Helena Resano Periodista
OPINIÓN

#SeAcabó es solo el principio

Manifestación en Madrid en apoyo a las jugadoras de la Selección española y de Jenni Hermoso tras el beso no consentido del expresidente de la RFEF, Luis Rubiales.
Manifestación en Madrid en apoyo a las jugadoras de la Selección española y de Jenni Hermoso tras el beso no consentido del expresidente de la RFEF, Luis Rubiales.
EFE/ Mariscal
Manifestación en Madrid en apoyo a las jugadoras de la Selección española y de Jenni Hermoso tras el beso no consentido del expresidente de la RFEF, Luis Rubiales.

Muchos de los que estaban aquella noche en Sidney pensarán que el #SeAcabó les ha robado el mejor momento de su vida. Pensarán que justo cuando habían logrado una victoria histórica, cuando todo el mundo se giraría para darles las gracias, alabarles el esfuerzo, la estrategia y la perspicacia de lograr llevar a un equipo de jugadoras hasta lo más alto del fútbol femenino, alguien decidió robarles ese momento. Muchos pensarán que es lo que tendría que haber pasado y que, no fue un beso o un pico lo que lo arruinó todo, sino una campaña "orquestada" y manipulada.

Algunos siguen ahí. Más de 15 días después, siguen pensando que aquel beso no fue para tanto. Que el #SeAcabó es una cortina de humo para que no hablemos de los problemas reales, de la investidura, de la sequía… Sí. Lo he escuchado muchas veces estos días. Porque algunos siguen sin entender absolutamente nada.

El comunicado de los jugadores de la selección de fútbol masculina dice mucho de lo molesto que resulta para algunos hombres tener que enfrentarse a esto, tener que mirarse en el espejo y admitir dónde están. Para muchos es casi una obligación tener que decir que lo que hizo y dijo Rubiales estuvo mal, fue un abuso de poder y que su reacción posterior empeoró todo. Los aplausos de los miembros de la Asamblea de la RFEF fueron el mejor ejemplo de lo ‘desubicados’ que estaban algunos. Solo cuando la reacción social aquí y fuera de España ha sido abrumadora, solo entonces, se han movido de posición.

Muchos se sienten obligados a mirarnos con respeto. Les cuesta una barbaridad admitir que no son feministas. Porque admitirlo es decir que son machistas y eso lo rechazan de plano: "¡Yo no soy machista!". Como si con decirlo ya está, ya se ha solucionado el problema. Y no. En cada gesto, en cada comentario, en cada decisión, demuestras cuánto de comprometido estás con esa afirmación. Cuánto respetas y aceptas las decisiones, opiniones, actuaciones de una mujer, cómo las valoras, si te afecta igual un comentario u opinión de un compañero tuyo que el de una compañera, cómo las tratas, cómo las asciendes en sus puestos de trabajo. ¿Igual que a ellos?

Sí, en toda esta polémica muchos hombres han puesto el grito en el cielo, lo de "Rubiales es bochornoso". Pero no hace falta que un gesto sea tan evidente como para ser lo suficientemente valiente y denunciar el machismo que convive en nuestros espacios familiares y de trabajo. Que sigue arraigado, muy arraigado y que lo seguimos sufriendo, unas veces de forma muy sutil, otras plantándote un pico en la boca sin haberlo pedido. Esto sigue. En todos los ámbitos. Miren hoy alrededor. Solo hay que fijarse un poquito para ver que queda mucho por hacer. El #SeAcabó va a ser largo, me temo.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento