El periodista Jesús Duva recrea un asesinato de la España profunda a principios del XX en su libro 'El crimen de la niña Melchora'

Jesús Duva, periodista y escritor.
Jesús Duva, periodista y escritor.
ANTONELLO DELLANOTTE
Jesús Duva, periodista y escritor.

Jesús Duva (Valladolid, 1955) fue cocinero antes que fraile. Por eso, porque vio cómo se condimentaban muchos crímenes cuando era redactor de sucesos e interior en medios relevantes, ahora se permite vivir su jubilación escribiendo, sin las prisas de los cierres. Contó de primera mano, entre otras, noticias tan impactantes como el incendio de Alcalá 20 (1983), el accidente de Avianca de Barajas y también el de Mejorada del Campo, con decenas de muertos entre los fuselajes. Todo, en 21 días de frenesí informativo.

En su rol de narrador revisitó el asesinato en un pueblo perdido del Pirineo en Emboscada en Fago y revivió los dramas de bebés sustraídos a sus madres en Vidas robadas

Lo último que ha salido de su pasión periodística es El crimen de la niña Melchora (editorial Páramo), la misteriosa muerte de una cría de 6 años en un pueblo de Valladolid, Cigales, en 1905 y el posterior juicio penal contra los principales acusados.

La novela describe, asimismo, con sobriedad y efectismo castellanos el paisaje social de una España rural, oscura, de garrote vil, dominada por la ignorancia y la sospecha infundada. Está prologada por Manuela Carmena, exjueza y exalcaldesa de Madrid, para quien Duva trabajó como jefe de prensa el tiempo que estuvo en el ayuntamiento. 

No se puede adentrar uno en este libro sin leer ese texto previo de Carmena, porque desvela, sin decirlo, el misterio de la historia: cómo se puede decidir si alguien es culpable de un asesinato sin pruebas ni indicios que lo atestigüen. Porque de esto va en parte este título, de cómo la vox pópulis es quien determina si los acusados lo son de verdad, o lo son en función de rumores y maledicencias.

Hay cierto paralelismo entre lo que pasó en 1905 y las 'fake news' de ahora

Dice Duva que existe en esta historia de hace un siglo y en la actualidad cierta semejanza con lo que hoy conocemos como las fake news. "Tiene un paralelismo con lo que pasaba hace cien años con la voz popular, con los sucesos. El rumor nunca se equivoca, siempre es cierto. Cuando empecé a trabajar en esto se decía que el rumor era la antesala de la noticia, cuando en realidad una de las cosas sin fundamento es dejarlo todo en la rumorología. En el siglo XX no había tecnologías, ni redes sociales, ni fake news, como ahora, pero sí existía la voz popular".

Portada del libro, de la editorial Páramo.
Portada del libro, de la editorial Páramo.
CEDIDA

En esta realidad versionada por Duva, casi desde la primera página se corre el rumor de quién ha matado a la niña Melchora, que no vamos a desvelar para no hacer spoiler. Sí se puede avanzar que la mujer tiene una presencia muy importante en esta trama: "La mentalidad de la mujer es mucho más rica e inteligente que la de un hombre. Además, añade Duva, las mujeres matan mucho menos que los hombres, cosa que me atrae mucho".

La figura del jurado popular, muy presente en estas páginas, también encandila al autor, que encuentra en ella una forma de hacer justicia tremendamente frágil, pero también muy saludable para nuestro sistema democrático. "Sí será importante, apostilla Duva, que en la siguiente historia en la que estoy trabajando, el jurado popular absuelve a uno de los acusados, porque considera que no hay pruebas de que haya tenido que ver en el crimen que relato".

Se refiere Duva, en un discurso plagado de acotaciones y de idas y vueltas, a un asesinato ocurrido hace cinco años, el de una chica rumana a manos de la novia de su exnovio. Este fue acusado de cómplice porque la llevó a casa de la víctima, pero finalmente resultó absuelto. "Siempre pongo de ejemplo la obra 11 hombres sin piedad. Henry Fonda, empieza cuestionarse la cosa, y el acusado acaba siendo absuelto".

Había un movimiento que quería endurecer la ley por la delincuencia y la criminalidad que provocaba el hambre

Volviendo a la niña Melchora, Jesús Duva no puede obviar la realidad sórdida de esos años, 1905-1906, y la dudosa solvencia de hombres y mujeres que se dejaban influenciar por los comentarios de sus vecinos, tan inseguros como ellos. "Los jurados de la niña Melchora son vecinos del pueblo, están muy influenciados por el rumor y son todos pobres asalariados, al servicio de los ricos del pueblo. Había un movimiento de gente que quería un endurecimiento de la ley, por la delincuencia y la criminalidad causadas por el hambre. Se mataba por un trozo de pan". Tan importante como el suceso narrado, o más, es el juicio que planea sobre todo el libro. 

"Gasté mucho tiempo haciendo gestiones para localizar un sumario, pero no fui capaz de dar con ello. Lo único que conseguí fue la sentencia, en la letra caligráfica. Quizás está por ahí tirada, sin fechar ni informatizar. Ha pasado la guerra, los archivos que encontré no valían para nada. La prueba de que había ocurrido es que el matrimonio había sido condenado. El periódico El Norte de Castilla, recuerda, lo cubrió muy bien".

El propio autor no es capaz de asegurar que quienes pagaron por este crimen, fueran realmente sus responsables. "No tengo claro si son culpables, no hay indicios, ni testimonios, ni pruebas, del relato de la sentencia. ¿Quién vio todo eso? Lo que sí creo es que si esto hubiera pasado hoy, los culpables no habrían sido condenados porque era indemostrable su participación".

Jesús Duva ha escrito de muchas cosas, incluso de información laboral, que él inventó como género cuando se dio cuenta de que en 1976 nadie se ocupaba de ello, y eso que había mucha conflictividad. Crubrió después temas de interior, terrorismo y sucesos, pero nunca había trabajado el sector tribunales. "Me encanta esta información porque es donde se dilucida el hecho, se aportan pruebas, se estudian indicios, testimonios... La información tiene un valor de denuncia, no es un simple chivatazo. La policía dice: ha pasado esto, pero luego hay que demostrarlo, y es allí donde empieza la verdadera investigación".

En estos años transcurridos, desde que a finales de los 70 comenzara su labor como periodista, mucho ha variado el panorama: "Cien años después, tenemos el fenómeno de la telefonía móvil, las redes sociales, el factor criminógeno. El factor más importante son las redes sociales y la informática. La mayoría de los delitos se mueven a través de las redes sociales para todo: los delitos de narcotráfico, las estafas, los crímenes... todo pasa por este cambio radical".

Como periodista, me sigue persiguiendo el asesinato de las niñas de Alcásser, esa muerte tan terrible después de ser violadas

Sin embargo, como profesional del periodismo negro, Jesús Duva no tiene que rebuscar mucho en su memoria para determinar qué hechos de la crónica de sucesos le ha impactado más. Y no tienen que ver con la explosión del mundo virtual: "Como periodista me sigue persiguiendo el crimen de las niñas de Alcásser, esa violación múltiple y la muerte horrible de tres niñas. Que no haya sido localizado Antonio Anglés es algo que sigue obsesionándome. Fue además un cambio muy importante en la criminalidad de nuestro país. Era producto del lumpen creado por la droga, en plena expansión de la heroína. Hay mucha agresividad y violencia entonces".

De todas las tragedias que nutren a día de hoy las televisiones, a Jesús Duva le conmueve el drama de la emigración. "Soy pionero en el seguimiento de la inmigración. Hablábamos de esto cuando en España éramos 30 millones y sólo había 90.000 inmigrantes, y ya existían voces que nos decían que nos estaban invadiendo". Y dentro de este auge, le sobrecogió el asesinato de Lucrecia Pérez (1992). "Impactó muchísimo porque era una pobre desgraciada, que cenaba a la luz de una vela un sopicaldo. Pero afortunadamente desencadenó una serie de manifestaciones muy importantes para la causa". 

Duva tiene 68 años.
Duva tiene 68 años.
ANTONELLO_DELLANOTTE

El crimen de la niña Melchora puede parecer algo remoto, por su escabrosidad, por esa España negra que todo lo engullía sin testigos, por la sociedad sombría que reinaba, por las políticas perversas que no defendían al inocente, sino al que parecía menos malo, por la pena de muerte que sobrevolaba la realidad.

La ley penal en España es súper dura, de las más duras, pero la gente no se lo cree

Sin embargo, Duva no rechaza que en la actualidad, alguien tenga la ocurrencia de pedir que vuelva a imponerse este método de castigo. "No lo descartaría. Cuando se producen situaciones de mucha tensión, de gran impacto en la sociedad, los familiares de las víctimas piden la restauración de la pena capital. Pasa en casos de violación y muerte, como fue el caso de la niña Mari Luz, que vino acompañada de un movimiento para endurecer la ley. Y puedo asegurar que la ley penal en España es súper dura, de las más duras, pero la gente no se lo cree. Prefiere creer lo contrario". Una vez más, el peligro de no acercarse a la verdad porque es menos rentable.

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