Crítica

El viciado documental de Netflix sobre Mario Biondo... que no habla casi de él

'Las últimas horas de Mario Biondo', en Netflix.
'Las últimas horas de Mario Biondo', en Netflix.
NETFLIX
'Las últimas horas de Mario Biondo', en Netflix.

Se llama Las últimas horas de Mario Biondo, pero se habla más de otras personas y otros hechos, que de él o de su muerte. El documental de Netflix sobre la muerte de Mario Biondo es, dejando a un lado el fondo y centrándose en la forma, un despropósito en lo periodístico, en lo ético y en lo neutral.

Empecemos por el hecho de que Guillermo Gómez, productor del documental, y que fue representante de Raquel Sánchez Silva hasta el año pasado, según dice el documental, es con diferencia uno de los testimonios que más habla y opina en los tres episodios. Ya con eso está viciado y contaminado. Nadie puede ser juez y parte. Nadie emocional, laboral y económicamente implicado puede ser el máximo responsable de lo que se dice o cómo se dice, en un documental. La presentadora es, además, una de las estrellas de Netflix, donde presenta el reality Falso Amor. Otra muestra de falta de distancia y objetividad. Netflix ha puesto en duda su propia credibilidad. 

Luego está el hecho de que la familia y algunos de los testimonios, como el de Oscar Tarruellas, salgan muy a pesar de ellos mismos. Recordemos que accedieron a participar sin saber que Guillermo Gómez estaba detrás, y, al saberlo, pidieron no participar. No se les escuchó, según sus versiones. Netflix no hizo declaraciones al respecto, a pesar de haber sido interpelada. Sin declaraciones de los padres no había documental. Y a toda costa debía hacerse.

La proporción de testimonios que apoyan la teoría del suicidio frente a los que sostienen la del asesinato es aplastante a favor de los primeros. Es más, todo juega a favor de la tesis oficial primigenia, muy cuestionada después, hasta el punto de que se omiten importantes cuestiones. Por ejemplo, cuando se lee la sentencia del juez italiano, se obvian los pasajes que no le van bien a la versión del suicidio.

"Si bien en el expediente fiscal se pueden rastrear numerosos segmentos probatorios que atestiguan la teoría homicida sustentada por los opositores, la lejanía temporal de los hechos por los cuales se tramita el proceso ha hecho peligrar la posibilidad de realizar aquellas investigaciones que hubieran podido permitió identificar a los autores materiales del 'supuesto homicidio',", dice el juez de instrucción Nicola Aiello, que cerró el caso después de 9 años de idas y venidas judiciales. O "los elementos extraídos del expediente del Ministerio Público desmienten la tesis del suicidio y apuntan a que Biondo fue asesinado por una mano desconocida y posteriormente colocado en una posición capaz de simular un suicidio", como dice en otro párrafo.

En el documental, que a la sentencia final apenas se le dedica unos minutos de casi 3 horas, tampoco se cita esto: "La conducta de la esposa de Mario Biondo y sus familiares y amigos -subraya el juez de instrucción- presentó índices sintomáticos de sospecha, pues las declaraciones testimoniales están llenas de contradicciones y reticencias, sobre la noche de la muerte, sobre los días previos y sobre los conflictos entre cónyuges".

Y es que de Raquel Sánchez Silva, contra la que ni tengo nada, ni sobre la que opino nada, es más protagonista del documental que el propio Mario, hasta el punto de que hay un capítulo entero llamado El juicio mediático, en el que se carga contra los medios de comunicación y los periodistas que no aceptan la versión oficial que se dio cuando el caso se investigó en España y que defiende el documental, que se queja del acoso a Raquel Sánchez Silva, injustificable, obviamente, y a la vez, la vuelve a poner al pie de los caballos y a remover el asunto una vez más. 

Pero lo peor, digo, no es el fondo, que de por sí es malo, sesgado e incompleto, lo peor son las formas. El documental tiene dos estructuras. Una en forma de pregunta a la familia e inmediata respuesta negativa de testigos de la esfera de la presentadora o de expertos que apoyan la tesis contraria a la familia.

Para ridiculizar a los familiares del fallecido, cuando se dice algo que les contradice, ponen imágenes de recurso de su madre, padre, hermano y hermana poniendo caras, sacadas de los tiempos muertos de la grabación. Una manipulación de manual, que incluye incluso música dramática para hacer ver que se les ha pillado, que mienten o que no saben responder. Abominable recurso de manipulación.

En el documental se quejan de que se relaciones a la presentadora con Mario y su muerte, pero en el cartel del documental aparecen juntos. Absurdo. "Nadie defendió a Raquel", dicen, poco después de mostrar más de una decena de tuits de famosos y personalidades apoyándola y de que los testimonios de todos los periodistas que aparecen estén en contra de la familia.

Cabe recordar que el representante Guillermo Gómez convocó a cinco periodistas tras la muerte de Mario Biondo, para contarles en privado y a solas, su versión de los hechos. No hubo una rueda de prensa, sino un conciliábulo.

El documental intenta poner al espectador en la tesitura de elegir entre la familia, a la que se pinta como seres enloquecidos y cegados por el dolor, y el amor por España y sus instituciones, atribuyendo a la familia una inquina contra éstas.

También se da la información de forma sesgada como cuando dicen que los dos forenses denunciados por mala práxis fueron absueltos. No se dice que en el juicio al forense español no se le condenó, pero que se puso de manifiesto que no se practicaron pruebas al cadáver que se dijo haber practicado

Un documental debería exponer los hechos, las versiones y todos los datos y dejar que el espectador saque sus conclusiones, pero este mal trabajo documental lo que hace es dictar sentencia, medio informar, y concluir para que el televidente no tenga que sacar más que la conclusión de quienes han realizado el documental: Que fue un suicidio. Premisa, demostración. No es un documental, es un argumentario de parte.

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