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Víctor Cazorla, a quien negaron ver sus hijos por tener autismo: "La etiqueta no nos define, no se nos puede reducir a un diagnóstico"

  • Separado desde hace cuatro años, su pareja alegaba que tenía autismo y, por eso, le negaba la custodia compartida.
Víctor Cazorla
Víctor Cazorla es padre de dos hijos de 7 y 4 años.
Cedida
Víctor Cazorla

Víctor Cazorla tiene 30 años, dos hijos y ha estado cuatro casi sin ver a sus hijos a causa de su autismo, que fue lo único que alegaba su expareja cuando quería demostrar su incapacidad para cuidar de sus hijos.

Finalmente, la justicia le ha dado la razón, pero han sido, según denuncia Víctor, cuatro años de absoluta indefensión en los que ha tenido que demostrar, por su cuenta, que sí era capaz de cuidar de sus hijos teniendo autismo, "no tenían nada más que alegar porque no había nada", explica, "ni malos tratos, ni consumo de drogas… lo único que alegaron era que tenía autismo, porque no había nada más". Y eso que en el momento de la separación su diagnóstico era aún orientativo, "se confirmó unos meses después, y fue lo único que alegaron para impedirme hacerme cargo de mis hijos".

Víctor cuenta, además, que fue todo sin previo aviso. Su mujer se fue a casa de sus padres con una niña de tres años y un bebé de una semana de vida, y poco después se presentó con una abogada pidiéndole que firmara por escrito que renunciaba a la custodia de sus hijos. Él denunció y la respuesta volvió a ser la misma, "se dio un auto provisional, que ha durado hasta mitad de este año, en el que la madre respondía a esa denuncia diciendo que no me dejaba estar con mis hijos a causa de mi diagnóstico de autismo. En esa respuesta alegaban que no podía atarme ni los zapatos y que, por tanto, no podía hacerme cargo de mis hijos".

Pagaron una pericial donde un psicólogo afirmaba que las personas con autismo eran potencialmente peligrosas para la paternidad y que no era recomendable que tuvieran hijos

Víctor no sólo sí sabía atarse los zapatos, sino que, hasta ese momento se había encargado de su hija de tres años como cualquier padre y, a nivel profesional siempre ha tenido cargos de gran responsabilidad, con decenas de personas a su cargo, "de hecho, una de las cosas que salieron en el juicio era que, si no era capaz de ocuparme de mis hijos, por qué había tenido un segundo hijo conmigo, y más cuando el autismo es algo con lo que se nace, no algo que aparezca de un día para otro", asegura.

Para evitarle pedir la custodia compartida, según cuenta Víctor, "pagaron a un doctor en psicología para que hiciera una pericial donde le decía al juez que las personas adultas con autismo eran potencialmente peligrosas para la paternidad y que no era recomendable que tuvieran hijos. Y esta persona a mí nunca me valoró, ni valoró la relación con mis hijos".

Un acto de discriminación

Lo que le ha ocurrido a Víctor es, tal y como asegura Paloma Rodrigo Gutiérrez de la Cámara, responsable de Derechos de Autismo España, completamente discriminatorio, "y refleja muy bien el marco de realidad en el que se desarrollan los derechos de las personas con TEA, que constantemente, y en situaciones de todo tipo -en el ámbito educativo, laboral, en la participación en la vida social, y también en casos como este, a nivel familiar-, ven como su diagnóstico sirve para tratar de restringir o cuestionar sus derechos y que, en vez de disponer de ellos como cualquier otra persona, deben hacer un ejercicio constante de defensa y reivindicación, un ejercicio para en el que en muchas ocasiones son necesarios recursos, de los que no se dispone".

Esto es precisamente lo que tuvo que hacer Víctor Cazorla, pagar de su bolsillo un informe pericial que demostrara que sí podía ejercer de padre, "una vez tuve un diagnóstico en firme, tuve que pagar una pericial objetiva donde se valoraban mis capacidades parentales, mi capacidad intelectual… Y eso es lo que finalmente ha acabado valiendo, pero casi cuatro años después. Yo tuve que denunciarla en varias ocasiones por no dejarme verlos, pagar abogados, tenía que demostrar que sí podía cuidar a mis hijos… mientras que ella, podía alegar simplemente que yo tenía autismo y no le pasaba nada". 

Yo tenía que demostrar que sí podía cuidar a mis hijos mientras que ella podía alegar simplemente que yo tenía autismo

Eso es precisamente lo que más frustra a Víctor, que nadie valorara su capacidad de manera objetiva, "no debería quedar en la subjetividad de una parte interesada la capacidad de una de las partes, debería haber un organismo o algo que pudiera valorar eso sin que sea instrumentalizada, como ha pasado en mi caso", se queja, "en todo este proceso, no ha habido nadie, más allá de la pericial que yo pude pagar y lo que luego pudo demostrarse en el juzgado, que haya venido a verificar realmente cómo es la relación con mis hijos. No deberían darse situaciones como la mía solamente por una acusación interesada".

Víctor ha vivido un auténtico calvario, personal y judicial pues estuvo casi un año sin ver -ni siquiera por videollamada- a sus hijos y, después, viéndolos apenas unas horas a la semana, y a veces ni siquiera eso, y sólo porque su mujer alegaba que no podía cuidar de sus hijos siendo autista, "el autismo por sí mismo no puede ser un motivo para privar a nadie de ninguno de sus derechos, menos aún, si hablamos de un derecho tan natural como es cuidar de los hijos", afirman tajantes de Autismo España, "por supuesto, el sistema judicial debe ser garante del bienestar de los menores y buscar siempre la respuesta que dé una mejor solución para su seguridad y su correcto desarrollo, y en ese proceso, se deberán de evaluar todos los condicionantes necesarios y los requisitos que aseguren que las personas que ostentan la custodia lo harán de la mejor manera posible. Sin embargo, es importante destacar que condiciones como el autismo, o una situación de discapacidad, no pueden ser nunca, por sí mismas, un elemento que restrinja ningún derecho o que convierta a estas personas en peores progenitores, porque no es así en absoluto".

Tras casi cuatro años, por fin en marzo la justicia le dio la razón, "fue notificada la semana pasada, y como estamos en periodo vacacional, la juez ha dicho que se hace efectiva a partir del 1 de septiembre, que será cuando comience la custodia compartida, y estarán una semana con uno y otra semana con otro, que es lo que yo pedí".

Víctor Cazorla está feliz, pero estos años de sufrimiento, le han pasado factura, "me provocó un trastorno ansioso depresivo, porque no podía ni intercambiar ni siquiera un mensaje con ellos, su madre les decía que yo era un incapaz, que estaba enfermo… Y creo que esto también ha tenido un impacto muy importante para ellos".

El autismo por sí mismo no puede ser un motivo para privar a nadie de ninguno de sus derechos, menos aún, de cuidar de los hijos

A partir de septiembre, aunque sabe que es difícil, quiere recuperar, de alguna manera, estos cuatro años, "el niño casi no me ha visto, pero, no sé por qué, hemos creado mucho apego y un vínculo importante. Cuando estén conmigo, espero poder aprovechar el tiempo perdido, generar más vínculo, que se sientan seguros, felices, y a intentar generar un ambiente en el que se puedan desarrollar".

Consciente de que tiene sus limitaciones, él no solo está convencido de que puede ser un gran padre, sino de que su condición también puede aportarles cosas positivas, "no está en mi mano recuperar el tiempo perdido, pero lo que sí está en mi mano es centrarme en lo que les puedo ofrecer ahora y el futuro", asegura, "es verdad que tengo algunas dificultades en el entorno social, me cuesta encajar, tengo hipersensibilidad sensorial… y una serie de cosas que me pueden limitar de alguna manera, pero son cosas en las que se puede mejorar con terapias, con el tiempo…"

Además, está seguro de que tiene otras cualidades por ser autista que les pueden beneficiar, "por un lado, para que conozcan una realidad social distinta, más diversa, que puedan ver que las personas no somos todos de la misma manera y que tenemos que aprender de esa diversidad", dice convencido, "por otro, creo que el autismo puede darles una serie de habilidades y capacidades distintas que en ciertos entornos pueden serles favorables, como el hiperfoco. Yo no tengo intereses muy restringidos, pero sí es cierto que hay temáticas, como la biología o la filosofía, a las que dedico mucho tiempo de estudio y me gustan mucho, y creo que les podría enseñar muchas cosas a mis hijos sobre cómo funciona la naturaleza, o sobre filosofía". 

Una cuestión de dignidad

En cuanto conocieron el caso de Víctor en Autismo España, desde el área de Defensa de Derechos, no dudaron en ponerse a su disposición, pues, por desgracia, se enfrentan muy frecuentemente a casos de discriminación como el suyo, "cuando Víctor se puso en contacto con nosotras vimos rápidamente que el proceso estaba siendo claramente injusto, y que no se estaba evaluando a Víctor como padre, su capacidad para el cuidado de sus hijos, y el cómo lo había hecho hasta ahora, sino que mucho más que todo eso, pesaba el hecho de su diagnóstico".

Gracias a su apoyo, pudieron demostrar al juez que tener autismo no te limita para ser padre, y que en los informes periciales presentados por la otra parte se apreciaba automatismo, falta de objetividad, equidad e imparcialidad, "realizamos, con el apoyo de CERMI Estatal, un escrito de oposición para el equipo de asesoramiento técnico de familia de los juzgados que estaban llevando el caso de Víctor, aportando además información técnica sobre el autismo y jurisprudencia. Un informe que también pusimos a disposición de Víctor para que pudiera usarlo en el ejercicio de su defensa. Durante este tiempo mantuvimos un diálogo fluido con él y nuestro apoyo y seguimiento al desarrollo del proceso", cuentan.

Las personas tenemos nuestra dignidad por lo que somos y por quiénes somos más allá de las etiquetas que se nos puedan poner

Víctor ha ganado, pero durante estos cuatro años ha sentido que no se le ha juzgado a él, sino a su condición, "la etiqueta no nos define, no se puede reducir a una persona a un diagnóstico. Las personas tenemos nuestra dignidad por lo que somos y por quiénes somos más allá de las etiquetas que se nos puedan poner", dice tajante.

Desde Autismo España, es probable que sigan encontrándose con casos como el suyo, pero seguirán luchando con todas las herramientas a su alcance para sean cada vez menos, "trabajamos de forma intensa la colaboración y formación con los operadores jurídicos de manera bidireccional. Por un lado, hemos establecido convenios y alianzas con Consejo General del Poder Judicial, Fiscales, Consejo General de la Abogacía, Notariado… para hacerles conocedores de lo que supone el autismo, darles formación y tener una colaboración estrecha para así conseguir que cuando se topen con alguna persona con autismo en el ejercicio de su profesión, actúen con herramientas y con conocimiento sobre lo que es y lo que no es el autismo. Por otro lado, contamos con el apoyo de profesionales del ámbito del derecho para dar formación sobre diferentes materias del ámbito legal a nuestras familias y entidades, para empoderarlas en su autodefensa y que sepan detectar y actuar cuando se estén vulnerando sus derechos". 

Todo esto con un objetivo común: el de acabar con la discriminación de las personas con autismo en el ámbito judicial, porque como destacan desde la Confederación, "es fundamental que toda la sociedad se conciencie de que la discapacidad es un elemento más en la persona, pero no el que la define, que tiene los mismos derechos que los demás y que no puede ser nunca un motivo para juzgarla".  

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