Cuando un conserje solucionó el teorema más famoso de las matemáticas... en unos dibujos animados

Las series de la infancia siempre tienen un lugar cálido y agradable en nuestros corazones.
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Externos

Las series de la infancia siempre tienen un lugar cálido y agradable en nuestros corazones. Todo recuerdo que evoque la sensación que teníamos cuando éramos pequeños se atesora con mimo. En la época de los noventa muchos de nosotros nos levantábamos por las mañanas entre semana viendo series (o reposiciones eternas de series) con las que nos quedábamos obnubilados mientras desayunábamos. Luego normal que llegáramos tarde a clase. Siempre era necesario ver por decimoquinta vez cómo Cell absorbía a C-17 en Dragon Ball y observar cómo luego Goku se sacrificaba para nada. Era obligatorio mientras te tomabas los cereales. Si te lo perdías… Pues no pasaba nada. Al de unas semanas volvían a echar el mismo capítulo y ahí estábamos. Otra vez. Tomando los cereales y viendo cómo Cell absorbe a C-17. Por decimosexta vez. Qué infancia más bonita.

Además no es que el panorama cambiase el fin de semana, ya que aunque no madrugásemos mucho, siempre había algún canal en la televisión que echaba algo que nos gustase. El Laboratorio de Déxter, Vaca y Pollo o Las Supernenas son ejemplos de series que han dejado huella en muchas generaciones (y las que quedan, que no serán pocas). Muchas de ellas cumplían la función básica que tenían que cumplir. Entretener y que nos riéramos de vez en cuando. Pero siempre hay alguna obra que se sale del molde. Que destaca por encima de las demás porque aporta algo que ninguna otra ha podido mostrar. Que, además de entretener, ha querido romper con los estereotipos e ideales que estaban instaurados en la sociedad de aquellos años. ¿Qué serie puede ser tan revolucionaria… y qué además sea de dibujos animados? La verdad es que justamente, así de primeras, decir que trata de un grupo de amigos cuya trama se desarrolla principalmente en el patio de recreo de un colegio puede quitar un poco de chicha a nuestro argumento. Pero es precisamente este detalle el que hace que La Banda del Patio sea reconocida como una serie rompedora y que, actualmente, se vea con unos ojos diferentes a una serie de dibujos animados al uso. Y sí, además de eso hablaron sobre matemáticas avanzadas en un capítulo, y eso no podíamos dejarlo pasar.

La banda del patio que rompió moldes

Esta serie la protagoniza un grupo de amigos con perfiles muy, pero que muy diferentes. El líder, Theodore Jasper “T.J.” Detweiler, un chaval inteligente y carismático con un gran sentido de la amistad; el mejor amigo de éste último, Vince La Salle, un joven que destaca de forma sobresaliente en los deportes, Ashley Spinelli, una chica mal etiquetada como “marimacho” por gustarle todo lo que le gusta a “los chicos”; los deportes, la lucha libre profesional y, sobre todo, por no compartir el estereotipo de chica coqueta, ya que si se tenía que pelear con alguien el propio T.J. afirmaba que es capaz de vencer a un gigante, por su valentía y rudeza. Como segunda miembro del grupo de amigos, Gretchen Grundler, cuya inteligencia es tan grande como la fuerza de Spinelli. Luego tenemos al grandullón que, de primeras, creerías que por su apariencia y tamaño debería ser un matón de colegio, pero todo lo contrario. Todo lo que tiene de grande lo tiene de bonachón, el corazón de oro Mikey Blumberg; y la última incorporación al grupo de amigos, tímido y reservado, Gus Griswald, que ve en T.J. un modelo a seguir.

Aunque a priori parezcan personajes estereotipados, el desarrollo de todo el grupo es notable durante el transcurso de la serie. Todos ellos se ven influenciados por las personas que hay en el patio del colegio, que refleja una sociedad con sus estratos sociales. Cada grupo está bien diferenciado. El grupo de las Ashleys lo conforman chicas adineradas (llamadas Ashley como Spinelli, todo un shock) que se creen “selectas” y que miran a todos los demás por encima del hombro. El grupo de excavadores… Que excava. Randall, el chivato que siempre existe en todo patio de recreo al que nadie se quiere acercar, o el Rey Bob, que imparte “ley” en lo alto del columpio “Viejo Roñoso”... O la zona de parbulitos, donde reina una anarquía absoluta. Como se puede observar, al elenco principal de personajes se le suman unos secundarios que nutren la trama de manera muy orgánica. Pero la que rompe el molde completamente es la profesora Grotke, una mujer progresista y feminista que quería inculcar en sus alumnos la capacidad crítica, como que se cuestionen lo ya existente, que se planteen si el funcionamiento del sistema es correcto y, sobre todo, que piensen; que no se crean lo primero que ven. 

Como ejemplo, en uno de los capítulos de la serie podemos ver cómo está repartiendo libros de Historia y les dice “Chicos, no os creáis este libro de historia al pie de la letra ya que solo recoge lo relacionado con los varones blancos y occidentales”, o en otra clase donde critica a los padres fundadores de los Estados Unidos diciendo que “Los Padres fundadores excluyeron totalmente de sus proclamas a todo un género. ¿Dónde estaban las Madres Fundadoras?”

Está claro que hay personajes dispares, pero personalmente queremos destacar a uno que pasa un poco desapercibido y que nos llamó la atención en un capítulo. El conserje Hank, que limpia los pasillos del colegio… Y además es un genio de las matemáticas.

El teorema de Fermat-Wiles resuelto en una pizarra

En el capítulo “Un genio entre nosotros”, la banda del patio descubre que Hank resuelve en la pizarra un problema matemático propuesto por Gretchen. Pero no uno cualquiera, ya que Gretchen clama que ha demostrado el “teorema generalizado de Fermat-Wiles” en unos pocos segundos. Sí, la reacción de Gretchen es lógica, más que nada porque esta demostración no ha podido obtenerse hasta pasados MUCHOS años de su proposición (Y Hank la ha resuelto en nada de tiempo).

El teorema de Fermat-Wiles enuncia que si n es un número entero mayor o igual que 3, entonces no existen números enteros positivos x, y y z, tales que se cumpla la siguiente igualdad.

Teorema de Fermat-Wiles
Teorema de Fermat-Wiles

Premisa simple, pero de muy difícil demostración. La suma de dos números elevados cada uno al cubo no puede ser igual a otro número elevado al cubo. Para ahondar un poco en por qué se ha tardado tanto en encontrar una explicación al teorema hemos hablado con Mates Mike, un excelente divulgador matemático que comparte su conocimiento en su canal de Youtube y nos ha contado que Fermat, en el año 1637 soltó un “mira, no voy a demostrar esto porque no tengo sitio en el borde de la libreta, pero es trivial eh.”

Nos tenemos que ir hasta el año 1995, donde, después de muchos años de trabajo e investigación, Andrew Wiles presentó dos manuscritos que fueron revisados y publicados en su totalidad en la revista Annals of Mathematics. Estos trabajos supusieron el último paso para demostrar el último teorema de Fermat, 358 años después de que se conjeturara. Sí Fermat, super trivial, la verdad. Y Hank el conserje lo soluciona en una pizarra de colegio en 5 segundos.

Bueno… A decir verdad… Igual no.

Hank “resolviendo” la ecuación generalizada de Fermat Wiles.
Hank “resolviendo” la ecuación generalizada de Fermat Wiles.
Disney Plus

Observando con detenimiento las imágenes del capítulo, el propio Mates Mike afirma que, de primeras, lo escrito en la pizarra puede no corresponder con la demostración oficial de Andrew Wiles, así que quedan dos opciones. O que Hank haya descubierto otra manera de demostrarlo… O que la serie no fuera tan rigurosa como nos hubiera gustado. Sinceramente, hubiera sido impresionante que coincidieran las demostraciones, pero todo no puede ser. Aún así, descubrir estos pequeños detalles matemáticos en una serie tan guay como La Banda del Patio nos hace tan felices como ver la serie en sí. Igual va siendo hora de verla otra vez, con su mítica musiquilla de introducción y sus pequeños detalles que la hacen única.

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