Sin tiempo para descorchar el cava los ganadores y aún sin digerir la derrota los perdedores, el resultado de las elecciones de este domingo, que han supuesto el vuelco del tablero político en nuestro país, han llevado para sorpresa de todos a la urgente convocatoria de elecciones generales. Calendario en mano, y aplicando la legislación vigente, estamos llamados a las urnas en pleno verano, el domingo 23 de julio, que además viene a coincidir en varias comunidades con el festivo día 25 de Santiago y el puente de rigor.

Los andaluces que de calor saben lo suyo tienen prohibido por ley celebrar elecciones entre el 1 de julio y el 31 de agosto, pero como esto solo cuenta para las que convoca la Junta, en las generales les tocará ir a votar sin otro remedio que echando mano de abanico y botijo si fuera menester. No van a ser los únicos, en el resto de España también estaremos padeciendo los rigores del verano. Los más previsores tienen comprados ya los billetes de avión, reservado el hotel, alquilado el apartamento y ganas de todo menos de ir a votar ese día.

Claro que siempre nos queda el voto por correo, tan denostado en estas últimas elecciones, y es previsible que se disparen las solicitudes.

Pero que no cunda el desánimo y que reine la alegría. Va a ser una campaña festiva por todo lo alto que tendrá su inicio oficial nada menos que con el chupinazo del "siete de julio, San Fermín". Y a partir de ahí los mítines se mezclarán con más fiestas y romerías y los candidatos volverán a dar lo mejor de sí mismos repartiendo besos, sonrisas y abrazos que tienen bien ensayados de la reciente campaña.

Con las cartas que tenía en mano, Sánchez decidió arriesgar y jugarse el todo por el todo, caiga quien caiga, y eso es ahora, precisamente, lo que está por ver.