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Santiago Abascal, el exmilitante del PP que quiere aupar a Vox a la Moncloa diez años después de su creación

Santiago Abascal, líder de Vox y candidato a la Presidencia del Gobierno en las elecciones del 23 de julio.
Santiago Abascal, líder de Vox y candidato a la Presidencia del Gobierno en las elecciones del 23 de julio.
Henar de Pedro
Santiago Abascal, líder de Vox y candidato a la Presidencia del Gobierno en las elecciones del 23 de julio.

Nunca antes Santiago Abascal (Bilbao, 1976) ha tenido tan cerca la Moncloa. El líder de Vox es consciente de ello e insiste siempre que tiene ocasión en que el próximo 23 de julio se presenta a la Presidencia del Gobierno de España, aunque es una meta que, a juzgar por las encuestas, parece poco factible. Más asequible es la entrada en la Moncloa de la mano de su homólogo popular, Alberto Núñez Feijóo, el presidente del partido que Abascal abandonó hace una década y al que ahora vuelve a estar ligado su futuro para conseguir su ansiado objetivo de "echar" a Pedro Sánchez del Gobierno y "construir una alternativa".

A sus 47 años, es la quinta vez que Abascal se presenta a unas elecciones generales al frente de Vox —y el único candidato de 2019 a la Presidencia del Gobierno que repite, junto con Pedro Sánchez—, aunque su trayectoria comenzó mucho antes de la irrupción de su formación en el tablero político, bajo las siglas del PP. El líder de la tercera fuerza política a nivel nacional se afilió nada más cumplir la mayoría de edad a la formación presidida por aquel entonces por José María Aznar. La inclinación por la política le viene de cuna. De hecho, su significación política puso a la familia Abascal en el punto de mira de ETA.

El padre del presidente de Vox, Santiago Abascal Escuza, perteneció primero a Alianza Popular y después al PP, llegando a ser concejal en el Ayuntamiento de Amurrio (Álava), miembro de las Juntas Generales de Álava y diputado en el Congreso. Previamente su abuelo, Manuel Abascal Pardo, ya había sido diputado provincial durante la dictadura franquista y alcalde de Amurrio, localidad alavesa que vio crecer al actual candidato a la Presidencia del Gobierno, pese a haber nacido en Bilbao.

Abascal siguió los pasos de su padre y de su abuelo al entrar en política con apenas dieciocho años y pronto ingresó en el Comité Provincial del PP en Álava. En 1999, el futuro líder de Vox entró en el Ayuntamiento de Llodio (Álava) como concejal. Este sería el primero de los cargos públicos ocupados por el futuro candidato a la Presidencia del Gobierno, que también pasó por las Juntas Generales de Álava y por el Parlamento Vasco, además de ostentar cargos orgánicos dentro del partido, donde llegando a ser presidente de Nuevas Generaciones en el País Vasco y miembro de la Junta Directiva Nacional. 

En sus inicios, Santiago Abascal compaginó la actividad política con sus estudios de Sociología en la Universidad de Deusto, en los que dejó patentes algunos de sus principios. Finalizó la licenciatura con una tesina en la que denunció el Plan Ibarretxe como un ataque al sistema constitucional y contra la unidad de España, un trabajo que más tarde sería publicado como libro con prólogo de José María Aznar. En esa línea, la defensa de la patria lo motivó a crear en 2006 la Fundación DENAES, con la "pretensión de recuperar e impulsar desde la sociedad civil el conocimiento y la reivindicación de la Nación Española".

De la mano de la presidenta madrileña Esperanza Aguirre y huyendo de los choques con la cúpula del PP vasco a cuenta del diálogo con los nacionalsitas, Abascal saltó de su comunidad natal a Madrid en 2010, cuando fue nombrado director de la Agencia de Protección de Datos autonómica y posteriormente director de la Fundación para el Mecenazgo y Patrocinio Social, un puesto que suscitó polémica por la falta de actividad de la entidad, dependiente de la Consejería de Asuntos Sociales de la Comunidad de Madrid y extinguida a finales de 2013, con la salida de Abascal, que abandonó el PP en noviembre de ese año.

Tras casi veinte años de militancia y con palpables diferencias con la dirección nacional desde el Congreso de Valencia de 2008, el actual presidente de Vox abandonó el que había sido el partido de su padre en 2013, en tiempos de Mariano Rajoy, al discrepar en varios frentes, entre ellos en la relación con las fuerzas nacionalistas en Cataluña y el País Vasco y especialmente en la lucha contra el terrorismo. El exmilitante popular también denunció en su salida la inacción del partido contra la corrupción, aunque señaló como detonante la excarcelación de "terribles criminales" después de la derogación de la 'doctrina Parot', que permitía aplicar la reducción de penas a presos encarcelados a partir de la pena total en lugar de sobre el máximo legal de permanencia en prisión.

Decepción con el bipartidismo

Santiaco Abascal dijo entonces dejar su carné de afiliado con "tristeza" y "profundamente decepcionado", acusando a Génova de "secuestrar" el partido y "traicionar" sus ideas y valores. Sin embargo, su salida del PP no ahogó su vocación política. Apenas unos meses después, en enero de 2014, el actual candidato a la Presidencia del Gobierno participaba, junto a José Antonio Ortega Lara y otros fundadores, presentaba en público un nuevo partido: Vox nacía con la promesa de regenerar la política española, huyendo de las etiquetas.

El encargado de guiar ese nuevo proyecto fue Abascal, que fue nombrado presidente de la formación en septiembre de 2014, un cargo que no ha abandonado desde entonces. Pese a concurrir ya en 2015 a las elecciones generales, el partido no logró entrar en el Congreso de los Diputados hasta mayo de 2019, después de haber reunido como prueba de fuerza a miles de simpatizantes en el Palacio de Vistalegre (Madrid) en 2018. Lo hizo como quinta fuerza, con 24 escaños, pero la repetición electoral en noviembre de ese mismo año aupó a la formación al tercer puesto, al conseguir duplicar el número de asientos en la Cámara Baja.

La carta de presentación de Vox en aquella ocasión fueron sus "100 medidas urgentes para España", un documento que recogía la que ha sido siempre la esencia de la formación, tanto en su etapa extraparlamentaria como en su trayectoria más reciente como tercera fuerza política. Vox ha permanecido inamovible en el rechazo a la violencia de género, la lucha contra la inmigración ilegal —que vincula directamente con la inseguridad— y la defensa de la unidad de España, en virtud de la cual se oponen frontalmente al Estado de las Autonomías, a pesar de su entada en Gobiernos autonómicos de la mano de PP. 

Padre de cuatro hijos de dos matrimonios y católico confeso, Abascal es un firme defensor de estos postulados, que repite en cada mitin y a los que en la antesala de unas nuevas elecciones añade el "peligro" que, a su juicio, representa el actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para los españoles. El líder de Vox, amante del montañismo y coleccionista de bonsáis, confía en que estos argumentos le permitan a una formación que surgió con la promesa de acabar con el bipartidismo construir precisamente una alternativa al dirigente socialista —cuyo legado se comprometen a derogar por completo—, aunque con la mano tendida a los populares.

Las encuestas que Abascal tanto critica apuntan a que, pese a la pérdida de escaños de la tercera fuerza, PP y Vox podrían sumar una mayoría absoluta, lo que abriría la puerta a una negociación para trasladar a escala nacional los pactos alcanzados recientemente en la Comunidad Valenciana, Baleares y Extremadura, tras el refortalecimiento de la estructura territorial de Vox en las elecciones de mayo. Será el voto de los españoles primero y el entendimiento entre partidos después lo que decida la hipotética llegada del líder vasco a la Moncloa, que supondría la guinda a la normalización de la presencia de Vox en las instituciones casi diez años después de su creación, siempre con Abascal al frente.

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