Más huracanes y más fuertes: América sufre al menos siete ciclones en agosto y se enfrenta a una temporada "por encima de lo normal"

Daños causados por el huracán Idalia en Horseshoe Beach, Florida.
Daños causados por el huracán Idalia en Horseshoe Beach, Florida.
EFE
Daños causados por el huracán Idalia en Horseshoe Beach, Florida.

A principios de junio es cuando tradicionalmente comienza la temporada de huracanes que afecta todos los años a gran parte del Atlántico. Este 2023, tras un mes de julio inusualmente tranquilo, agosto ha vuelto a traer movimiento a las zonas tropicales: IdaliaFranklin, Emily, Harold o Gert han surgido en sus aguas en la última semana. Con esa actividad, la temporada ha pasado a estar desarrollándose "por encima de lo normal", según la Administración Nacional de Océanos y Atmósfera (NOAA) de Estados Unidos, poniendo en jaque incluso a poblaciones no habituadas a estos fenómenos. 

No todos los huracanes han tocado tierra, pero los que lo han hecho han tenido una gran intensidad. Harold, por ejemplo, llegó el pasado martes con fuertes precipitaciones al sur de Texas, Estados Unidos. A su vez, Franklin cruzó por República Dominicana poniendo a todo el país en alerta y dejando más de 300 evacuados, dos muertos y un millón y medio de domicilios sin agua potable. 

Lo mismo ha ocurrido con Idalia. De categoría 4 y calificado como "extremadamente peligroso" por el Centro de Huracanes, ha golpeado fuertemente el sureste de Estados Unidos con unos vientos de más de 200 km/h, provocando inundaciones históricas en Florida, dos muertos, y más de 250.00 hogares sin electricidad. 

La NOAA asegura que se están produciendo más tormentas tropicales y huracanes de los que inicialmente se esperaban. Con ello, se están desarrollando incluso varios ciclones a la vez, algo que, aunque no es "inusual", "no pasa todas las temporadas", explica a 20minutos.es Javier García-Serrano, profesor de Meteorología de la Universidad de Barcelona. "Puede pasar si se dan las condiciones y ahora el Atlántico tropical está muy caliente y se dan más perturbaciones", detalla.

El calor del agua, su "gasolina"

Y es que, tal y como señalan los científicos, las aguas de este océano se están calentando, lo cual podría ser la principal razón por la que se están produciendo más huracanes. Para García-Serrano, el motor importante de estos fenómenos es el calor que necesitan para generarse.

"Lo que consumen los huracanes, su gasolina, es humedad y calor del océano; si tú tienes un océano muy caliente y que está evaporándose, entonces es la gasolina perfecta", detalla. 

Este calor permite además a los huracanes hacerse incluso más fuertes. "El agua caliente, tanto en la superficie del océano como en las profundidades, actúa como un combustible que intensifica las tormentas tropicales y los huracanes, lo que les permite fortalecerse más rápidamente y alcanzar una mayor potencia máxima", ha declarado en la misma línea esta semana Michael Mann, climatólogo de la Universidad de Pensilvania.

Los efectos de El Niño

Este número mayor de huracanes sorprende además porque lo estudiado hacía presagiar otra cosa: que el fenómeno El Niño reduciría la cantidad de estos fenómenos en zona. "El Niño suprime la actividad de los huracanes en el Atlántico al aumentar la cantidad de movimiento de hundimiento y la estabilidad atmosférica", describía un estudio de la propia NOAA en 2014. Y lo mismo explica García Serrano, quien cuenta que este evento se está convirtiendo en un factor muy importante en su evolución: "Se están reduciendo las condiciones para el desarrollo de huracanes en el Atlántico".

Pero que se reduzcan las circunstancias que los fomentan, no implica directamente que se vayan a producir menos. Este experto incide en que, pese a lo estudiado inicialmente sobre huracanes, hay otra evidencia científica que apunta en una dirección distinta: que el calentamiento global "no cambiaría su frecuencia", sino que además "los podría hacer más intensos". 

De hecho, El Niño está teniendo un efecto contrario en la otra parte de América. "En el océano Pacífico se están favoreciendo las condiciones para que se produzcan más tormentas de cara al futuro", subraya García-Serrano sobre este evento climático. 

Hillary, la primera tormenta en California desde 1939

Sin ir más lejos, Hillary llegó la semana pasada desde el Pacífico al estado de California. Y lo hizo como la primera tormenta tropical que alcanza la zona desde 1939. Aquel año este estado fue asolado por la tormenta El Cordonazo, que acabó con la vida de 45 personas.

Según explica a este periódico José Luis Camacho, portavoz de la Asociación Española de Meteorología (Aemet), este tipo de ciclones "normalmente ya afectan a la costa central de México", pero que Hillary haya llegado más arriba este verano se trata de un hecho "excepcional", producido porque esta vez ha encontrado las "condiciones" para subir más al norte.  

Sin olvidar los daños que ocasionan en la población este tipo de tormentas, Camacho apunta que también pueden tener cierto aspecto positivo en lo que al territorio se refiere. "Las zonas desérticas necesitan de este tipo de eventos. Y las precipitaciones aportadas por Hillary son altamente beneficiosas para el medio ambiente y para las actividades humanas", explica.

Una relación compleja

Con todo, la relación entre huracanes y los cambios globales que se están produciendo en el mundo es de por sí difícil de concretar para los propios científicos. Se están produciendo alteraciones debido al aumento de las temperaturas pero García-Serrano expone que "no es fácil identificarlo porque siempre ha habido huracanes". 

En la misma línea opina Camacho, quien comenta que "siempre ha habido ciclones" y que el número de estos depende de los factores de circulación atmosférica de los trópicos, "que se acoplan con zonas de temperaturas elevadas del agua del mar". 

"Aún no hay nada claro", asegura el portavoz de la Aemet sobre esta cuestión. "Con el cambio climático lo único seguro es que hay más energía disponible y potencialmente puede haber huracanes más intensos", concluye. Por el momento, lejos de que la temporada haya acabado, las autoridades estadounidenses siguen expectantes ante la llegada de más fenómenos de este tipo en los próximos meses.

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