Carmelo Encinas Asesor editorial de '20minutos'
OPINIÓN

Niños educados en el porno

Imagen de recurso del uso de un ordenador portátil
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Imagen de recurso del uso de un ordenador portátil

Andábamos aún inmersos en la controversia inconclusa sobre los remiendos a la ley del ‘solo sí es sí’ cuando lo de Badalona nos saltó a la cara. La violación de una niña de solo once años por una ‘manada’ de menores dejó al país tan estupefacto que ni los políticos mas verborreicos han sabido qué decir. Aquello ocurrió en noviembre en un centro comercial pero no se supo hasta ahora porque la víctima no quiso contarlo. Sí se lo contó en caliente a un vigilante del recinto pero este despachó a la criatura con un "qué dices niña, vete para allá" tal vez incrédulo pero, en cualquier caso, negligente por no comprobar si la denuncia era cierta. 

El caso descoloca a quienes, a ambos lados del espectro ideológico, manejan con demasiada soltura las recetas contra la violencia machista porque no hay código penal capaz de conjurar conductas tan atroces cuando quienes las protagonizan son niños. Todos los de Badalona eran menores y tres de ellos carecen de responsabilidad penal al tener menos de 14 años, o sea que ahora están en su casa con papá y mamá.

Si ya era dudoso que una mayor carga punitiva fuera capaz de frenar las agresiones sexuales, en casos como este ni siquiera es planteable porque no hay incremento de condena que pueda conjurarse. La terapia necesariamente ha de ser otra.

No hay código penal capaz de conjurar conductas tan atroces cuando quienes las protagonizan son niños

La acción de esta banda de niños violadores ha hecho saltar las alarmas por temor a que no asistamos a un caso aislado. Un temor que confirmaron otros sucesos posteriores y que es muy justificado habida cuenta de que la principal causa que los motiva es el acceso a la pornografía en edades tempranas. Se calcula que la edad media de entrada a ese tipo de contenidos está en los 12 años aunque hay estudios que constatan que son muchos los críos que ya consumen porno con solo 8 o incluso con 5. Para los chicos es demasiado fácil acceder a este tipo de materiales a través de internet, ya sea de forma accidental o intencionada a través de las redes, webs, aplicaciones de mensajería o videojuegos online.

Esos vídeos cosifican a la mujer, allí es tratada como un objeto al que se puede manejar a gusto del consumidor. La pornografía les hace creer que aquello es lo normal y que así son las relaciones sexuales, lo que induce a desarrollar actitudes negativas hacia las mujeres. O sea lo peor del machismo.

A ello hay que unir el componente de emulación que explica el que esos pequeños monstruos de Badalona grabaran la agresión a la niña y difundieran el vídeo en las redes para presumir de su ‘hazaña’. No es asunto menor el que esas imágenes llegaran a decenas de compañeros de pupitre y ninguno dijera nada.

La era digital ha sumergido a los jóvenes en internet y los chavales se mueven en las redes como un espacio muchas veces prioritario cuando no casi exclusivo de sus relaciones sociales. Un espacio casi siempre fuera del control de sus padres y educadores que tienen por delante una labor ciclópea para atajar las malas influencias con objeto de evitar que el desarrollo emocional, psicológico y social de los chicos no se les vaya de las manos.

Todo esfuerzo en perseguir a quienes difunden material pornográfico será poco pero los padres han de vigilar lo que ven sus hijos, supervisar el uso de dispositivos electrónicos e instalar filtros de contenidos o establecer límites al uso de internet. Y tienen que hablar con sus hijos de forma clara y abierta sobre las relaciones sexuales y la pornografía. Otro tanto ha de hacerse en la escuela donde la educación afectivo sexual ha sido casi tabú y ahora es manifiestamente mejorable. Es inadmisible que la asignatura de sexo la imparta el porno.

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