La parcela en la que confluyen la avenida de las Fuerzas Armadas y la calle dedicada a Juan Antonio Samaranch, en el barrio de Valdebebas, es hoy un ir y venir de maquinaria pesada y obreros, pero en nueve meses se espera que las perforadoras y los camiones cargados de tierra dejen paso a los autobuses y, en un futuro no muy lejano, al metro. Porque el Gobierno de la Comunidad espera que a finales de este año funcione en esta zona el que será el sexto intercambiador de transporte de la región.
Así lo ha asegurado este martes el consejero madrileño de Transportes e Infraestructuras, David Pérez, que ha visitado las obras junto al viceconsejero Carlos Díaz-Pache y a la secretaria general del Ministerio de Transportes, María José Rallo, entre otros cargos públicos. Los tres han atendido a las explicaciones del director general de Infraestructuras, Miguel Núñez, que les ha informado del estado actual de los trabajos y los pasos inmediatos a seguir.
Núñez lo ha tenido fácil porque se ha servido de la realidad virtual para detallar cómo será la futura infraestructura, en la que se van a invertir algo más de 30,2 millones de euros de fondos europeos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Una empresa de realidad ha recreado el intercambiador de las canalizaciones a los pasillos pasando por la fachada y los alrededores y, con unas gafas VR y sobre los terrenos en los que se está ejecutando la obra, los responsables de la administraciones involucradas en ella han podido ver en primicia cómo se transformará esta zona de la capital de aquí a finales de año.
Los próximos meses serán de intenso trabajo. De momento, todos los muros perimetrales de la futura instalación ya están construidos y se están ejecutando los últimos pilotes de los 330 necesarios para levantar las 17 grandes 'palmeras' o paraguas invertidos, 10 en el exterior del edificio y siete dentro de él, que dotarán al intercambiador de Valdebebas de una cubierta con singularidad arquitectónica.
En 15 días se prevé que culminen las labores en torno a los pilotes y se dé paso a otros trabajos, como la colocación de la losa. Hacia finales de mayo se espera que todos los forjados de la obra estén construidos y en junio se empezarán a colocar las 17 palmeras.
La mayor de ellas tiene una altura de 16,37 metros, el equivalente a algo más de cinco pisos de altura, y están fabricadas en acero. Se construirán de dentro hacia afuera y se emplearán en ellas más de 1.200 toneladas. La conexión entre ellas será un muro de cortina de vidrio muy particular, tanto que sólo puede trabajarse en dos temporadas al año: en abril y en octubre. El próximo mes, las grandes pantallas se empezarán a construir y no será hasta octubre cuando se coloquen en su destino final.
Una demanda creciente
Cuando finalicen la construcción del intercambiador se habrán excavado más de 20.500 metros cúbicos de tierra y se habrán utilizado casi 35.000 en la fase de relleno. Parte de los áridos que se están empleando en esta obra proceden de las parcelas colindantes en las que está previsto levantar la Ciudad de la Justicia, aún por adjudicar definitivamente. "Estamos totalmente coordinados con la Consejería de Presidencia, Justicia e Interior", ha señalado el director general de Infraestructuras. Con estos movimientos en los terrenos del campus judicial, se puede decir que el intercambiador allana un poco más el camino a su futura vecina, que le nutrirá de usuarios.
No en vano, el Ejecutivo regional calcula que unas 30.000 personas al día pasarán por la Ciudad de la Justicia cuando esta funcione. Además, a pocos metros del intercambiador también está previsto que se desarrolle la ampliación de Ifema y Valdebebas, con unas 35.000 personas censadas en la actualidad, es aún un barrio en expansión.
Los vecinos del barrio y los usuarios de las futuras instalaciones previstas en esta zona de la ciudad hallarán en el intercambiador paradas de autobuses, de taxis, estación de Cercanías, vehículos eléctricos de alquiler y, en el futuro, una parada de metro de la L11. También habrá más de media docena de locales comerciales, una zona de descanso y paseo en el exterior del edificio y un aparcamiento disuasorio de la red Aparca+T. Este extremo puede convertirlo en un facilitador del acceso al aeropuerto de Barajas, ya que está situado a apenas 10 minutos (menos de 6 km) en coche de la T-4 y está conectado con esta terminal por Cercanías.
Cuando esté terminado, el edificio tendrá dos plantas, cuatro ascensores y dos escaleras mecánicas. La plaza anexa se extenderá por 17.000 m2 y estará flanqueada por zonas verdes. La infraestructura se ha pensado en clave sostenible. El aislamiento del revestimiento ayudará a reducir la demanda de calefacción y refrigeración y habrá una instalación de energía solar fotovoltaica de autoconsumo, con 135 placas ubicadas en las marquesinas. Con este sistema se estima que se podrá cubrir alrededor del 20% de la demanda primaria con energía de origen renovable y, además, ahorrar 32 toneladas anuales de CO2 en emisiones.
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