Diego Carcedo Periodista
OPINIÓN

La adelantada primavera

Almendros en flor en La Quinta de los Molinos, Madrid
Almendros en flor en La Quinta de los Molinos, Madrid
JOSE LUIS VEGA
Almendros en flor en La Quinta de los Molinos, Madrid

Esto del cambio climático que nos ha tocado sufrir no para de darnos disgustos. Los meteorólogos se pasan la vida escudriñando las nubes y están perdiendo la credibilidad que se habían ganado con la interpretación de las isobaras y el ciclón de las Azores, cuya amenaza nos tenía acojonados en el pasado.

Los pronósticos llevan semanas anunciando la nieve y las lluvias que tanta falta hacen, y cuando parece que va a caer el ansiado chaparrón, lo que aparece en el cielo es un sol de corte tropical, lo menos esperado en los primeros días de marzo después de un invierno de corte más bien agosteño.

Los pantanos se están quedando secos, y en muchos pueblos las fuentes han dejado de manar y los grifos de las viviendas empiezan a estar sometidos a vacaciones horarias forzosas. La gente, que colectivamente es sabia, se pregunta a dónde vamos a llegar. Los que peor lo tienen son los agricultores, que ven que la época de sembrar se trunca.

Pero no son sólo –con acento, por si acaso – los que sufren los efectos de lo que en tiempos de la dictadura se argumentaba como pertinaz sequía, origen de todos los males. Y algo había de cierto porque ahora la ausencia de lluvias está originando escasez de verduras y hortalizas en los mercados y contribuyendo a la inflación. Claro que tampoco vamos a pasarnos los años que nos queden enfrascados en lamentos.

La precipitación de la primavera ha impregnado prematuramente el paisaje con la alegría de las incipientes floraciones, que están haciendo la sequía más llevadera. Ver la exuberante naturaleza, anticipando que la belleza natural sobrevive a otros males, no tiene precio. Disfrutémosla.

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