Los gatos callejeros aumentan el riesgo de toxoplasmosis: "Más gente, más gatos, más parásitos"

  • El parásito 'Toxoplasma gondii' se transmite por las heces de los gatos y se contrae por alimentos contaminados.
  • Un estudio descubre que la contaminación es mayor en zonas urbanas por la alta densidad de gatos.
Gatos callejeros.
Gatos callejeros.
torne (where's my lens cap?) / Wikipedia
Gatos callejeros.

La toxoplasmosis es una de las enfermedades más extendidas del planeta y, curiosamente, a la vez una de las más desconocidas. Está presente en casi todo el mundo: el protozoo parásito que la causa, Toxoplasma gondii, se ha encontrado en todos los continentes excepto en la Antártida. Se estima que infecta al 30-50% de la población mundial.

En la Unión Europea solo se contabilizan los casos de toxoplasmosis congénita, por transmisión en el embarazo, por lo que los datos generales no son precisos. Una revisión con datos de 88 países situaba la prevalencia en España en torno al 30% de la población. Pero según el Centro Europeo para el Control de Enfermedades, España no destaca precisamente por su vigilancia de la toxoplasmosis.

El caso más grave de toxoplasmosis es la transmisión de la madre gestante al feto

El caso de la transmisión de la madre gestante al feto es el más vigilado por ser el más grave, ya que puede causar muerte fetal, encefalopatías o incluso ceguera. En cuanto al resto de la población, si no existen deficiencias inmunitarias suele decirse que para la mayoría de la gente la enfermedad es asintomática. Pero esto es lo que hace de la toxoplasmosis una gran desconocida: se sugiere que provoca ciertos trastornos neuropsiquiátricos, pero la lista total de enfermedades y alteraciones que distintos estudios han asociado con la toxoplasmosis alcanza casi las 60. En resumen, puede decirse que aún no puede predecirse con certeza hasta qué punto el toxoplasma puede ser un riesgo a corto o largo plazo, para una persona sana o para otra con problemas de salud previos.

Por suerte, lo que sí se conoce con certeza es la transmisión. Exceptuando el caso del contagio materno-fetal o los de trasplantes de órganos o transfusiones, el toxoplasma entra siempre por la boca. Por lo tanto, nos infectamos a través de agua o alimentos contaminados, o por vía oral después del contacto con la fuente principal de esta contaminación: las heces de los gatos. Una peculiaridad del toxoplasma es que los únicos animales en los que es capaz de reproducirse sexualmente son los felinos. Esta reproducción sexual del parásito da lugar a los quistes que los gatos expulsan con las heces y que sobreviven largo tiempo fuera del cuerpo.

Alimentos contaminados

Pero aunque los felinos sean los únicos animales que producen los quistes del parásito, todos los animales llamados de sangre caliente pueden contraerlo e infectarse si los ingieren. Y aunque no pueden propagarlo a través de las heces, sí pueden a su vez infectar a otros que coman su carne o su leche. Esta es otra posible vía de contagio para los humanos, consumir la carne poco hecha o la leche cruda de animales infectados, o indirectamente a través de los utensilios de cocina empleados para su manejo. Una última vía de contagio para los humanos serían las frutas, verduras u otros alimentos crudos —ostras, por ejemplo— que hayan sido contaminados con heces de gato. Un caso más que típico son las hortalizas del huerto casero.

Es por esto que a las mujeres se les aconseja que eviten el contacto con gatos durante el embarazo, así como los alimentos crudos o poco cocinados o sin lavar (verduras y frutas), o la leche sin tratamiento térmico. Dado que la enfermedad no es transmisible entre humanos, no hay problema en que una mujer embarazada tenga contacto con otra persona con toxoplasmosis.

Hay infinidad de estudios que han evaluado la presencia de toxoplasmosis entre los felinos, principalmente los gatos domésticos, y también entre animales de granja para consumo humano. Ahora, un nuevo estudio dirigido por la Universidad de California ha reunido los datos de 47 estudios previos para investigar y comparar la contaminación por toxoplasma relacionada con la presencia de felinos salvajes —linces, pumas y varias especies de gato montés— y de gatos callejeros o asilvestrados.

Más gente, más gatos, más parásitos

La conclusión se resume en el título del estudio: “Más gente, más gatos, más parásitos”. Los gatos o felinos que no tienen dueños son los principales responsables de la contaminación ambiental por toxoplasma, y hay mayor presencia del parásito en los entornos humanos.

La contaminación es mayor en los entornos urbanos por la mayor densidad de gatos

Los autores explican que, aunque en los gatos domésticos la prevalencia del toxoplasma es menor que en los felinos salvajes, la contaminación es mayor en las zonas urbanas o residenciales por la densidad comparativamente mayor de gatos, alimentados por los humanos o atraídos por la presencia de sus potenciales presas que se alimentan de la basura, como aves y roedores. Aunque proporcionar alimento a los gatos callejeros pueda reducir la necesidad de estos animales de cazar presas —que pueden ser una fuente de infección para los propios gatos—, la alta densidad de gatos atraídos por el alimento favorece la transmisión entre ellos a través de las heces.

“Nuestros resultados refuerzan el papel que los gatos callejeros o asilvestrados tienen en la contribución a la contaminación biológica por ooquistes de T. gondii, y por tanto la necesidad de enfocar la gestión (retirada de los gatos) y/o las intervenciones más globales sobre el paisaje (restauración de los humedales, barreras de vegetación) que pueden reducir el transporte de ooquistes”, escriben los autores, añadiendo que “la gestión de los gatos callejeros o asilvestrados puede servir para reducir el riesgo de toxoplasmosis en humanos, ganado y fauna salvaje, y tendrá el beneficio añadido de reducir la depredación de la fauna salvaje”.

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