También era verano, aunque no estaba Antonio García Ferreras para narrar el escrutinio 'al rojo vivo'. La emisión por televisión de la primera noche de unas elecciones generales de nuestra democracia, el 15 de junio de 1977, se inició con una canción de Julio Iglesias.

En directo televisivo y musical, Iglesias cantó un puñado de sus grandes éxitos y estrenó un himno frente a todo un país esperando quién había ganado: 'Soy un truhán, soy un señor'. Ni siquiera se sabía muy bien la letra del tema. Así que cogió los papeles, como para hacer un mitin, y con las gafas puestas se justificó con disimulo: "Ustedes no se vayan a creer que voy a hacer un discurso político ahora, ya estarán hartos".

Estaba a punto de entonar, por primera vez, como primera noche electoral era, "Confieso que a veces soy cuerdo y a veces loco. Y amo así la vida, y tomo de todo un poco. Me gustan las mujeres, me gusta el vino. Y si tengo que olvidarlas, bebo y olvido". No había conexión con sede de partido político que mejorara esto, desde luego.

Una noche de elecciones generales desde la sala de fiestas más emblemática de Madrid

Con esta composición para la posteridad, José María Íñigo comenzaba un especial de cinco largas horas, con el que celebrar que España había votado y, de paso, hacer tiempo en una época rudimentaria en la que el novato escrutinio se iba a demorar hasta la tantas. Lo mejor era acudir a la varieté que TVE llevaba bien rodada. No obstante, ya estábamos acostumbrados a distracciones masivas a través de la alegría de la música, baile y humor verde desde el escenario de la mítica Florida Park.

O, lo que es lo mismo, la sala de fiestas donde Lola Flores perdió su pendiente. El extravío no fue en una noche electoral, pero ella estaba cantando cómo sería su propio Gobierno frente a un José María Íñigo que terminó localizando el pendiente. Y lo que se propusiera.

Lola Flores y la mentira que enriquece la realidad

De hecho, los programas de José María Íñigo siguen oliendo a vanguardia. En la era en la que los locutores se enrollaban, él representaba el estilo concreto, osado y pícaro que era capaz de lanzar la pregunta más indiscreta al invitado con una naturalidad pasmosa. Éramos más ingenuos, pero Iñigo relajaba al entrevistado porque transmitía seguridad y confianza. Justo lo que necesitaba España en aquella noche electoral amenizada con este especial de 'Esta noche... fiesta' que entendió la transición del país y subió al escenario a un particular intercambio generacional: Susana Estrada, Manolo Escobar, Lolita, Georgie Dann (con una apasionante coreografía) o Bigote Arrozet. Aunque el ganador ante tal virieté fue Julio Iglesias, algo bohemio y soñador. 

El cantante se llevó toda la atención con su irónico y delatador "Y es que yo (na-na-ra, na) amo a la vida y amo el amor (na-na-ra, na)" en una noche en la que lo mismo José María Íñigo conectaba el Palacio de Congresos de Castellana para ir conociendo el recuento de votos, que reconocía que hasta no hace mucho no confiaba en el talento del propio Iglesias. Íñigo era moderno hasta para eso: sólo unos pocos hombres de entonces caían que la credibilidad se construye incluso reconociendo los errores.

Los tiempos han cambiado, hoy sería frívolo realizar un especial electoral amenizado por cantantes y cómicos. Aunque la música y el humor sea, a menudo, más serio que mucha opinión campante. Pero ahí siguen los haces de luz iluminando las noches electorales televisivas, ahora sin canciones melódicas pero con el volumen bien a tope de bandas sonoras épicas. 

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