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OPINIÓN

El voto de la discapacidad

César Nieto ejerciendo su derecho al voto.
César Nieto ejerciendo por primera vez su derecho al voto en 2019.
ELENA BUENAVISTA
César Nieto ejerciendo su derecho al voto.

Han venido cargados de promesas, de medidas que podrían mejorar la vida de las personas con discapacidad y sus familias en muchos y diversos ámbitos. Iniciativas más o menos idealistas, realizables, concretas o generales, contenidas en los distintos programas políticos.

Ya sabemos que del dicho al hecho hay mucho trecho, pero conocer las intenciones de las principales formaciones es el potencial primer paso para transformar nuestra realidad y modelar nuestro voto.

La discapacidad está presente en todos los programas electorales, porque es una realidad enormemente heterogénea y trascendente que afecta directamente a un porcentaje muy relevante de españoles. Casi 4,3 millones tienen algún tipo de discapacidad reconocida; añadamos a los familiares y profesionales vinculados a ellos y esa cifra se multiplicará. 

El 23-J nos toca votar. Un voto que las personas que habían sido incapacitadas judicialmente, la mayoría de ellas con discapacidad intelectual, conquistaron en 2019. Hace apenas cuatro años que pudieron acudir por vez primera a ejercer este derecho. Este domingo podrán, de nuevo, elegir a aquellos que crean que mejor representan sus intereses. Como siempre debió ser. Ojalá sin el menor contratiempo en el proceso. Participar de forma activa en la vida pública de este país ha sido demasiado tiempo una puerta cerrada para ellos. 

Duele que aún los haya insistiendo en su incapacidad para votar, en que son influenciables, como si ellos fueran compartimentos estancos a los influjos, entes herméticos y acertados. 

Todos somos influenciables y nuestro sistema es el sufragio universal. Querer votar, ese es el único requisito una vez superados los 18 años. Al poner en duda la capacidad de voto de parte de la sociedad están abogando por un sistema de sufragio meritocrático en el que lo justo sería que todos tuviésemos que demostrar si contamos con los conocimientos y la preparación necesarios para poder votar. De ser así, lo mismo se llevarían una sorpresa y serían ellos los que se quedarían sin poder meter su papeleta en la urna electoral.

Votemos este domingo todos los que deseamos ejercer ese derecho. Ya está bien de paternalismos y de considerar a las personas con discapacidad ciudadanos de segunda.

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