Las revolucionarias gafas 3D que fracasaron en Japón por algo que no imaginarías

La moda de las películas 3D pegó muy fuerte hace unos años. Cine al que ibas, cine en el que tenías la posibilidad de poder ver una de las películas de la cartelera del momento en impresionante y alucinante 3D.
La moda de las películas 3D pegó muy fuerte hace unos años. Cine al que ibas, cine en el que tenías la posibilidad de poder ver una de las películas de la cartelera del momento en impresionante y alucinante 3D.
La moda de las películas 3D pegó muy fuerte hace unos años. Cine al que ibas, cine en el que tenías la posibilidad de poder ver una de las películas de la cartelera del momento en impresionante y alucinante 3D.
La moda de las películas 3D pegó muy fuerte hace unos años. Cine al que ibas, cine en el que tenías la posibilidad de poder ver una de las películas de la cartelera del momento en impresionante y alucinante 3D.
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La moda de las películas 3D pegó muy fuerte hace unos años. Cine al que ibas, cine en el que tenías la posibilidad de poder ver una de las películas de la cartelera del momento en impresionante y alucinante 3D. Para algunos una revolución audiovisual que estimulaba la forma en la que las películas se disfrutaban. Para otros, un sacacuartos innecesario que sólo provocaba incomodidad con unas gafas que hacían más menos que más. Igual es que a nosotros nos pilló un tipo de boom cinematográfico 3D del que se abusó demasiado, promoviendo películas en ese formato continuamente cuando no era necesario. Seguramente las hubiéramos disfrutado igual con una imagen de calidad “cine” y sin pagar los abusivas cifras que se manejaban (sí, ahora sigue caro, pero no por el 3D). 

Es innegable que había películas totalmente enfocadas a verse con este tipo de formato, como el caso de James Cameron y su Avatar en el año 2009 que, siendo sinceros, es una experiencia visual alucinante. El problema surge cuando el 3D era metido con calzador. Lógicamente, no triunfó. Según la Motion Picture Association of America (Asociación Cinematográfica de Estados Unidos), a pesar de que en 2011 se estrenase un total récord de 47 películas en 3D, la recaudación global en taquilla nacional descendió un 18%, hasta los 1.800 millones de dólares, frente a los 2.200 millones de 2010.

Seguramente el 3D acabe volviendo porque este tipo de corrientes son cíclicas. Igual con una nueva manera de mostrar las imágenes o con  otro dispositivo tecnológico que convierta la experiencia cinematográfica en un nirvana audiovisual. Eso no lo sabemos, pero lo que sí es cierto es que a la gente le gusta lo que es barato y cómodo. Lo primero igual no podrá ser porque… Bueno, los precios suben y suben, pero lo segundo sí que puede ser más fácil, más que nada porque sabemos de un caso en el que, aunque el avance fuese revolucionario, por el simple hecho de no ser reconfortante ya supuso un fracaso entre el público. Os hablamos del día en el que se estrenó en Japón la película Metroscopix con las primeras gafas 3D anaglifas. Una anécdota sobre cómo un matiz muy, muy sutil, puede fastidiar una experiencia.

Gafas Anaglifo.
Gafas Anaglifo.
CC

¿Cómo funcionan estas gafas?

Lograr mostrar una imagen tridimensional con una imagen en 2D es un proceso que se ha llevado a cabo durante muchísimos años. El primer atisbo de movimiento tridimensional se produjo entre 1850 y 1860, cuando varias personas empezaron a combinar máquinas que mostraban una serie de imágenes rápidamente y la fotografía estereoscópica para crear una imagen tridimensional en movimiento. Louis Ducos du Hauron, un científico francés, patentó el anaglifo en 1891. Un efecto 3D estereoscópico que se consigue codificando la imagen de cada ojo mediante filtros de colores diferentes, normalmente cromáticamente opuestos, siendo los más habituales el rojo y cian. Las imágenes 3D anaglifo contienen dos imágenes de colores filtrados diferentes, una para cada ojo. Cuando se ven a través de las "gafas anaglifo" "codificadas por colores", cada una de las dos imágenes llega al ojo al que está destinada, revelando una imagen estereoscópica integrada. La corteza visual del cerebro la fusiona y se obtiene una especie de composición tridimensional.

Anaglifo del entorno de la Alhambra
Anaglifo del entorno de la Alhambra
UGR

Ese mismo año, John Anderton propuso otro método para crear 3D. Su sistema dividía una imagen en dos trayectorias de luz diferentes utilizando técnicas de polarización y luego desviaba una imagen separada en cada ojo. A diferencia del anaglifo, la técnica de polarización no perdía ninguna información de color, ya que las imágenes conservaban su espectro cromático original. Sin embargo, las fotos perdían luminancia, por lo que era necesaria una pantalla de plata para reflejar más luz y compensar así la pérdida de brillo.

Las películas en 2D despegaron en 1896 y 1897 y, tras muchos experimentos, los formatos creativos, como el encuadre y el corte, empezaron a hacerse evidentes en 1910. La primera película en 3D fue presentada por los primeros cineastas Auguste y Louis Lumiere en 1903. La película se llamaba L'Arrivee du Train (La llegada del tren), que dejaba al público aterrorizado y emocionado cuando un tren locomotor parecía chocar contra ellos.

En la época de 1950 se dio una de las épocas doradas del cine 3D con el estreno, por ejemplo, de la película Metroscopix, con la que los espectadores podían experimentar una profundidad de imagen brutal con el uso de las gafas anaglifas. Bueno… Más o menos.

Portada de Metroscopix
Portada de Metroscopix
CC

El fracaso de las gafas 3D en Japón

Este dato no lo podríamos obtener sin haber leído el manga Una Vida Errante de Yoshihiro Tatsumi, que cuenta de forma autobiográfica cómo surgió el “Gekiga”, una corriente iniciada en torno a 1950 donde varios autores buscaban distanciarse de las obras de carácter infantil y mostrar un manga más maduro. Una lectura recomendadísima para entender las inquietudes de artistas que consideraban que el mundo de la historieta podía tener argumentos más oscuros.

En una parte de la trama, Una Vida Errante menciona el estreno de la película Metroscopix en el año 1953 y que, aunque pudieras alucinar con el efecto de la imagen, la gente salió un poco decepcionada ya que, para poder verla en 3D tenían que tener las gafas continuamente en la mano porque… ¡NO TENÍAN PATILLAS PARA APOYARLAS EN LAS OREJAS! Tenían que colocárselas en los ojos como si de un monóculo se tratase, y claro, estar viendo una película mientras se te está agarrotando el brazo por sujetar un trocito de plástico con lentes de colorines… Pues cómodo, cómodo, no es. Claro ejemplo de que da igual el avance tecnológico que le muestres a la sociedad, si no es adecuado, no es un buen avance para la humanidad.

Ahora sólo queda esperar a que las películas 3D vuelvan a nuestros cines, aunque seguro que con mejores resultados que Metroscopix de 1953 en Japón. Vamos, eso sin dudarlo.

Panel del manga “Una VIda Errante” de Yoshihiro Tatsumi.
Panel del manga “Una VIda Errante” de Yoshihiro Tatsumi.
CC
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