Miguel Ángel Aguilar Cronista parlamentario
OPINIÓN

Pentecostés en el Congreso

Vista general de una sesión plenaria en el Congreso de los Diputados, a 21 de diciembre de 2021, en Madrid (España). El Congreso decide hoy si se tramita la modificación del Código Penal en materia de imprudencia en la conducción de vehículos a motor y la Proposición de Ley Orgánica de Retribuciones de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. La Mesa del Congreso ha acordado que todas las votaciones del Pleno del Congreso de esta semana, se realicen de forma telemática para reducir la presencialidad en el hemiciclo y evitar aglomeraciones que pudieran facilitar contagios de la variante ómicron de coronavirus. MADRID;20211221;CONGRESO DE LOS DIPUTADOS;SPAIN;INT;21 DEC 2021;EUROPA PRESS;NEWS;POLITICS;A. PEREZ MECA;PRESS A. Pérez Meca / Europa Press 21/12/2021
Vista general de una sesión plenaria en el Congreso de los Diputados.
Europa Press
Vista general de una sesión plenaria en el Congreso de los Diputados, a 21 de diciembre de 2021, en Madrid (España). El Congreso decide hoy si se tramita la modificación del Código Penal en materia de imprudencia en la conducción de vehículos a motor y la Proposición de Ley Orgánica de Retribuciones de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. La Mesa del Congreso ha acordado que todas las votaciones del Pleno del Congreso de esta semana, se realicen de forma telemática para reducir la presencialidad en el hemiciclo y evitar aglomeraciones que pudieran facilitar contagios de la variante ómicron de coronavirus. MADRID;20211221;CONGRESO DE LOS DIPUTADOS;SPAIN;INT;21 DEC 2021;EUROPA PRESS;NEWS;POLITICS;A. PEREZ MECA;PRESS A. Pérez Meca / Europa Press 21/12/2021

Cuenta el capítulo 2 de los Hechos de los Apóstoles: "Al cumplirse el día de Pentecostés, estando todos juntos en un lugar, se produjo de repente un ruido proveniente del cielo como el de un viento que sopla impetuosamente, que invadió toda la casa en que residían. Y aparecieron, como divididas, lenguas de fuego, que se posaron sobre cada uno de ellos, quedando todos llenos del Espíritu Santo; y comenzaron a hablar en lenguas extrañas, según que el Espíritu les otorgaba expresarse. Residían en Jerusalén judíos y varones piadosos, de cuantas naciones hay bajo el cielo, y habiéndose corrido la voz, se juntó una muchedumbre, que se quedó confusa al oírles hablar cada uno en su propia lengua. Estupefactos de admiración, decían: "Todos estos que hablan, ¿no son galileos? Pues ¿cómo nosotros los oímos cada uno en nuestra propia lengua, en la que hemos nacido? Partos, medos, elamitas, los que habitan Mesopotamia, Judea, Capadocia, el Ponto y Asia, Frigia y Panfilia, Egipto y las partes de Libia que están contra Cirene, y los forasteros romanos, judíos y prosélitos, cretenses y árabes, los oímos hablar en nuestras propias lenguas las grandezas de Dios". Todos, fuera de sí y perplejos, se decían unos a otros: "¿Qué quiere decir esto?" Otros, burlándose, decían: "Están cargados de mosto".

Con asombro análogo podrá observarse enseguida el fenómeno a que dará lugar el uso de las lenguas cooficiales en el Congreso de los Diputados, tarea a la que se ha entregado sin demora la presidenta de la Cámara, Francina Armengol, en cumplimiento de las instrucciones recibidas de Moncloa, donde están decididos a comparecer con la cestita cargada de ofrendas -venid y vamos todos / con flores a Waterloo- en aras de predisponer a Carles para lograr que todos los puigdemones den su voto a torcer a Pedro Sánchez cuando le llegue el turno, tras ser designado candidato, de comparecer ante el Congreso para solicitar la confianza y ser investido presidente del Gobierno. 

Para encajar el uso de esas lenguas habría que proceder a una reforma del Reglamento que está pendiente desde hace décadas. Cabría inspirarse en el Reglamento del Senado, que incluye disposiciones sobre cómo proceder al respecto. Claro que para evitar frivolidades convendría que quien presida la sesión advirtiera al orador que opte por el uso de alguna de las lenguas cooficiales de la imposibilidad de alternarla con ninguna otra a lo largo de toda su intervención.

Traíamos aprendido en el artículo 3 apartado 1 de la Constitución que "el castellano es la lengua española oficial del Estado" y que "todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla". El apartado 2 precisa que las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos. Y en el apartado 3, que "la riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección". Cuestión distinta es que algunas de las Comunidades Autónomas, al declarar su lengua diferencial como lengua propia, hayan sumido al castellano en la penosa condición de lengua impropia, sin atender al hecho incontrovertible de que en todas las autonomías el castellano es la lengua de uso mayoritario por la población. 

Además, las Comunidades de mayor impregnación nacionalista cabalgan el propósito de expandir la ignorancia del castellano hasta erradicarlo. En cuanto al Reglamento del Senado, observemos también el apartado 1 del artículo 84 del Capítulo Sexto titulado Del uso de la palabra, donde se dispone que "los discursos se pronunciarán sin interrupción, se dirigirán únicamente a la Cámara y no podrán, en ningún caso, ser leídos, aunque será admisible la utilización de notas auxiliares". ¿Imaginan los lectores cómo cambiaría la dialéctica parlamentaria si esa prohibición de leer los discursos se respetara en el Senado y se introdujera en el Congreso? Atentos.

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