Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Ana Obregón, la vida por entregas (y previo pago de su importe)

Ana Obregón presenta por fin a su nieta e hija de Aless Lequio, Ana Sandra
Ana Obregón presenta a su nieta e hija de Aless Lequio, Ana Sandra
Europa Press
Ana Obregón presenta por fin a su nieta e hija de Aless Lequio, Ana Sandra

Gestación subrogada, utilización del esperma congelado de una persona fallecida, exposición de la intimidad de una menor... Cuántos debates ha abierto la presentación en sociedad de la hija que es nieta de Ana García Obregón. Cada semana, un nuevo capítulo. La vida por entregas. Como una serie. De hecho, la propia Ana Obregón habla y posa con el bebé como si fuera la protagonista de un nuevo serial de drama y sonrisas. Lo importante es ella, el resto da un poco más igual.

Y todas las explicaciones las da previo pago de su importe. Al grito de ¡exclusiva! y con fotos bien posadas. Hasta las que parecen más espontáneas transmiten olor a prefabricado. Mejor intentar controlar la comunicación en primera persona a que lo hagan otros por ti. Podría haber realizado entrevistas sin mostrar el rostro de la pequeña. Podría haber comunicado el nacimiento desde una discreción escurridiza de la exposición mediática. Podría... Pero, entonces, una de las motivaciones de peso en la vida de Ana Obregón se desvanecería: el foco mediático.

El éxito en el mundo artístico de Ana Obregón ha ido visiblemente muy unido a su capacidad para estar en el epicentro de la conversación. Su fama ha crecido con un ego que desvirtúa lo que envuelve. Un ego exagerado y simpático en principio que, al final, ha propiciado que el personaje esté por encima de la persona. Ana Obregón se ha convertido en la showrunner de su propia existencia y evoluciona sus tramas de cara a la galería para no dejar de interesar. La ilusión, a veces, puede ir vinculada a la necesidad de que hablen de nosotros para sentirnos menos solos. 

Y Ana Obregón tiene la riqueza suficiente para que sus deseos narcisistas parezcan derechos por el bien común.  Lo que puede terminar acabando en una comercialización sin pudor y sin dilema moral de cada aspiración. De hecho, la historia de la hija-nieta de Ana Obregón y las reacciones que produce está retratando, sobre todo, una sociedad en la que algunos han interiorizado concienzudamente que el dinero lo puede solucionar prácticamente todo. Hasta creen que puede aliviar pérdidas irremplazables como si fuéramos objetos sustituibles.

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