Helena Resano Periodista
OPINIÓN

No te conviertas en cómplice

Los datos son oficiales.
Logos de diferentes aplicaciones de redes sociales.
©[Pixelkult] via Pixabay.com.
Los datos son oficiales.

¿Qué está pasando? ¿En qué momento nos parece normal que 800 personas estén enganchadas a un canal de Telegram en el que solo se cuelgan vídeos de adolescentes pegándose? Vídeos muy violentos, muy explícitos, con imágenes muy impactantes y en los que se sabe, porque se especifica, que los agresores y los agredidos son menores de edad. 800 personas suscritas a ese canal, esperando cada día a ver contenido nuevo.

800 personas que no se escandalizan con lo que ahí se cuelga y publica, al revés. Saben que en ese canal solo van a ver vídeos de ese tipo. La policía Nacional lo está investigando. Un canal solo de peleas. Y todos callados. Nadie denuncia. Nadie, con un poquito de sentido común, un poquito, entiende que eso que se está colgando ahí no está bien.

No sé qué se te puede pasar por la cabeza para llegar a normalizar ese tipo de contenido. Cómo puedes entrar en esa red de forma periódica para ver «qué hay de nuevo por aquí», como quien desliza las pantallas de otras redes viendo vídeos absurdos de lo que sea, me da igual si de moda, música o deporte.

Soy la primera que, en momentos de tiempos muertos, de espera, me pongo a deslizar vídeos en Instagram sobre cosas que me interesan, sobre todo vídeos de yoga y de perros. El algoritmo me tiene fichada. Me entretiene y me hace matar el tiempo. Pero, ¿ver vídeos de violencia te entretiene? Si tu respuesta es sí es que algo estamos haciendo muy mal.

¿Cómo puede una agresión física y sexual a otra persona, y en este caso a una menor, no disparar las alarmas?

El vídeo de la agresión de la menor en un centro comercial de Badalona estuvo circulando días en varias redes, no solo de la gente del entorno de los agresores y de la agredida, no. Lo vio más gente, adultos incluso. Imágenes que, según cuenta la Policía, son muy explícitas, de una violación grupal, y que, con un mínimo de sensibilidad, te escandalizan. Pero nadie denunció. Nadie dijo nada. Peor aún: le dio al botón de reenviar.

¿Cómo puede ser que la violencia sea un contenido para consumir de forma masiva? ¿Cómo puede ser que la agresión, física y sexual, a otra persona y en este caso a una menor, no encienda las alarmas de quien lo ve? ¿Cómo puede ser que aceptes que eso que has visto es un vídeo más de los que pasan por tus manos o tu móvil cada día? ¿En qué momento te parece buena idea suscribirte a un canal para consumir ese tipo de contenido? Son tantas las preguntas que, de verdad, me explota la cabeza. Chavales que todavía no han llegado a la edad adulta normalizando este tipo de imágenes como si fuera ocio, como quien queda en el parque con una bolsa de pipas a contarse cómo ha ido la semana.

Podemos seguir preguntándonos si hay alguna forma de controlar la divulgación en redes de ese tipo de contenido, de cómo ponerle puertas al campo. De si tendríamos que destinar recursos policiales a vigilar o controlar esto. Pero hay algo sobre lo que no caben preguntas ni dudas: si aceptas y normalizas esto, si te callas, te has convertido en cómplice.

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