La batalla por el control sobre la organización de los tiempos y las iniciativas del Congreso de los Diputados en la próxima legislatura vela armas a más de dos semanas de que se constituyan las Cortes y de que los grupos elijan a los 10 miembros de la Mesa del Congreso. El PSOE —segunda fuerza de la Cámara— cree que debe seguir ocupando la presidencia que en los últimos años desempeñó Meritxell Batet, pero el PP —primera fuerza salida del 23-J— no piensa ponérselo fácil y ya planea una alternativa para presentar un candidato a ocupar este puesto y ganar una votación en la que necesitaría contar con la abstención del PNV o de Junts.

Según el plan que apuntan fuentes populares, el objetivo es doble: por una parte romper la hegemonía que los dos miembros de la coalición —PSOE y Unidas Podemos en la pasada legislatura, intercambiable ahora por Sumar— han tenido hasta ahora, con seis de los 10 puestos de la Mesa, el órgano rector del Congreso, que organiza sus trabajos y decide, por ejemplo, qué iniciativas de los grupos se tramitan y cuándo y cuáles no. Por la otra, arrebatar al PSOE la Presidencia del Congreso, tercera autoridad del Estado después del rey y del presidente del Gobierno.

Para ello, el PP está dispuesto a presentar un candidato o candidata a presidir la Mesa y busca un posible pacto con PNV o Junts para que sus diputados se abstengan. Los populares reconocen que es difícil pero creen que existe alguna posibilidad de que los nacionalistas vascos accedan, porque de ese modo podrían hacer una "advertencia" a Sánchez sobre el papel que esperan tener en la investidura y en la próxima legislatura y reafirmar su peso después de haber sido superados por Bildu en el País Vasco. Más complicado lo ven en el caso de Junts, porque el PSOE parece dispuesto a estirar el reglamento del Congreso para permitirle formar un grupo propio con los otros siete diputados de ERC. Juntos sumarían 14 y llegarían a los 15 necesarios con el 'préstamo' de un diputado socialista.

Sánchez, sin mayoría simple

De salir adelante el plan del PP, ninguno de los candidatos que presenten PP y PSOE tendría mayoría absoluta en la primera votación para elegir presidente o presidenta de la Mesa, en la que cada uno de los 350 diputados podrá elegir un nombre en secreto y mediante papeleta en urna. Después, se procedería a una segunda votación en la que bastaría una mayoría simple y que podría ganar el PP —junto con los votos de Vox por lo menos— sobre el PSOE, si los socialistas no cuentan con los siete votos afirmativos de Junts o los cinco de PNV.

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Además del puesto de primer nivel que iría al PP, otra consecuencia sería que los populares romperían la mayoría actual de seis votos para la izquierda —los que en esta legislatura han sumado PSOE y UP— sobre cuatro para la derecha —los tres puestos en la Mesa que ocupó el PP y otro más de Vox— y las fuerzas se equilibrarían cinco a cinco, de modo que una Mesa presidida por el PP y con igualdad de peso que PSOE y Sumar podría servir de cortapisas a un eventual nuevo gobierno de coalición de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz.

Con todo y con esto, el PSOE considera que la Mesa del Congreso debe seguir en sus manos. "Por supuesto, el objetivo es ocupar siempre posiciones que tienen un rango institucional importante y es nuestra pretensión", ha afirmado este martes su vicesecretaria general y ministra de Hacienda en funciones, María Jesús Montero.

En la actualidad, la socialista Batet preside la Mesa y el PSOE tiene otros dos puestos, la vicepresidencia primera y la secretaria segunda. Por su parte, Unidas Podemos tenía otros tres asientos -la vicepresidencia tercera y los secretarios primero y tercero-. El PP tenía la vicepresidencia segunda y los dos secretarios cuartos y Vox, la vicepresidencia cuarta.