Se jugaban mucho. Los dos rivales sabían que el debate de anoche era fundamental para contrastar las hechuras de los únicos candidatos que pueden presidir el próximo gobierno de España. Sánchez se esforzó en presentar a su rival como el caballo de Troya de Vox, mientras Feijóo insistía en reprocharle sus alianzas con los independentistas. Uno y otro trataron de dar la mejor imagen de sí mismos sin ocultar la escasa empatía entre ambos. Un debate bronco con interrupciones constantes y la tensión reflejada en la cara de los contendientes. Interesante, pero no edificante.
OPINIÓN11.07.2023 - 07:39h
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