La vida de Tina Turner, una ruleta rusa de abusos y dolor antes de conocer la gloria

COLOGNE - JANUARY 14: (UK TABLOID NEWSPAPERS OUT) Tina Turner performs onstage on the first night of her European tour at the Cologne Arena, on January 14, 2009 in Cologne, Germany. (Photo by Dave Hogan/Getty Images)
Uno de los conciertos de Tina, todo fuerza y coraje.
Dave Hogan
COLOGNE - JANUARY 14: (UK TABLOID NEWSPAPERS OUT) Tina Turner performs onstage on the first night of her European tour at the Cologne Arena, on January 14, 2009 in Cologne, Germany. (Photo by Dave Hogan/Getty Images)

Anna Mae Bullock (1940) no imaginaba, cuando supo que había nacido en un sótano sin ventanas destinado para madres de color en un hospital de Tennessee (EE UU), que un día la visitaría la gloria. No podía saberlo porque este término no se usaba en su día a día. Sí estaban en su vocabulario hambre, odio, abandono, soledad y abuso. «Quería que mi madre volviera por mí y esperé, pero nunca lo hizo. Y está bien, ¿sabes por qué? Soy una chica de un campo de algodón que superó la destrucción y los errores. Y estoy aquí para ti». 

Estas palabras las publicó mucho más tarde, cuando quedaban lejos sus 11 años, en que su madre Zelma se fue, y ya era Tina Turner, pero tenía que seguir espantando sus fantasmas. Porque la enorme y respetada rockera que hemos bailado y cantado todos conmutó el dolor y una vida en el alambre con la música, el éxito y dos libros en los que desnudó su pasado para atemperar el presente. La felicidad nace de ti  (2022) y Mi historia de amor (2017).

En estos dos volúmenes relata el rosario de tragedias que fue su existencia, para muchos dorada y musical, pero para ella, un agujero negro que la llevó, incluso, a un intento de suicidio. Todo empezó mal para Tina: tras el abandono materno decidió marcharse con una prima que la acogió en su casa. Pero Margaret murió en un accidente. También vivió con su abuela. Trabajó de empleada doméstica e intentó ser jugadora de basket, hasta que Anna encontró consuelo en la música gospel, blues y jazz. Tuvo un breve romance con el saxofonista Raymond Hill y fruto de esa relación nació su primer hijo, Craig.

Turner con el Grammy que recibió por "Risin' With The Blues". (EFE)
Turner con el Grammy que recibió por Risin With The Blues. 
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Posteriormente se uniría a la banda del músico Ike Turner con quien tuvo la desgracia de casarse. Ike era adicto a la cocaína y tremendamente violento. Llegaron los abusos sexuales y los malos tratos por parte del que fuera su esposo, su manager y también su descubridor. Él la convirtió en Tina Turner, probablemente lo único bueno que hizo por ella. "Los labios rotos, los ojos morados, las articulaciones dislocadas, los huesos rotos y el tormento psicológico se convirtieron en parte de la vida cotidiana", se describía la cantante años después en sus biografías.

En 1968,  intentó suicidarse con pastillas para dormir.  Y a los 37 años sacó las fuerzas de flaqueza suficientes para alejarse de su marido, aunque su sombra nunca la abandonaría.

La cantante tuvo cuatro hijos, dos biológicos y dos adoptados: Craig Raymond Turner, con Raymond Hill y Ronald Renelle Turner con Ike Turner. Posteriormente adoptó a Ike Turner Jr y Michael Turner, fruto de la anterior relación de su marido Ike con Lorraine Taylor. Pero la maternidad tampoco le dio paz.

A pesar de que su fama era ya creciente y su fuerza en los escenarios incuestionable, la cantante no encontraba ni un respiro. El suicidio de su hijo mayor, Craig Turner, fue otro huracán al que tuvo que  sobreponerse. Craig fue hallado a los 62 años en su casa, situada en Studio City, con una herida de bala.

A finales del año pasado, tras  largo tiempo luchando contra el cáncer, fallecía su hijo Ronnie Turner. La cantante, ya retirada de la vida pública, colgaba una foto en sus redes sociales con los ojos cerrados. "Ronnie, dejaste el mundo demasiado pronto. Con dolor cierro los ojos y pienso en ti, mi querido hijo".

Tina Turner hizo una ecuación casi milagrosa con su trayectoria personal y familiar, el menos, y el éxito musical y social, el más. A pesar de lo que la primera parte le restaba en su impulso vital, consiguió que ser negra no sólo no fuera una piedra en el camino, sino una rampa de lanzamiento hacia la igualdad. Probablemente, ella creó, con sus fotos en la revista Rolling Stones, las primeras de una mujer de color en 1967, y sus piernas musculadas bailando bajo minifaldas de strass, el término empoderamiento. Al final, cuando ya vivía a orillas de un lago suizo su plácida vejez, y no es las caravanas ruidosas de las giras, escribió lo que quería que perdurara de ella: "Tal vez has permitido que tus voces negativas debiliten tu autoestima. Si es así, es hora decirles a esas voces que ya no vas a aceptarlas más"

Tal vez has permitido que tus voces negativas debiliten tu autoestima. Es hora de decirles que no las aceptas más

Tres veces vino a España a cantar, quizás ahora parezcan pocas, pero su voz no se ha terminado de apagar. 22 álbumes, 200 millones de discos vendidos, numerosos musicales con su historia y las películas sobre su destino nos recordarán siempre que Tina Turner nunca dejó de ser Anna Mae, una mujer de carne y hueso. Aunque ya sea una diva.

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