El Profesor Bacterio, legado de Mortadelo y Filemón y el mejor peor científico del mundo

El 15 de julio de 2023 nos ha dejado Francisco Ibáñez, creador de cómics tan icónicos como Pepe Gotera y Otilio, La Familia Trapisonda, El Botones Sacarino
El 15 de julio de 2023 nos ha dejado Francisco Ibáñez, creador de cómics tan icónicos como Pepe Gotera y Otilio, La Familia Trapisonda, El Botones Sacarino
El 15 de julio de 2023 nos ha dejado Francisco Ibáñez, creador de cómics tan icónicos como Pepe Gotera y Otilio, La Familia Trapisonda, El Botones Sacarino
El 15 de julio de 2023 nos ha dejado Francisco Ibáñez, creador de cómics tan icónicos como Pepe Gotera y Otilio, La Familia Trapisonda, El Botones Sacarino
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El 15 de julio de 2023 nos ha dejado Francisco Ibáñez, creador de cómics tan icónicos como Pepe Gotera y Otilio, La Familia Trapisonda, El Botones Sacarino, 13 Rue del Percebe, Rompetechos o su internacional Mortadelo y Filemón. Sus obras han marcado tantas infancias que raro es encontrar a alguien que no sepa de alguno de sus personajes. Muchas generaciones han podido leer cómo Rompetechos confunde un perchero con un gerente de una tienda; el moroso del ático de 13 Rúe del Percebe, inspirado por supuesto por el gran Vázquez, huía de todos sus cobradores; o el superintendente Vicente llamaba merluzos, besugos o malandrines a la peor dupla de detectives que podía haber.

Su humor trascendía barreras y edades. Desde niños de 8 años hasta gente de 40 para arriba podía disfrutar de cualquiera de sus tebeos. Con una vida dedicada total y absolutamente al cómic nos deja un legado de más de 50.000 páginas para que podamos entretenernos y disfrutar de sus desastrosos y divertidos personajes. En la época en la que Ibáñez empezó a publicar, no había internet. Todo lo que podía crear en papel tenía que salir bajo consulta de los libros que podía tener a mano o por pura imaginación. En sus creaciones destaca especialmente la gran fluidez de movimiento. Todas las viñetas eran muy dinámicas y pocos personajes estaban estáticos, salvo que la situación lo requiriera. Si abrías uno de sus libros y leías un poco, tan solo un poco, era imposible no seguir leyendo. La acción no paraba y todo el rato sucedía algo, seguramente malo para sus protagonistas. Y no sólo podemos reírnos con sus obras, también puede picarnos la curiosidad alguna de las creaciones que él dibujó. En este artículo de ciencia, especialmente, las invenciones de un personaje en particular.

El mayor científico en la historia del cómic español

Si hablamos de Ibáñez, lógicamente tenemos que destacar al mayor científico que ha habido en la historia del cómic español. Con su sola presencia dan ganas de darle un premio Ignóbel. Cada cosa que crea es sinónimo de desastre total y seguramente a más de uno o una, cuando estaba intentando crear algo o dárselas de científic@, le hayan llamado por el nombre de este personaje de manera despectiva. Normal, si lo pensamos. Hablamos, cómo no, del Profesor Bacterio.

Saturnino Bacterio es biólogo e inventor, aunque lo que le caracteriza es ser un absoluto desastre. Su debut tuvo lugar en el primer cómic largo que salió al mercado de Mortadelo y Filemón en 1969: El Sulfato Atómico. En esta obra se presenta una loción que pretende eliminar plagas… y provoca exactamente todo lo contrario. Hace a los bichos más grandes y supone una amenaza para la humanidad. En la primera película de la pareja de detectives, La Gran Aventura de Mortadelo y Filemón, se hace mención de un aparato llamado DDT, el “Desmoralizador De Tropas”, que curiosamente comparte siglas con un insecticida real, el dicloro difenil tricloroetano (DDT), aunque se formalizó una prohibición mundial de su uso en la agricultura en el año 2004 debido a preocupaciones medioambientales y sanitarias. Es curioso ver cómo el primer invento que sale en la película justo tiene las siglas de un insecticida para controlar plagas, como el del primer comic largo de Ibáñez. Un guiño que no sabemos si fue intencionado o no, pero es muy agradable.

Hay más inventos suyos que son una locura, como por ejemplo “la elasticina”, de la obra homónima de 1980, un gas que todo lo que toca lo vuelve elástico. A decir verdad, esta invención de Bacterio sería toda una revolución, ya que cambiaría las propiedades de un material para volverlo elástico, es decir, modifica su módulo de Young; una propiedad mecánica que mide la rigidez en tracción o compresión de un material sólido cuando la fuerza se aplica longitudinalmente.

Muchos de sus inventos son pura imaginación y fantasía, como la máquina del cambiazo, que cambiaba de posición a la persona que estaba dentro de ella con otra en cierta parte del mundo; la tergiversicina, que provoca que todo funcione al revés, como que las linternas den sombra; o un crecepelo que te deja calvo. Bueno, eso sí existe en la vida real. Pero por esta razón Mortadelo odia a Bacterio, ya que tenía un melenón de envidia.

Un invento real de la T.I.A.

Si hay que destacar una invención, es el zapatófono. Y no, seguro que no es de Bacterio, más que nada porque funciona bien. Este recurso en los tebeos de Mortadelo y Filemón es un guiño a la serie Superagente 86 que inventó el zapatófono como parodia a los gadgets que solía llevar James Bond. Aunque en realidad este invento se comercializó en 1990 con las “Sports Illustrated Tennis Shoe Telephone” que disponían de un teléfono real en la planta de los pies… Sí, un teléfono que llamaba de verdad. En sus características pone: “Si usted no tiene servicio telefónico fijo regular, ofrecemos una opción para utilizar este teléfono como una extensión de su teléfono móvil”.

Hablamos de la ciencia de lo friki, y con las obras de Ibáñez nos hemos dejado muchas cosas en el tintero. No podemos explayarnos tanto como querríamos con todas las invenciones que ha incluido en sus comics. La habilidad del maestro del disfraz Mortadelo es digna de mención y de análisis, ya que el bolsillo de Doraemon tiene que tener envidia a la capacidad de almacenamiento de este agente de la T.I.A. 

La indestructibilidad de Filemón ante todos los cebolletazos y reveses que tiene en cada una de las historietas le convierte en uno de los personajes más duros del mundo del cómic. Y aún nos quedarían por hablar de sus demás obras…Pero no da para más. Sólo nos queda dar las gracias por todo su trabajo, por hacernos reír con cada viñeta y por echar la vista atrás a nuestra infancia y tener un recuerdo cálido de nosotros mismos leyéndole en el sofá de casa de nuestros padres.

Personalmente, yo le doy las gracias por darme la oportunidad de descubrirme el cómic a los 8 años en una biblioteca, lo que hizo que me interesara por este maravilloso mundillo y que, junto con las carreras que he estudiado, haya hecho posible que pueda estar en este periódico, escribiendo este artículo. Muchísimas gracias, Ibáñez.

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