El 'postureo' veraniego y los 'me gusta' pasan factura: "Pueden amenazar la felicidad"

Grupo de amigas se hace un selfie en la playa.
Un grupo de amigas se hace un selfie en la playa.
Getty Images/iStockphoto
Grupo de amigas se hace un selfie en la playa.

Playa, montaña, destinos paradisíacos, cuerpos esbeltos, felicidad... y 'me gustas' que van y vienen. En verano especialmente, por encima de cualquier otra época del año, las redes sociales son un hervidero de posts e imágenes donde muchos exponen la mejor cara de sus planes. En ocasiones, sin embargo, se trata de actitudes impostadas, un postureo detrás del que no siempre todo es tan idílico

Publicar este tipo de contenido casi a diario se ha convertido en una tendencia generalizada. Aplicaciones como Instagram pueden llegar a ser el escaparate de una supuesta vida perfecta. No obstante, el camino hacia ese objetivo puede desembocar, sin que el usuario sea consciente de ello, en graves problemas de salud mental.

¿Por qué esta necesidad?

Las publicaciones en redes pueden obedecer a diferentes objetivos. Formar "una identidad social" es uno de ellos, tal y como explica a este medio Oceanía Martín, psicóloga general sanitaria. "Todo se publica y todo es información. Hay una creciente necesidad de subir contenido, porque si no parece que no existes", asegura, recalcando que "identificarse socialmente se ha convertido en una necesidad".

En los últimos tiempos, la manera de adquirir reconocimiento ha cambiado. "Ya no se basa en saber quiénes somos dentro de nuestro grupo de amigos o en el equipo de fútbol, que sería lo saludable. Actualmente, esto se fundamenta en una identidad que se encuentra en internet, lo que está sustituyendo a la que hemos tenido toda la vida", apunta Martín. 

Otra de las causas que también puede llevar a una constante exposición online es "una necesidad de validar a nivel social lo que se está haciendo". "Cuando la fotografía que subimos gusta, se produce un efecto subidón que incrementa nuestra autoestima", explica a 20minutos Silvia Álava, doctora en Psicología y autora del libro Por qué no soy feliz. De esta forma, las redes se pueden convertir en un potenciador de la autopercepción de cada persona.

En este entorno digital, Álava asegura que la comparación con otros también influye, ya que es "es algo innato" que "puede darse de forma inconsciente". "Muchas veces comparamos nuestras vacaciones con las de los demás o nuestro cuerpo con el de otros", asegura. Esto potencia la necesidad de publicar contenido lo más atractivo posible para "conseguir el mismo número de likes que los demás" en una especie de competición. 

En muchas ocasiones, esa contienda puede llevar "a exponer cosas que no son reales", detalla Álava, pues la "validación se produce y se mide según el número de personas que ha dado 'me gusta' a la publicación".

¿Qué problemas puede provocar?

Dependiendo del motivo que lleve a alguien a publicar contenido y del uso que se haga de las redes, este puede ser perjudicial. En la tarea de formar una identidad o de construir una autoestima, algunas personas pueden llegar a sufrir "una necesidad de conseguir esos likes", afirma Álava, lo cual puede convertirse en una obsesión. 

De igual manera, la comparación social "puede ser peligrosa porque amenaza un poco la felicidad": "Puede hacer que nos veamos más chiquititos". Y si el problema persiste, puede desembocar en "insatisfacción o inferioridad", incluso "daños a la autoestima o problemas en la conducta alimenticia", detalla Martín.

Todo esto puede provocar un aislamiento de la vida real para centrarse en las redes, lo que supone "una consecuencia muy destructiva", pues la gente se puede "olvidar de disfrutar de lo que está haciendo". "Cuando se dejan de subir fotos y esos likes dejan de estar, nos invaden esos sentimientos de soledad, frustración o ansiedad, ya que las personas no se sienten visibles", lamenta la experta. Esto puede derivar en "ansiedad, depresión, o inseguridad en el contacto social", pues la gente sustituye el contacto real por el cibernético.

Otra de las consecuencias, según Álava, es que "se dejen de hacer los procesos de recovery (recargar pilas)". Esto supone que no se reducen los niveles de estrés, y "tampoco se regulan las emociones": "En vez de disfrutar y relajarnos estamos pendiente de subir fotos". Esto puede acarrear asimismo un 'desplazamiento digital', pues "se dejan de hacer actividades que benefician a la salud" por estar enganchados al teléfono. 

¿Es un problema generalizado?

Para conocer la incidencia de este problema hay que analizar cada caso en concreto. Álava asegura que no se puede afirmar que cada vez haya más casos de problemas derivados de las redes sociales, pues "no se puede decir que haya una causa-efecto". Sin embargo, las redes sí que "están en el trasfondo" de otras dificultades, siendo un "factor que no ayuda", pues obstaculizan la tarea de generar "hábitos sanos que puedan favorecer a una buena salud mental".

Respecto a la franja de edad más afectada, esta problemática incide "mayormente en adolescentes y personas de mediana edad", con especial relevancia entre "los 14 y los 20 años", confirma Martín. Esta actividad se suele utilizar "como vía de escape" para aquellos que se encuentran en situaciones complicadas o de vulnerabilidad. 

"Tener muy claro lo que somos"

Una de las recomendaciones más habituales es utilizar las redes sociales "con sentido común", asegura Álava. Para ello aconseja analizar las emociones "que este consumo está generando en la persona". Si son desagradables y causan frustración y sentimientos de inferioridad o envidia, hay que plantearse el uso que se hace de ellas.

Llegado ese momento se aconseja "hacer una limpieza" de los perfiles a que se siguen y eliminar aquellos que puedan resultar dañinos. Igualmente, propone "limitar las horas de uso de las redes", incluso "dejar de utilizarlas por completo" hasta comprender las emociones que pueden suscitar. 

Martín, por su parte, recomienda "mantener siempre el contacto con la realidad", entendiendo que las redes sociales no son la vida real. "Lo ideal es ser nuestro propio referente y tener muy claro lo que somos cada uno", detalla Álava.

"Sobre todo, hay que tener en cuenta que no se trata de ninguna competición por ver quién cuelga una vida más espectacular". Las especialistas apelan "al autocontrol", tanto por parte de quien sube contenido como de quien lo consume, para así hacer un uso de las redes lo más saludable posible.

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