• Ofrecido por:

Beatriz de Pedro: "El trabajo social es humilde, la importante es la persona a la que estamos atendiendo"

  • El 21 de marzo es el día del trabajo social, una profesión muy ligada a la discapacidad. 
Beatriz de Pedro en su puesto de trabajo, en el centro de atención temprana de Aphisa, en Alcalá de Henares.
Beatriz de Pedro en su puesto de trabajo, en el centro de atención temprana de Aphisa, en Alcalá de Henares.
Cedida
Beatriz de Pedro en su puesto de trabajo, en el centro de atención temprana de Aphisa, en Alcalá de Henares.

En España, miles de trabajadores sociales ayudan cada día a cientos de miles de personas, muchas de ellas relacionadas con la discapacidad. Se trata de una figura indispensable para el bienestar de las familias que es, a su vez, una profesión muy desconocida, al menos en los que a sus funciones se refiere, "siempre que me preguntan qué es el trabajo social, entro en pánico", reconoce Beatriz de Pedro, trabajadora social en el centro de atención temprana de Aphisa, asociación que apoya y atiende a personas con discapacidad y a sus familias.

Esta complejidad se debe, por un lado, a que sus funciones son muchas y, por otro, a que pueden trabajar en distintos ámbitos, "el trabajo social es una profesión muy amplia, tanto a nivel conceptual como en los sectores en los que se pueden ubicarte. Y en función a los sectores o la población a la que atiendas, tienes unas funciones u otras", explica Beatriz, "yo siempre digo que el trabajo social, aparte de ser una profesión muy vocacional y muy linda, se dedica a apoyar y acompañar a las personas a las que está atendiendo".

Con acompañar no se refiere solo al acto físico de acompañar, sino a dar información y ayudarles a movilizar los recursos que necesitan en ese momento, "les ayudamos a identificar sus prioridades, necesidades y sus potencialidades para que ellos movilicen recursos que les puedan ayudar, como por ejemplo, cómo reclamar ante la administración, como solicitar una determinada ayuda, hacer un trámite… se trata de facilitar y acompañar a las personas en la toma de decisiones ante un momento crítico que puedan estar pasando. No somos meros informadores", explica Beatriz.

Además, en todo este proceso, los profesionales tienen que seguir estrictamente los principios del trabajo social, que son "el respeto a la persona, a sus creencias y, sobre todo, no juzgar… Creer en sus potencialidades y tener una visión amplia de la persona y de todo lo que le rodea para poder realizar un buen apoyo y un buen acompañamiento".

Apoyo en los momentos difíciles

Un trabajador social no es un psicólogo, pero su trabajo sí tiene mucho de emocional y requiere amplios conocimientos al respecto, "no somos psicólogos, pero el trabajo social mama mucho de la psicología, de la antropología, de la sociología, del derecho… es una formación muy completa", asegura Beatriz.

Esta formación les sirve para manejar situaciones complejas, "tenemos que estar ahí en momentos de crisis y hacemos una importante labor de apoyo emocional, de empatía, de escucha activa… Cuando una persona viene y nos vuelca una determinada situación o problema, la escuchamos". Y más en su caso, cuando a menudo acuden a ella padres de niños muy pequeños a los que les acaban de diagnosticar una enfermedad o una discapacidad que aún no han terminado de asimilar, "esos momentos soy muy complejos, pues las familias vienen con una primera noticia, un primer diagnóstico, con conceptos que no entienden o que le han causado un gran shock a nivel emocional. Vienen enfadados, desesperados, se sienten culpables, buscando respuestas, lo vuelcan contigo… y aquí nuestra labor es permitirles volcar todo eso, respetar el momento e intentar reconducirles. Y, por supuesto, nunca mentir sobre lo que tiene su hijo ni decir frases como ‘no te preocupes’. ¿Cómo se van a preocupar si les acaban de decir, por ejemplo, que su hijo tiene una enfermedad grave?".

El trabajo social, aparte de ser una profesión muy vocacional y muy linda, se dedica a apoyar y acompañar a las personas

Estos primeros momentos son, sobre todo, de escucha y de empatía, "la ansiedad que genera un diagnóstico, unas primeras noticias sobre la discapacidad de un hijo, no las puedes solventar, hay que dejar que fluyan. Tienes que dejar llorar o que te griten, incluso, porque hay que comprender que muchas veces vienen cansados, de un bagaje de trámites, médicos… y tenemos que hacerles sentir que están en un refugio, en un lugar en el que les escuchan, le permiten enfadarme, llorar, protestar… sin ser juzgados".

Además de acompañar y escuchar, otra de sus labores ahí es ayudarles a movilizar todos los recursos que puedan, aunque no sea la prioridad de los padres están pensando en ese momento, "es un momento muy emocional para ellos y la puerta de entrada a este mundo de la discapacidad, así que es importante acogerles y que sepan que allí hay alguien a quien pueden recurrir, porque vienen a ti buscando una alternativa, una opción, una respuesta, un por qué… A nivel más práctico, es el momento de hacer muchos papeles, de pedir muchas ayudas, de trámites, solicitudes… y de hablar de conceptos como discapacidad, dependencia… que hay que ir introduciendo poco a poco".

Con los años y en otros ámbitos de la discapacidad, la labor y los objetivos serían un poco los mismo, "solo que la familia o la persona con discapacidad están en otro momento vital y tienen otro tipo de necesidades, pero los valores y los principios son un poco los mismos. Un padre de un adulto con discapacidad no te va a preguntar el porqué, pero a lo mejor sigue viviendo un duelo, puede seguir estando enfadado, sentir culpa… y siempre se necesita información, movilizar recursos, hacer trámites…"

Empatía y emociones a flor de piel

En una profesión donde la empatía es tan importante y donde las emociones a veces están a flor de piel, Beatriz reconoce que a veces es difícil no llevarse los problemas a casa, "eso lo consigues con la experiencia y el bagaje profesional, pero reconozco que hay veces que, 23 años después, todavía me tengo que salir de mi centro de trabajo y tomar aire, porque trabajas con personas y hay situaciones que no dejan de afectarte nunca, te vas a cada dando vueltas a ver cómo puedes ayudar a una familia... Lo que consigues, con los años, es poner una pequeña ‘barrerita’ -que no una coraza- para protegerte y poder seguir trabajando sin que las emociones te bloqueen", cuenta. 

Aun así, ella asegura que se alegra de que, en cierta medida, las realidades que ve cada día le sigan tocando emocionalmente, "doy las gracias a que 23 años después todavía me afecten las cosas, porque esta profesión no puede ser algo mecánico, tienes que tener empatía", asegura.

Doy las gracias de que, 23 años después, todavía me afecten las cosas, porque esta profesión no puede ser mecánica, tienes que tener empatía

Se trata además, de una profesión muy feminizada todavía, "no tengo datos objetivos, pero es cierto que es así, aunque cada vez hay más hombres. La explicación no la sé, pero puede ser porque las mujeres tenemos más ese rol de cuidadoras que nos hace escoger profesiones más relacionadas con las personas". Unas personas que, además, según explica Beatriz, deben ser siempre las protagonistas de la historia, "nosotros siempre tenemos que estar por debajo de las personas y las familias, somos una mera guía cuyo objetivo es capatizarles, empoderarles y darle información para que tomen sus propias decisiones. El trabajo social es humilde, la importante es la persona a la que estamos atendiendo", concluye.  

Mostrar comentarios

Códigos Descuento