"Me han parado por la calle para pedirme que les diera el voto por correo": la odisea de los carteros en su campaña electoral más difícil

Cartero de Correos.
Cartero de Correos.
Correos
Cartero de Correos.

Estas elecciones atípicas han dejado un protagonista que nadie vio venir. Correos, concretamente el voto a distancia, ha acaparado titulares de todo tipo desde que el presidente del Gobierno anunció la fecha de la cita electoral. 

Desde entonces, y precisamente porque coinciden en pleno julio, con muchas familias fuera de su residencia habitual, el voto por correo ha superado todos los récords: más de 2,6 millones de personas lo han solicitado

Ante la masiva petición, las oficinas se han visto obligadas a abrir más horas, más días (finalmente el plazo para votar acaba este viernes a las 14.00 horas) y a aumentar la plantilla, que ha vivido situaciones de todo tipo durante las últimas semanas. 

Anécdotas de reparto 

Eva, que desde principios de mes se recorrió a pie el barrio madrileño de Alameda de Osuna, da buena cuenta de ello. "Todos se quejaban de que les tocara estar en la mesa electoral", asegura esta cartera a 20minutos.es, "me decían que ya tenían sus vacaciones planificadas". Ella, que lleva años llamando a las puertas de la gente, ha vivido en primera persona unas elecciones que nada tienen que ver con las anteriores. 

Según cuenta, en muchas ocasiones la gente a la que le tocaba estar en mesa electoral "despotricaba contra el presidente del Gobierno", Pedro Sánchez. "¿Cómo ha sido capaz este señor? Qué poco se ha preocupado por el ciudadano y los trabajadores", recuerda. De hecho, asegura que "en algún edificio" le llegaron a pedir que "no echara propaganda del PSOE o de Vox".

"Otras veces he llamado a la puerta, y parecía que había gente en la casa, pero no me han abierto", ha detallado Eva, nombre ficticio para preservar su identidad, sobre las tácticas de la gente para evitar estar en mesa el 23-J. En el caso del voto por correo, señala que la gente se ha mostrado impaciente por recibir su documentación: "Muchísimos me han parado por la calle para pedirme su voto". 

No obstante, asegura que "la gente ha sido muy empática" y se han solidarizado al verla "corriendo, con gran carga de trabajo". En la misma línea, Albert, un compañero suyo del barrio barcelonés de Sants y miembro de CGT, coincide en que "el 90% de la gente ha recibido con empatía el exceso de trabajo" demostrando una actitud amable y educada

Sin embargo, señala que el discurso de ciertos partidos políticos ha calado entre algunos vecinos de Sants. En ciertos casos, algunas personas "han puesto en tela de juicio" el funcionamiento del voto por correo, "como si se tratara de una conspiración". "Algunos han asegurado que no queríamos que votasen" al no poder entregar el voto a alguien que en ese momento no estaba en casa, detalla con resignación. 

"Ni todo es una conspiración, ni todo ha funcionado a las mil maravillas", explica para criticar los problemas de organización. "Tampoco hemos querido adulterar la democracia como parece que nos han querido señalar en algún caso". 

Denuncian la mala gestión 

Más allá de las anécdotas de este proceso electoral, los dos coinciden en que la gestión "ha sido un caos", algo que ha tenido consecuencias para los propios carteros. En el caso del barrio de Sants, Albert asegura que la plantilla "está sumida en la precariedad continua"

Por este motivo, añade que los refuerzos de plantilla no han sido suficientes debido al "ingente volumen de trabajo". Ante esta problemática, asegura que, en su caso, el refuerzo del equipo solo ha servido para cubrir "las vacantes perennes de jubilaciones o bajas" que ya había. En la misma línea, Eva también afirma que en su barrio las incorporaciones tampoco han sido muy efectivas, pues "de las personas que han metido, ninguna había trabajado antes en Correos".

Asimismo, este "déficit estructural" ha supuesto dar de lado otros servicios públicos de esta empresa. Según detalla Albert, algunos días los carteros tenían la orden de solo entregar voto por correo. Esto supuso "penalizar el servicio postal universal de cartas ordinarias, notificaciones...", un trabajo que ha quedado atrasado y que ahora tendrán que llevar a cabo a contrarreloj. 

Todo ello ha dado lugar a un trabajo "extremadamente estresante", calificado por Eva como "un sacrificio, una pesadilla". Por su parte, Albert coincide totalmente tachando las últimas semanas como de experiencia "muy mala, dura e intensa", debido a la "sobrecarga producto del déficit de cobertura". A pesar de los inconvenientes, asegura que "todo ha acabado saliendo a costa del sobreesfuerzo de la plantilla". 

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