. Lo que siento es que se ha cumplido un ciclo importante. Y que tengo que respetarlo, de ahora en adelante porque no vivo del recuerdo, no soy nostálgico. Y la mejor forma de encarar el futuro es aceptar el presente. No quiero faltarle al respeto. ¿Qué me sugiere? Que me tome las cosas con calma. Han surgido proyectos, hay ideas y no tengo ninguna urgencia, voy con muy pocas prisas. Y de lo que tengo la sensación es que yo para volver a hacer un personaje me tiene que gustar, evidentemente, y me tiene que haber pasado algo. 64 kilos y un bigote, que es a lo que me lleva a Alcántara, no pueden aparecer más porque le estaría faltando al respeto a mi trabajo. Y si no se puede, tardaré en volver y seguiré haciendo teatro.

No recuerdo haber hecho enemigos en 'Cuéntame'

¿Se lleva amigos personales de esta aventura?Los compañeros han sido muy importantes. Ha sido un trabajo de tú a tú, aprendiendo de muchos, enseñándoles otras. Amigos personales que no es tan frecuentes, hay muchos. No recuerdo haber hecho enemigos en Cuéntame. Puede haber habido tensión, pero no tengo ni nostalgia ni venganza. 

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El actor, de 67 años, lleva cuarenta de profesión.
JORGE PARÍS

Esta última temporada se centra en cada personaje, en siete capítulos.  ¿Qué capítulo le gustaría que hicieran de Arias?Este tipo que tienes delante ha tenido la suerte de hacer muchos personajes, con lo que el que menos interesa es él. Yo nunca haría un capítulo de Imanol Arias. He sido contado ya, a través de entrevistas, de personajes, no he sufrido grandes cambios físicos (no me he puesto gordo nunca, mira que lo he perseguido). El recuerdo no es lo importante. Lo importante es lo que le pase a la gente viéndolo. Ellos ya saben que Antonio Alcántara se muere y cómo se muere. Yo lo veía más viendo como la velocidad de la vida comienza a entorpecerle. Esta especie de angustia, pero no le sirve para nada. Solo puede hurgar y leer y lo torpe que es la memoria. Hay un compañero mayor que tiene un problema de próstata que yo no padezco, Herminia me lo recuerda continuamente. Tiene que renovarse el carnet y se caga porque está mayor y ese conductor no da pie con bola. Lo importante es que consigas, dentro de la gran mentira que es todo, el entretenimiento es uno de los grandes manipuladores, que hayas conseguido momentos que han sido vitales. Los que hayan sonado dentro de la manipulación de todo esto se queda para uno. Y uno se va haciendo viejo como los jarrones chinos.

Ha vuelto al teatro con Muerte de un viajante, como quien dice tras su apoteosis en Argentina. ¿Es un buen estímulo para afrontar la tercera temporada en España?Ha sido estupenda. La obra sigue una tradición sobre el montaje de Miller, que dirigió Rubén Szuchmacher. Esta misma versión, muy parecida, la había hecho el argentino Alfredo Alcón y, de alguna manera, la obra tiene un sitio y una memoria y ha sido maravilloso encontrarse con otros actores, con otra propuesta 15 años más tarde: el sueño roto, la verdad que todos conocemos, pero no queremos admitir de Willy en países latinoamericanos tiene una entrada clarísima. Primero porque conocen la sociedad americana y hay muchos aspectos de la suya que están mal copiados. Y el segundo, el tema de la clausura, de la edad, de la modernidad... son países aparentemente jóvenes, pero que demandan otra marcha. Y ha ido muy bien, nos hemos enfrentado a un reto, que allí es frecuente, que es trabajar en grandes auditorios. Hay teatros en Rosario y en Córdoba que se crearon para Caruso, cuando fue él. Son de 1.600 personas, con una acústica parecida a la del Colón. El de Montevideo también es para 1.400. Y luego tuvimos el incidente del de Buenos Aires.

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Imanol Arias dice adiós a su serie bandera.
JORGE PARÍS

¿Qué pasó en Buenos Aires?Íbamos tres días a un teatro y el espectáculo que estaba en ese momento iba tan fuerte que en Argentina no se baja cuando va bien. Y nos quedamos sin teatro. Y como ya teníamos casi 2.000 entradas vendidas, nos llevaron al teatro de la Ópera, en una sola función. Hacer un espectáculo allí, alguien decía que era una actuación no brillante, sino titánica, por el esfuerzo. Y funcionó muy bien. Además, personalidades del mundo del teatro, maestros, colegas, asistieron y se creó un día muy especial. Yo he vivido mucho en Buenos Aires. He hecho teatro, tengo mucha relación con la ciudad y el país. Ya no se me recibe como extranjero, sino como alguien de allí que vive fuera. No les canso, porque no vivo allí todos los días. Luego hubo anécdotas, como que la gran actriz Mirtha Legrand (96 años), quisiera venir. Había estado mala y se levantó de la cama para hacer tres cosas y lo dijo: voy a ir a la peluquería, luego iré a la confitería De Moni (que es donde va siempre) y voy a ir a ver al señor Imanol Arias. Me avisaron porque quería saludarme. Vio la función con un micrófono puesto y al final se levantó. Pusieron alfombra roja y todo. Y cuando entró, parecía que la función había terminado, pero estaba recién empezada. Y para más colmo, ella iba don los dos grandes productores que tienen teatros en toda América. Y también con Susi Pecoraro, con la que yo hice la película Camila, una película que durante 30 años tuvo allí un éxito brutal. El público argentino es muy aficionado y aprecia mucho las cosas hechas directamente. Allí intentar lucirse, no es muy conveniente. Es mejor que vean que las cosas no son para tanto.

El único legado que perdura no es tu persona, son los pequeños hitos que tú hayas conseguido a tu manera

¿Hay muchas diferencias entre el público español y el resto?Los españoles nos vinculamos mucho con el personaje, con el actor. A veces permitiendo que el actor se repita, se perdona más. Allí, lo que piden y te agradecen toda la vida son los momentos que les has entregado. Se lo oí decir a Federico Luppi y al maestro Héctor Alterio, a Alcón: el legado no es la memoria que dejes cuando te mueres (allí dicen cuando te mueres todo el mundo se olvida de vos a no ser que tengas una estatua). No se olvida de aquella escena que se partió la caja contigo, o en la que lloró. El único legado que perdura no es tu persona, son los pequeños hitos que tú hayas conseguido, a tu manera. Descubrir eso en un país tan 'sentimental' como España, donde somos todos corredores de fincas y tomadores de la propiedad, damos alta de todo: oye, que me has gustado, oye que ahora no. Por eso, en España tenemos que tener un respeto al público y no andarnos con bobadas.

En 40 años, hay momentos dolorosos, urgentes, trágicos, errores... Cuando cometes un acierto, hay que bajarse de la espuma, cuando tienes un error hay que pedir perdón

Y cuando ese actor encarna a uno de los actores más seguidos y conocidos de la televisión en la piel de Antonio Alcántara, ¿esa exigencia es mayor?Una primera e ingenua intención antes que nada es que no se parezca nada a Antonio Alcántara. Algunas frases de Willy, por como las dice, podrían tener alguna referencia. Y ha costado limpiarse. En mí no solo se suma (y es para bien o para mal, en esta profesión nunca hay nada que sea obvio); es que llevo 40 años en la televisión y por fortuna, salvo Fortunata y Jacinta, Cañas y Barro, y Curro Jiménez, entre otras, he hecho las series de cuando la televisión tenía 20 millones. Al estar en televisión, en el que en cierto modo tienes el poder de comunicar cosas a la gente que le interese. En 40 años, hay momentos dolorosos, urgentes, trágicos, errores... Cuando cometes un acierto, hay que bajarse de la espuma, cuando tienes un error hay que pedir perdón. Todo eso va a acumulando algo sobre ti que en España te deja una huella muy notable. Algo que todo artista debe tener en cuenta, no como artista, sino como personaje público.

Esta obra es un fiel reflejo de la condición humana: hipocresía, frustración, mentira, orgullo, venganza... ¿Por qué hay que verla?La tragedia de Willy Loman es que lo ve así, pero cree que tiene que ser así, y aunque sabe que no es así, miente para que sea así. Willy es un esclavo feliz. En ese momento del personaje, era la época de la automoción, la nueva capacidad de viajar y la expansión y el vender. Decía "cuando vayamos al norte, ya veréis, será como un ábrete Sésamo, tengo amigos, puedo dejar el coche en cualquier calle que la policía cuidará de él". Esa mentira se la cree tanto, tanto que es imposible admitir el fracaso. La obra ahora empieza a hacer más evidente la clausura generacional, es decir, el cambio tecnológico nos ha puesto en la misma circunstancia que a Willy: las maletas ya no viajan en el coche, viajan en el vehículo. Y el catálogo es mucho más real, ahí ves las medias. Y Willy, de todo el cuentecito, elige (es muy sutil) lo que va a predominar. Se trata de alimentarnos, de vacunarnos. Existía el cuento de caer bien. Las empresas más importantes del mundo viven de caer bien.

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Arias, en un momento de la entrevista.
JORGE PARÍS

¿En qué coinciden Imanol Arias y Willy, y Antonio Alcántara con Willy?Antonio e Imanol no coinciden en nada con Willy. Yo soy mucho menos trágico, mucho más vulgar. Probablemente, menos valiente porque he vivido largamente una época analógica, y hasta los 19 que es cuando te formas en una sociedad industrial, el dueño de la fábrica venía a misa de 7 yo era monaguillo y las señoras a las 8, cuando mi aita entraba a las 8 el que abría las puertas era el dueño. Era una fábrica de 400 tíos, no un taller pequeño. Mi padre trabajaba vendiendo, amortiguadores y aceites industriales. Yo una vez ya estando en Cuéntame observaba a mi padre a ver qué miedos tenía... En un momento determinado, al quinto año de la serie, empieza a pedirme fotos, algunas con dedicatoria. Hasta que le pregunto que para qué las quiere. Y me contesta que es una herramienta de trabajo increíble.: "Yo llego, voy a altos hornos, allí no te recibe nadie. La secretaria primera es el cepo, es como la aduana. Quería ver al señor tal. Ella dice que me da una cita que no está. A nombre de, mi padre decía de Imanol Arias, y sacaba una foto mía. Luego añadía, soy el padre. Pues Willy Loman es así, tiene que ligarse a la secretaria para poder entrar. Mi padre era tacaño y trabajador, empezó de la nada y terminó siendo el padre de Imanol Arias. Cuando dejó de trabajar se deprimió y lo contraté de conductor, hasta que murió. Son dos mentiras, en el caso del personaje es descarado, y mi padre estaba encantado de conocerse.

El teatro es difícil y auténtico. El teatro es la palabra

Para hacer un personaje así de dramático, ¿hay que pensar en los problemas que uno tiene a título personal?A veces, en lo audiovisual, para hacer el dibujo hay circunstancias que te pueden recordar cosas. En el teatro es mucho más difícil y auténtico. El teatro es la palabra. Tiene que ver con elementos, como la arquitectura, que te marca el ámbito del espectáculo, de lo que va a sentir la gente. Y dentro está la palabra, porque toda representación que hagas es falsa: caminas en dos pasos y has recorrido toda la ciudad, sacas la leche, pero se bebe. Para hacer este personaje, hay que leer profundamente al autor. Lo que más demanda es que lo visual no contradiga la verdad de la palabra. Si uno tiene una escucha buena y encima interesa, como actor de teatro no te queda más remedio que ir a la verdad y al texto. Y para hacer Willy Loman uno siempre se encuentra con ese gran momento que Miller volvió a definir diciendo que era una tragedia. Se fue a Pekín e hizo Willy Loman sin capitalismo, allí solo conocían obras de la mujer de Mao y un par de Chejov. Y después de un año, hizo un montaje de dos horas que es que el que vemos aquí, que es sobrecogedor. Si hay algo que es difícil de engañar al público, es el oído. La vista, como vemos ya con la inteligencia artificial, nos engaña, el cerebro no sabes si sientes emoción de verdad. El teatro tiene que ver con lo cuántico, con la glándula pineal (que regula, entre otras cosas, el sueño) y con ejercerlo con honestidad. Yo nunca había visto Hamlet, y le vi hacerlo a José Luis Gómez en el teatro María Guerrero; iba andando y la potencia estaba en lo que decía. Me di cuenta de que yo no había llegado ni a la esencia. Por eso me costó tanto. Estuve en un hospital durmiendo tres días porque no podía con ella. Toda esa evolución me costaba mucho hacerla pura. Tendía a buscar en cada intento algo nuevo, como un pez que se ahoga.

Actuar con mi hijo Jon en 'Muerte de un viajante' nos ha acercado mucho

Para entonces, ya había hecho en las tablas El coronel no tiene quien le escriba. ¿Y aun así le pudo la presión?Sin embargo, El coronel está basando en una novela tan perfecta. La obra que hizo Saura era tan poco pretenciosa y tan bonita, Carlos es un creador de imágenes poderoso. Quizás no se entretenía en intervenir con los actores, pero tenía un oído preciso para decirte cuando aquello sonaba. Cuando llegaba ese día, se marchaba. Él venía de rodar en México una película con tres canciones de Chabela Vargas. En el Falla de Cádiz, cuando sonaba Vargas, el coronel volaba. Luego había una reflexión de Márquez al final que era tan poderosa como la obra: "No jodáis los sueños de los viejos".

Su hijo Jon trabaja con usted en esta obra. ¿Eso facilita las cosas o las complica?Yo he trabajado con su madre (la actriz Pastora Vega) haciendo Calígula en Buenos Aires, y no es lo mismo. Trabajar con mi hijo en un principio fue una idea que pareció evidente, pero luego no lo era tanto. Sin embargo, suplimos lo familiar para hacer la función. Él me dio un tiempo porque tenía otros intereses y lo que ha hecho es acercarnos mucho como padre e hijos, precisamente porque no hemos trabajado en esa dimensión. El otro actor, Andreas Muñoz, es brillante, especial, educado en Londres. Jon, que es muy alto, cuando le grita "¡no soy nada...!" y ese viento al flacucho de su padre, ha sido una experiencia. En América, en el Ópera cuando salgo y digo está todo bien, he tenido que volver y noto la acústica. Mi hijo, que es músico y ha hecho conciertos, cuando oí los tres golpes, me dijo tira para adelante. Ha sido muy buena experiencia. Yo quiero mucho a mis hijos, como todo el mundo, y lo que he hecho es no dejarlos en manos de nadie. El segundo (Daniel) es actor y le gusta trabajar y tiene mucho parecido conmigo. Ha hecho Alcántara joven tan bien, tan bien que no se le puede poner una pega.

La obra estará en cartel hasta el x de noviembre.
La obra estará en cartel hasta el 3 de diciembre.
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