España es el país de la UE con la inflación subyacente más baja tras caer al 3,7% en junio

Detalle de un ticket de la compra en un mercado de abastos.
Detalle de un ticket de la compra en un mercado de abastos.
MARÍA JOSÉ LÓPEZ / EP
Detalle de un ticket de la compra en un mercado de abastos.

España fue el país con menos inflación subyacente de toda la Unión Europea en el mes de junio. Así se refleja en el IPC europeo que ha publicado este miércoles la oficina estadística comunitaria Eurostat. Este indicador es el que mejor refleja hasta qué punto la inflación está extendida por la economía y al que mayor atención presta el Banco Central Europeo (BCE) a la hora de decidir con los tipos de interés. 

La inflación subyacente medida con criterios europeos —el indicador que excluye del cálculo los precios de la energía, los alimentos, el alcohol y el tabaco—  se situó en España en el 3,7% el mes pasado, una décima por debajo de mayo. Una cifra inferior a la media de la eurozona (5,5%) y menor que en las grandes economías europeas. Este indicador se eleva hasta el 4,4% en Francia, el 4,9% en Italia o al 6,9% en Alemania. 

En todo caso, conviene recordar que la definición de inflación subyacente que aplica el BCE es algo diferente a la que elabora el INE mes a mes. En el caso de la oficina estadística española, el indicador subyacente incluye también el precio de los alimentos, lo que provoca que su tasa sea más elevada (del 5,9% en junio) que si se mide con las reglas europeas. 

El núcleo principal de los precios en España se sitúa todavía por encima del objetivo del 2% establecido por el BCE y se está reduciendo lentamente. No obstante, el hecho de que este indicador sea el más bajo de toda la UE refleja que las expectativas de inflación permanecen más controladas que en otros países. Y esta no es una cuestión baladí. 

Cuando las empresas y los consumidores dan por hecho que los precios de su entorno seguirán subiendo descontroladamente, pueden acabar tomando decisiones que acaben agravando el problema. Por ejemplo, si una empresa cree que el IPC subirá un 5% en 2023, puede decidir elevar sus precios de venta en consecuencia. Que esto ocurra en una sola compañía no tiene por qué ser relevante, pero cuando sucede a escala macro las decisiones acaban afectando a los precios.

Segundo país con menos inflación

Más allá de la inflación subyacente, España revalidó en junio su posición como segundo país con menos inflación general de toda la UE. El índice general de subidas de precios se situó en el 1,6% interanual —la misma cifra que Bélgica— un registro que solo es inferior en Luxemburgo (1%) dentro de los Veintisiete. Los registros de España quedan lejos de los de las grandes economías del Viejo Continente. Así, la inflación en la eurozona ascendía al 5,5% el mes pasado, mientras que en Francia se situaba en el 5,4%, en Italia en el 6,7% y en Alemania en el 6,8%.

España es, además, el quinto país de la UE en el que menos se han encarecido los alimentos en el último año. Solo Portugal, Dinamarca, Finlandia e Irlanda se apuntaron registros mejores. La inflación alimentaria ascendía al 10,3% el mes pasado, tres puntos y medio por debajo de la media de la eurozona y, de nuevo, por debajo de las cifras de Italia (11%), Alemania (13,8%) o Francia (14,3%).

La inflación en la zona del euro lleva a la baja desde octubre del año pasado. En dicho mes se alcanzó un máximo del 10,6% que se ha reducido prácticamente a la mitad. El principal impulsor de ese descenso son los precios de la energía, que en términos interanuales se han reducido en la mayoría de países de la UE.

El alivio en la inflación está siendo especialmente acusado en los países donde más ha caído el precio de los bienes energéticos. Así, en España este apartado del IPC registraba una reducción interanual del 25% el mes pasado frente a la caída del 6% a nivel de la eurozona. Una bajada que en parte obedece al efecto base por las fuertes subidas que se produjeron en julio del año pasado, pero que tiene mucho que ver con el mecanismo ibérico para abaratar los precios de la luz que entró en vigor en junio del año pasado.

Esto se ve muy claramente si se compara la tendencia que han seguido estos precios en comparación con las medias europeas. En España, los precios de la energía empezaron a desacelerarse con claridad en septiembre y entraron en territorio negativo en diciembre, mientras que en el conjunto de los países del euro esa desaceleración ha sido más suave y no se han empezado a ver bajadas hasta el pasado mes de mayo.

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