Las subidas de tipos del BCE y la inflación ahogan a las familias: la hipoteca sube un 35% y la cesta de la compra un 10% en un año

Evolución ascendente del Euribor que dificulta a las familias afrontar el pago de las hipotecas
Evolución ascendente del Euribor que dificulta a las familias afrontar el pago de las hipotecas
Henar de Pedro
Evolución ascendente del Euribor que dificulta a las familias afrontar el pago de las hipotecas

El bolsillo del hogar medio español tiene cada vez más agujeros. Las familias llevan casi dos años soportando el efecto de las fuertes subidas de precios que han devaluado unos salarios que no han crecido al mismo ritmo. Pero también han tenido que hacer frente a los efectos secundarios de la quimioterapia con la que el Banco Central Europeo (BCE) intenta eliminar el cáncer de la inflación. Diez subidas de tipos de interés —la última este jueves, de 0,25 puntos más— que han encarecido drásticamente las hipotecas variables.

En España hay algo más de 4 millones de familias que financian sus inmuebles con préstamos variables. Los hogares que aterrizaran de sus vacaciones en septiembre y se encontraran con que les tocaba revisar la hipoteca se han encontrado con subidas en la mensualidad que pueden llegar hasta el 35% si les tocaba hacerlo con el euríbor de agosto. Esto, traducido a una hipoteca media —150.000 euros a 25 años con una actualización anual y un diferencial sobre el euríbor de un punto— supone pagar 229 euros más al mes.

Tampoco hay que olvidar que las subidas de tipos de interés también afectan a los créditos al consumo. La letra que los hogares pagan para financiar un coche, un ordenador, un móvil, una lavadora... también se ve afectada por los tipos de interés y se encarece. Además, conviene recordar que un 5% de los hogares españoles tiene que endeudarse para llegar a fin de mes. Muchos de ellos, previsiblemente, recurren a créditos al consumo. La estadística del Banco de España refleja que el volumen de este tipo de préstamos se disparó en julio a máximos desde 2009. 

Dejar de pagar la hipoteca no es una opción, salvo que no quede más remedio, así que el gasto se recorta de otras partidas. Algo que no resulta nada fácil cuando los precios de los productos básicos se han encarecido tanto en el último año. Un desembolso innegociable es la alimentación, cuyos precios eran en agosto un 10,5% más elevados que el año anterior, según el Índice de precios de consumo del INE. Productos como el aceite de oliva (un 52,5% más caro que hace un año), el azúcar (42,5%), el arroz (22%), las patatas (18%), la carne de cerdo (16%) o leche, queso y huevos (12%) se han encarecido más todavía.

A los alimentos se han sumado recientemente los combustibles, que han iniciado una nueva escalada de precio en las últimas semanas, impulsados por el encarecimiento del petróleo. La gasolina 95 está ahora un 8,6% más cara que antes del verano y el gasóleo, un 13,4%. No obstante, los carburantes se mueven ahora en niveles de precio similares a los de estas alturas del año pasado.

Los hogares recortan gastos, la economía sufre

El deterioro de la situación económica es común en toda la eurozona. El PIB de los países del euro está estancado y varios países —entre ellos Alemania, la principal economía del Viejo Continente— en negativo. El frenazo en Europa se deja notar ya en las exportaciones, que restaron crecimiento a España en el segundo trimestre. Sin embargo, el bajón en el consumo interno se prevé que impacte de lleno en el tercer y cuarto trimestre del año.

"Atravesamos una fase de crecimiento muy lento", explicó Christine Lagarde en la rueda de prensa posterior a la decisión el BCE. El banco central ha revisado considerablemente a la baja sus previsiones de crecimiento para los próximos años. Se espera que el PIB de la eurozona apenas avance un 0,7% en 2023 (dos décimas menos de lo esperado en junio) y un 1% el año próximo (cinco décimas menos). Una revisión que, en su mayoría, refleja la situación actual de la economía. "Los momentos difíciles son ahora. Tenemos confianza en que el crecimiento tomará impulso en 2024", apostilló Lagarde.

El BCE corre un riesgo cada vez mayor de provocar una recesión económica en su lucha por aplacar los precios y mantener su credibilidad. Lagarde insiste en que, aunque la inflación ha caído, quieren reforzar ese progreso. "Lo hacemos [subir los tipos] no porque queramos forzar una recesión, sino porque queremos que la estabilidad de precios llegue a la gente que se está llevando la peor parte de las subidas de precios, que son los menos privilegiados", señaló.

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