Cierra la librería Lagun de San Sebastián, un icono que sobrevivió al franquismo y a los ataques de ETA

Elena Recalde en el cierre de la librería Lagun
Elena Recalde en el cierre de la librería Lagun
Javi Colmenero / EFE
Elena Recalde en el cierre de la librería Lagun

Aún sin fecha, la librería Lagún de San Sebastián anuncia su cierre. Después de sobrevivir a la intolerancia y a la violencia, al último franquismo y a los ataques de ETA en plena democracia, la librería no ha podido soportar los inconvenientes económicos a los que se enfrentaba. 

Donde antes se apretaban los libros, empiezan a verse los huecos en los estantes. Este será el adiós a un icono que este lunes oficializó su Junta de Socios, de la que forma parte Ignacio Latierro, quien fundó el establecimiento en 1968 junto a María Teresa Castells, fallecida en 2017.

Entre los socios figuran también los cuatro hermanos Recalde Castells, hijos de María Teresa y de José Ramón Recalde, exconsejero socialista del Gobierno Vasco, cuyo intento de asesinato en 2000 por parte de ETA colocó a la librería al borde del cierre después de haber sufrido durante años los ataques de la kale borroka con quema de libros incluida.

Los clientes fueron quienes impidieron el cierre de Lagun en ese momento crítico de hace 23 años. Gracias a su insistencia, la librería reabrió sus puertas en la calle Urdaneta, tras haber permanecido más de tres décadas en la Plaza de la Constitución, situada en la Parte Vieja donostiarra. 

Elena Recalde, hija de María Teresa y una de las responsables del establecimiento, asegura a EFE que les ha costado mucho tomar la decisión. Ella ha librado una batalla interna para aceptar algo "que no quería ver", que Lagun era inviable económicamente. "Es el legado de mi madre, he tenido que hacer una especie de duelo. Se corta con un pasado y se corta la relación con los clientes, muchos de fuera, fieles, que siguen viniendo cada verano", destaca.

Los clientes han sido el impulso para Lagun

"Los clientes es lo más satisfactorio de una librería. Que se rompa esa relación, muchas veces de amistad, es muy duro para mí. En los peores momentos de Lagun en la Plaza de la Constitución, parte de la ciudadanía se acercó a comprar esos libros inservibles, manchados de pintura, con cristales rotos. Fue un aliento y había que seguir por ellos", subraya.

La venta "online" y la piratería son enemigos de negocios como éste, "una librería independiente, sin el soporte de una cadena detrás, que tiene que subsistir por sus propios medios", comenta Recalde, que apunta que con la pandemia y el confinamiento hubo "un boom" de las librerías, pero la dinámica general ha sido "de altos y bajos".

Señala que ha cambiado "el concepto de libro y la cultura de la librería". "Recuerdo la librería de antes, se hablaba más, había charlas con los clientes", rememora Recalde, que dice que además el trabajo ahora apenas deja al librero tiempo para leer, ya que hay que dar entrada continua a nuevas publicaciones. "Porque se publica muchísimo, una burrada, para lo que luego se vende", apostilla.

"De Lagun me queda ese ir contracorriente, su lucha por las libertades, el no mirar para otro lado cuando algo no estaba bien", remarca.

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