Entrevista

María García, periodista española ganadora de un Emmy: "Trump no es más que el póster de un sentimiento que hay en EE UU"

María García, periodista y escritora española premiada con un Emmy de la televisión
María García, periodista y escritora española premiada con un Emmy de la televisión
CEDIDA
María García, periodista y escritora española premiada con un Emmy de la televisión

No ha participado en Juego de Tronos ni en Succession, pero acumula 16 nominaciones a los Premios Emmy, los más prestigiosos de la televisión mundial. La periodista española María García logró llevárselo en una categoría informativa, por una historia sobre los inmigrantes en San Diego. Y también recibió el prestigioso Edward Murrows. Afincada desde los 19 años en Estados Unidos, adonde llegó desde su Monzón (Huesca) natal, dejó el periodismo por la literatura, combinando libros de memorias con otros best seller en los que ha ejercido de escritora fantasma. Y no le importa. "Ya pasé muchos años frente a la cámara. Y lo más bonito es poder contar historias", señala. Ahora las narra también desde su pódcast En boca cerrada, disponible en todas las plataformas, que ha llegado a ser el más escuchado en español en EE UU durante dos meses consecutivos y el cuarto a nivel global. 

Dejó usted el micrófono por la pluma. Como compañero periodista, no sé cómo tomármelo…Menos terapia, de todo tuve que hacer. En los medios he hecho de todo. Empecé en Radio Monzón, me fui a estudiar a San Francisco, hice radio, hice cine, broadcasting y, de ahí, pasé a una pequeña radio mexicana que era la primera cadena en español para toda California. Luego pasé a la tele, a Univisión. Todo fue accidental. Y me mudé a Los Ángeles hace 22 años. Después de 14 años en Telemundo, vino un jefe que "me fue". Pero yo feliz.

Cuando está al frente de unos informativos, ¿se impregna demasiado de las noticias?Lo que me pasó es que la industria estaba cambiando, las noticias se hacían más corporativas, tenía una niña y era madre soltera y veía que el sacrificio que estaba haciendo era demasiado. Y encontré un medio de contar una historia en más de minuto y medio. Nunca había escrito un libro, pero hice las memorias de la cantante Chiquis Ribera y fue un best-seller que estuvo en la lista de New York Times tanto en inglés como en español.

Y usted, ¿conseguía dejar la información en la puerta de casa?Mis amigos me dicen que no saben cómo he aguantado tantas desgracias: tiroteos, asesinatos en serie, narcotráfico, feminicidios… Han sido 24 años en la calle. Sí, siempre he compartimentalizado, creo que lo saqué de mi madre, que es muy resiliente, muy aragonesa. Uno de sus dichos era: vamos a comer, que todo se va a pasar. Y me han tocado cosas como cubrir funerales de tiroteos a inmigrantes hispanos que te daban muchas lecciones: tienen una filosofía de vida muy bonita y en los peores momentos sacan lo mejor y yo llegaba a casa con una sonrisa.

En su casa reposa un premio Emmy, el más reputado de la televisión mundial. ¿No le llama a volver por esa senda?Me nominaron 16 veces. Y el día que me lo dieron, no fui a la gala. Estilo Monzón. Lo agradecí mucho. Pero hubo un momento en que sentí que tenía que contar las cosas de otra manera. Investigar más. Al sacar mi primer libro vi que había un nicho de poder contar vidas de la gente… y comer y desayunar en casa. La vida de reportera siempre de viaje no es tan glamurosa como la pintan.

María García, en una imagen durante su etapa de reportera
María García, en una imagen durante su etapa de reportera
M.G. / CEDIDA

Ha estado nominada muchas veces y ganó en la categoría ‘serious news story’. ¿Cómo transmitir esas historias difíciles?Me gusta ver las caras de la gente. Y lo que importa en el periodismo es el factor humano. No puedes hablar de Ucrania ni de la situación financiera sin poner un nombre. Lo que importa no es qué cuentas sino cómo. El Emmy lo ganamos por un reportaje sobre inmigrantes que trabajaban en la zona de San Diego, que titulamos La vergüenza de California. Y me fui a los campamentos de los inmigrantes indígenas oaxaqueños que cosechaban los tomates orgánicos más caros del Estado, situados cerca de una zona de mansiones, a los que iban desplazando. Y caminé con ellos, les acompañaba a sus trabajos, arriba y abajo de la colina...

Y, desgraciadamente, la inmigración sigue siendo actualidad.Vamos a peor. Desde 1994 he trabajado en la calle con la causa inmigrante y me importa un pepino que me digan que no soy objetiva. A mí me han llegado a insultar y amenazar nacionalistas blancos y supremacistas por mis reportajes, pero cuando ves a alguien sufrir no puedes ser objetivo. Luché mucho porque era importante para ellos verse en la tele. Y en los últimos años, con Trump, que al final no es sino un póster de un sentimiento que hay aquí, me da la sensación de que remamos para atrás. Veo injusticias que se cometen con los inmigrantes que hace 10 años hubieran acabado en los tribunales.

Cuando ves a alguien sufrir, no puedes ser objetivo

Tanto en su España natal como en EEUU, ¿está el día a día demasiado ‘serious’?Antes igual éramos más cándidos. La democratización de la información ha revolucionado la información para bien y para mal. Ahora todo el mundo se cree experto y es uno de los motivos que me llevaron a dejar los informativos. Yo me sentía útil, un servicio para la comunidad. Ayudábamos en temas de violencia de género, a entender a los inmigrantes las leyes… Me sentía una trabajadora social, y me gustaba. Ahora es una locura.

Cuando hacía las maletas para hacer las Américas desde su Monzón natal, ¿se veía recogiendo premios? ¿Es de las que ensayaba discursos de agradecimiento en el espejo?En absoluto. Con 8 años me ponía el bañador de verano encima de los leotardos de invierno y jugaba en la cama a ser Nadia Comaneci. Luego quería irme con el comandante Cousteau. Radio Monzón desató mi interés periodístico. Pero para nada me vi dando discursos, mi ego es más en plan: déjame contarte una historia. Mis amigos me dicen que soy la mejor relaciones públicas del mundo para promover los logros y triunfos ajenos… y la peor cuando se trata de mí. Pero está bien así.

Fue corresponsal del programa ‘Primer impacto’. ¿Cuál fue su primer impacto tras desembarcar en San Francisco?Pues tengo los mejores recuerdos. Yo era un cría, tenía 24 años. No había apenas españoles, sigue habiendo pocos en las costa este y fue un shock cultural. Imagínese, llegar de Aragón a una ciudad tan grande, muy bonita, pero algo fría en lo social. Y en la comunidad latina me sentí como en casa. Yo era inmigrante (aunque, en mi caso, por opción personal), y conecté con ellos. Ahora está de moda hablar mal de California, pero yo me siento californiana. Aquí encontré libertad, respeto y comprensión. Es una sociedad que se puede criticar en algunas cosas, pero te escuchan y te sonríen de forma genuina.

María, participando en un late show de la televisión americana
María, participando en un late show de la televisión americana
M.G. / CEDIDA

Como cada verano, en unos días volverá a su pueblo en Huesca. ¿Ve muchas diferencias entre el periodismo en los dos países?Voy religiosamente para que mi hija vea a mi madre. Y no estoy especialmente conectada con la actualidad de España, llevo años fuera y prefiero no opinar. Pero creo que en los 90 el periodismo que se hacía a uno y otro lado era muy distinto. Y ahora se parecen más. España es tierra de grandes periodistas, pero le faltaba agilidad, adaptarse a las tecnologías y le costó subirse al tren. Una vez que se ha modernizado, ha aparecido un ‘fast food’ periodístico en algunos casos en los que solo cuenta el titular.

Está detrás de guiones, de libros para otros e incluso ha ejercido de  escritora fantasma. Después de tantos años, ¿no le duele trabajar en textos para que los firmen otros?No me importa, me encanta. Yo estuve frente al público y fue muy gratificante. Me paraban en las tiendas para hacerse fotos conmigo. Pero de la fama periodística ni se come ni alimentas el espíritu. Si quieres ser famoso, no estudies periodismo, mejor estudia actuación o hazte influencer. Ahora llevo 16 libros con Harper Collins, Simon & Schuster y otras editoriales. Porque lo verdaderamente bonito es contar una historia, lleve mi nombre o no.

Ha entrevistado a Schwarzenegger, a Al Gore y a muchas otras figuras estadounidenses. ¿Con quién se queda?Con la gente. Con una y con otra. Da igual. Creo que fue Vargas Llosa quien dijo que detrás de cada persona hay un libro. Entrevisté a Schwarzenegger y a la empleada doméstica con la que tuvo un hijo. Y para mí son igual de fascinantes. Porque la gente es toda fascinante: ni buena ni mala, ni villana o héroe.

A Gore muchos lo criticaban y hoy pocos ponen en duda el cambio climático...Y es un tío impresionante. Tenemos memoria de pez y se nos olvida que le robaron unas elecciones en Florida. Y no montó ningún escándalo. Un año después, ya estaba con su organización ecológica y lo entrevisté. Lo llamé presidente, me salió así, me dio un abrazo y me dijo: ‘Move on’. Como que hay que dejar todo atrás y seguir hacia adelante. Me pareció increíble. Cero rencor.

Como experta entrevistadora, ¿qué me he dejado por preguntar?Si voy a volver a España.

Y ¿lo va a hacer?No me veo de viejita en Los Ángeles. Me veo cerrando los ojos, como Rose, en el Pirineo...

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