OPINIÓN

Las sumas de Sumar

La candidata de Sumar a las elecciones generales, Yolanda Díaz.
La candidata de Sumar a las elecciones generales, Yolanda Díaz.
EFE
La candidata de Sumar a las elecciones generales, Yolanda Díaz.

Podemos resultó ser un invento inteligente. La efervescencia que provocó el 15-M en la extrema izquierda podía terminar en nada o, por el contrario, cristalizar en un partido político que consiguiera lo más difícil: unificar.

Después del decaimiento del bipartidismo, en política se hizo muy popular la división. Más en serio que en broma, se suele decir que hay casi más partidos que militantes. Y no es necesario remontarse al pasado remoto. Véase cómo Podemos —después de reunir bajo su manto morado a todo lo que estaba a la izquierda del PSOE y a buena parte del votante más izquierdista del propio PSOE— se ha deshilachado con el paso del tiempo. Varios miembros del reducido equipo inicial que creó el partido ya no están en sus filas. En determinados casos, no solo han roto su conexión política con Podemos, sino también su relación de amistad con quienes fueron sus conmilitones. Pero, además, algunos han creado sus propios partidos casi unipersonales, como, por ejemplo, Íñigo Errejón, el canario Alberto Rodríguez, el anticapitalista Miguel Urban o la andaluza Teresa Rodríguez. Tanto los que se quedan como los que se van se consideran a sí mismos legitimados para liderar algo, aunque su militancia quepa en un taxi.

Ahora, Yolanda Díaz cree que ha llegado su momento. Se suponía que la nueva política de la que se vanagloriaban en el Podemos primigenio consistía en que todas las decisiones se adoptaban desde abajo, en los conocidos como ‘círculos’. Pasados los años, se ignora que queda de aquello, y cuando el líder mesiánico decidió irse a hacer un podcast, señaló con su dedo a Ione Belarra para la secretaría general y a Díaz para liderar las listas. Se suponía que el dedazo era costumbre de los malvados partidos tradicionales, pero queda claro que no solo de ellos.

Tanto los que se quedan como los que se van se consideran a sí mismos legitimados para liderar algo, aunque su militancia quepa en un taxi

Ione Belarra ha seguido las instrucciones recibidas, no así Yolanda Díaz. La vicepresidenta del Gobierno quiere ignorar el lastre de haber sido designada por el dedo de quien se considera su hacedor. Y, sin embargo, el hacedor tiene buena parte de razón en sus exigencias. Porque se supone que en democracia la política se ejerce a través de partidos políticos, no de movimientos desestructurados, más parecidos a determinados formatos peronistas, tan del gusto de los populismos de extrema izquierda y de extrema derecha.

Se suponía que el dedazo era costumbre de los malvados partidos tradicionales, pero queda claro que no solo de ellos

Yolanda Díaz ha conseguido reunir a un gran número de partidos, pero todos juntos no se acercan, ni de lejos, a la implantación que tiene Podemos. Si se trata de Sumar, Yolanda Díaz sin Podemos suma poco. De la misma manera que Podemos sin Yolanda Díaz será más una resta o una división, que una suma. Y si Sumar no suma, a Pedro Sánchez se le complicarán las cuentas.

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