Juan Luis Saldaña Periodista y escritor
OPINIÓN

El cronista de hospital

Más animada hoy. Espero que mañana me manden a casa.
Más animada hoy. Espero que mañana me manden a casa.
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Más animada hoy. Espero que mañana me manden a casa.

Lo han ingresado o está de acompañante. Se aburre y, además, se da cuenta de que necesita apoyo moral y no sentirse solo. El móvil en el bolsillo, las redes abiertas, el TikTok echando humo. ¿Qué puede salir mal? La era digital nos ha convertido en cronistas de la nada, de lo evidente y de lo cotidiano. No nos damos cuenta de que estamos retransmitiendo sucesos irrelevantes para casi toda la irrelevante audiencia potencial que tenemos.

Lo primero suele ser una foto de la pulsera que te colocan en la muñeca tras el ingreso. Esta imagen zarandea el árbol de me gustas y comentarios con éxito. Es una garantía. La soledad recula y vuelve a su cueva. Que vaya todo bien. No sabía que te operaban. Que no sea nada. Mucho ánimo. El protagonista ya está contento. El médico puede hacer su trabajo. Todo está cumplido.

La era digital nos ha convertido en cronistas de la nada, de lo evidente y de lo cotidiano.

Después de la intervención, el catálogo de imágenes y publicaciones suele ser variado. Lo más habitual es una foto de la zona operada. Resulta muy agradable ver en alguna red social la pierna vendada de un tipo con el que compartes, quizá, una afición. Suponemos que le ha ido bien la operación. Otra imagen icónica es la foto yacente con el pulgar del operado levantado. Aquí estoy, me ha dejado la riada, pero todo ha ido bien.

Debemos ser conscientes de que no somos la estrella de un equipo de fútbol que, quizá, deba mostrar a la afición el principio de una recuperación. Tampoco somos un torero que ya piensa en volver a la arena. Somos gente vulgar. Y la gente vulgar no debería hacer fotos de vendas, sábanas verdes, rostros pálidos y goteros o, si no puede evitarlo, debería reservarlas sólo para el famoso grupo Familia del WhatsApp. Otro día hablaremos de él. El gran talento no está en saber qué decir, sino en conocer lo que se debe callar. 

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